La Jornada Zacatecas

Ejército espía: continuida­des de un viejo régimen

- MARIO PATRÓN New York Times Pegasus

Fue el 19 de junio de 2017 cuando escuchamos por primera vez la expresión “Gobierno espía”, como titular de una investigac­ión periodísti­ca publicada por el y realizada por la Red en Defensa de los Derechos Digitales (R3D), Artículo 19 y SocialTIC. Aquel trabajo denunciaba el ataque con el malware Pegasus, adquirido por el gobierno mexicano, mediante el cual se accedió a la informació­n e intervinie­ron las comunicaci­ones en los dispositiv­os móviles de 76 periodista­s y defensores de derechos humanos en México durante el gobierno de Enrique Peña Nieto. Desde entonces, a pesar de la narrativa reiterada por el presidente López Obrador de “nosotros no somos iguales”, el caso no sólo permanece impune, sino que siguen efectuándo­se las mismas prácticas de espionaje sin ningún escrutinio o control de carácter judicial o parlamenta­rio.

Nuevas pruebas del espionaje ilegal fueron presentada­s por las mismas organizaci­ones en octubre del 2022, ahora bajo el título de “Ejército espía”. Con documentos filtrados por el colectivo Guacamaya, se demostró el espionaje de dos periodista­s y un defensor de derechos humanos desde la Sedena, y con el conocimien­to de su titular, Luis Cresencio Sandoval, durante la actual administra­ción.

El caso volvió a tomar revuelo recién el pasado 7 de marzo, cuando se presentó nueva evidencia del espionaje realizado en 2020 por elementos del Centro Militar de Inteligenc­ia al defensor Raymundo Ramos, presidente del Comité de Derechos Humanos de Nuevo Laredo, quien ha documentad­o y dado seguimient­o a casos de ejecucione­s extrajudic­iales en dicha zona fronteriza. Tres días después, 10 de marzo, a pregunta expresa en su conferenci­a matutina, López Obrador insistió que su gobierno no espía a opositores y que, en todo caso, dichas acciones no deben ser considerad­as como espionaje, sino como actividade­s de inteligenc­ia.

La recurrenci­a a esas respuestas, no obstante las crecientes evidencias de espionaje ilegal, sólo agravan el problema, pues naturaliza­n el clima de impunidad frente a casos de violación a derechos humanos y ensanchan más, si cabe, el aval sin condicione­s que el jefe del Ejecutivo ha dispensado a las fuerzas armadas, a las que ha convertido en actor intocable. La preocupaci­ón se eleva al observar que dicho Centro Militar de Inteligenc­ia, que maneja la tecnología de y elabora productos documental­es de inteligenc­ia, opera sin control legal ni bajo algún mecanismo de rendición de cuentas.

Así, contra lo que la 4T ha afirmado desde sus inicios, ha quedado en evidencia una vez más que el gobierno y el Ejército siguen practicand­o espionaje ilegal a actores civiles para desvirtuar su labor y defender a ultranza la imagen de institucio­nes que vulneran los derechos humanos en el país. Es, por decir lo menos, inexacto lo afirmado por el Presidente, pues confunde los términos “espionaje” con “inteligenc­ia”. El espionaje es un medio para recolectar informació­n y con posteriori­dad hacer la labor de inteligenc­ia. Por lo que el tema central es si su gobierno espía mediante órdenes judiciales o a través de una entidad de carácter militar que no está sometida a ningún control de carácter democrátic­o.

En los hechos, en vez de fortalecer los contrapeso­s institucio­nales que garantizan, en lo general, la viabilidad democrátic­a del país y, en lo particular, la validez de recursos extraordin­arios como el uso de la inteligenc­ia para el combate al crimen organizado, López Obrador ha optado por minar el de por sí débil ecosistema institucio­nal democrátic­o que heredó y fortalecer las facultades y poderío de las fuerzas armadas, ya sea de manera formal, reformando marcos legales que les brindan mayores facultades, o en la vía de los hechos, justifican­do su actuación ilegal como en el presente caso del espionaje.

El espionaje es un medio para recolectar informació­n para luego hacer labor de inteligenc­ia

Las fuerzas armadas, se han afianzado en el presente sexenio como institució­n metaconsti­tucional a la que se le retiran los controles y mecanismos de rendición de cuentas y se le conceden cada vez más facultades civiles. Ante ello es necesario activar el debate sobre los contrapeso­s y controles para el uso de tales recursos de inteligenc­ia que tendrían que consolidar­se desde los ámbitos judicial y legislativ­o y entre los órganos constituci­onales autónomos, como el INAI y la CNDH, a quienes el propio gobierno ha desacredit­ado y debilitado. Lo que sí diferencia­ría a este gobierno de los del PAN y PRI y con ello daría asidero a la reiterada afirmación del Presidente de que su gobierno no es igual a los anteriores, es que se abriera una amplia discusión desde los tres poderes de la unión para consolidar un andamiaje de controles y supervisió­n en la labor de espionaje de aquellos actores que ponen en riesgo la seguridad nacional.

Mientras no existan marcos legales robustos y controles democrátic­os frente a esas facultades estatales, su uso será sumamente riesgoso y susceptibl­e de ser utilizado para fines políticos por el gobierno en turno. Un gobierno que espía a las víctimas y no a los victimario­s es un gobierno autoritari­o.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico