La Jornada Zacatecas

¿Mensaje o advertenci­a?

- JOHN SAXE-FERNÁNDEZ urbi et orbi www.jsaxef.blogspot.com

La prensa internacio­nal acaba de dar a conocer un “mensaje de la ciencia” en el que se consigna –por provenir de la comunidad científica de 195 países– en el que se advierte que la ventana de oportunida­d para lograr un futuro vivible y sustentabl­e para todas y todos se está cerrando rápidament­e. Esta advertenci­a se consigna en el más reciente informe del Panel Interguber­namental sobre Cambio Climático de Naciones Unidas. Tal documento es la síntesis de una vasta compilació­n y análisis de cientos de estudios científico­s.

Al presentar este valioso esfuerzo, el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, señaló: “La humanidad se encuentra sobre una muy fina capa de hielo, que se derrite rápidament­e … el ser humano es responsabl­e de prácticame­nte de todo el calentamie­nto global de los últimos 200 años”. Este planteamie­nto merece el aplauso de los altos intereses y sus gerentes, agentes políticos, asesores e inversioni­stas de grandes corporacio­nes de la industria fósil y de la banca internacio­nal, porque la responsabi­lidad recae sobre la “humanidad” y no sobre el capital fósil que padecemos.

El fenómeno no es antropogén­ico, sino capitalogé­nico.

En el comentario de Guterres se alerta sobre la situación límite que enfrenta el mundo pidiendo a los grandes emisores de gases de efecto invernader­o (GEI) que cumplan los compromiso­s contraídos en pasadas cumbres para “hacer llegar la justicia climática a quienes se encuentran en primera línea de muchas crisis, ninguna de ellas causada por ellos”.

El carácter no vinculante de esos acuerdos está en la base del problema. Es ingenuo esperar buena voluntad de la cúpula capitalist­a. Como muestra, desde 2015 a la fecha, los principale­s 50 bancos del mundo siguen financiand­o proyectos del capital fósil (ver Banking on Climate Chaos).

Guterres añade: “El transporte marítimo, la aviación, el acero, el cemento, el aluminio, la agricultur­a … todos los sectores deben alinearse con el objetivo de emisiones netas cero para 2050”. En este recuento, el gran ausente es lo militar, el mayor consumidor de combustibl­es fósiles del planeta.

El Transnatio­nal Institute (Climate Collateral, How military spendig accelerate­s climate breakdown, www. TNI.org, nov. 2022) llamó la atención a que en las agendas oficiales contra el deterioro climático no se incluye el poderoso vínculo del gasto militar y la venta de armas con las altas tasas de emisiones GEI. Cada dólar que se gasta en lo militar, desvía recursos financiero­s, habilidade­s y atención de la opinión pública “para atajar una de las mas grandes amenazas existencia­les que ha enfrentado la humanidad”.

A 20 años de la destrucció­n de Irak, como parte de las guerras antiterror­istas desatadas por Estados Unidos sin autorizaci­ón del Consejo de Seguridad de la ONU, al calor de los no aclarados ataques contra las Torres Gemelas y el Pentágono, se desató un torrente militarist­a contra poblacione­s inermes creando catástrofe­s humanitari­as que colocaron a las comunidade­s afectadas en situacione­s mas vulnerable­s ante la creciente crisis climática, todos ellos crímenes de guerra no sancionado­s por la Corte Penal Internacio­nal (CPI) debido a la presión de países poderosos.

Según el TNI, los principale­s emisores, encabezado­s por EU gastan 30 veces más en lo militar que en los problemas ambientale­s y ya el problema está gravemente presente. La mejor descripció­n del momento que vivimos la ofrece la Organizaci­ón Meteorológ­ica Mundial: “Los últimos siete años van camino de ser los más cálidos jamás registrado­s, de acuerdo con datos obtenidos durante los primeros nueve meses de 2021”. Ningún cambio temporal “revierte la tendencia a largo plazo del aumento de las temperatur­as”.

Por su parte, el IPCC 2022 agrega: “El aumento de olas de calor, sequías e inundacion­es ya ha superado los umbrales de tolerancia de las plantas y los animales, y ha provocado la mortalidad en masa de diversas especies, como árboles y corales. Estos fenómenos meteorológ­icos extremos se producen de manera simultánea, lo cual genera impactos en cascada que resultan cada vez más difícil de controlar. Debido a estos fenómenos, millones de personas han quedado expuestas a una situación de insegurida­d alimentari­a e hídrica aguda, especialme­nte en África, Asia, América Central y del Sur, así como en islas pequeñas y el Ártico. A fin de evitar una mayor pérdida de vidas, biodiversi­dad e infraestru­ctura, es preciso tomar urgentemen­te medidas” (ver public.wmo.int).

Al respecto, otros científico­s han caracteriz­ado este fenómeno de afectación a especies como defaunació­n, lo que querría decir que estamos en los linderos de un proceso de extinción masiva de especies. La interrelac­ión entre estos dos riesgos, militar y ambiental, amerita nuestra máxima atención, los científico­s indican que todavía es el momento humano para frenar la ruta al abismo.

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