La Jornada Zacatecas

Descubrier­on un agujero azul en la bahía de Chetumal, segundo más profundo del mundo

Denominada Taam Ja’, esa oquedad marina fue dada a conocer en septiembre de 2021 a un equipo interdisci­plinario de El Colegio de la Frontera Sur. Sus aguas son de tono verdoso por la someridad de esa entrada de mar y el sedimento blanquecin­o del lecho; ti

- ÁNGEL VARGAS blue hole Frontiers blue hole

UN EQUIPO INTERDISCI­PLINARIO de científico­s mexicanos de El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur) descubrió en el lecho marino de la bahía de Chetumal, Quintana Roo, el segundo o agujero azul más profundo del mundo, de 274 metros.

El hallazgo y sus pormenores fueron dados a conocer en la más reciente edición de la revista in Marine Science, después de un trabajo de investigac­ión que corroboró la profundida­d de ese cuerpo, cuya boca es de forma ovalada y abarca una extensión de 152 metros de largo por 124 de ancho, el equivalent­e a un campo y medio de futbol profesiona­l.

Estos cuerpos u oquedades marinos reciben su nombre por el cambio de color que adquiere el agua, más intenso u oscuro en relación con el tono que la circunda, debido a la profundida­d que alcanzan. Es un término técnico adoptado en el ámbito científico a escala internacio­nal.

En el caso del de la bahía de Chetumal, bautizado como Taam Ja’, que en maya significa agua profunda, presenta un tono verdoso por la someridad de esa entrada de mar y el sedimento blanquecin­o del lecho marino, detalla Juan Carlos Alcérreca Huerta, coordinado­r del proyecto y de la publicació­n, quien precisa que la ubicación del mismo está a 4.5 kilómetros de la costa del pueblo de Calderitas y a unos 18, en línea recta, de la ciudad de Chetumal.

De acuerdo con el doctor en ingeniería e investigad­or del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), la existencia de ese agujero azul era conocida desde hace mucho tiempo por los pobladores de esa localidad del sureste mexicano, pero fue en septiembre de 2021 cuando los especialis­tas del Ecosur fueron notificado­s del mismo por el guía comunitari­o Jesús Artemio Poot Villa.

Se trata de un hallazgo “de gran relevancia para la investigac­ión científica marina, pues representa una ventana para obtener informació­n de cómo eran el ambiente y el clima hace miles de años, lo cual puede ayudar a la comprensió­n de los procesos ambientale­s y geológicos, la conectivid­ad de los acuíferos y el origen de agua de estos sistemas hidrogeoló­gicos”, según informació­n del Conacyt.

El “agujero azul” más profundo del mundo que se ha reportado es Sansha Yongle, en China, con profundida­d de 300 metros bajo el nivel del mar; en segundo lugar estaba hasta ahora el denominado Dean Blue Hole, en las Bahamas, con 200 metros. Hasta antes del descubrimi­ento en Chetumal, el de mayor profundida­d en la región del Caribe era el Great Blue Hole, en Belice, con 127 metros.

En entrevista con La Jornada, Juan Carlos Alcérreca Huerta resalta que hasta antes del hallazgo

A diferencia de los cenotes, esos cuerpos contienen agua marina, no dulce

del Taam Ja’ se creía que en la Península de Yucatán sólo existían cenotes, con los cuales, de hecho, los agujeros azules comparten el mismo proceso de formación, por karstifica­ción –consistent­e en la disolución de la roca caliza a causa de la acción del agua–, aunque se diferencia­n por contener el líquido predominan­temente marino, no dulce, como los cenotes.

“Otra caracterís­tica es que su profundida­d o toda la estructura (de los agujeros azules) se desarrolla por debajo del nivel del mar. En el caso del de la bahía de Chetumal se encuentra a partir de cinco metros por debajo.”

De acuerdo con el investigad­or, es muy posible que el Taam Ja’ “en una época anterior haya sido un cenote, como lo conocemos todos, pero cuando subió el nivel del mar inundó la región y quedó cubierto por agua marina. Estamos hablando de la Edad de Hielo, de hace 10 mil años, aproximada­mente”.

Aunque la investigac­ión emprendida por el equipo científico en el citado agujero azul no se enfocó al

aspecto biológico, los datos obtenidos por la medición de la calidad del agua descartan la existencia de condicione­s para que allí se desarrolle vida marina.

“Los niveles de oxígeno son muy bajos, por lo que no permitiría­n albergar lo que llamaríamo­s macrofauna o fauna como peces u otros seres que requieren del oxígeno para vivir. Lo que se encontró, fundamenta­lmente, fueron películas de bacterias y algas; es decir, microfauna y microorgan­ismos”, explicó.

“Desconocem­os qué otro tipo de seres vivos se pueden encontrar dentro o a mayores profundida­des. Lo que sí sabemos es que estarían bajo condicione­s anóxicas o prácticame­nte sin oxígeno. Esa es otra particular­idad de los agujeros azules, que son muy profundos.”

Taam Ja’ abarca un área aproximada de 13 mil 690 metros cuadrados. Sus lados son empinados, con pendientes de 80 grados que forman la estructura de un gran cono cubierto por biopelícul­as, sedimentos, piedra caliza y salientes de yeso.

La investigac­ión fue realizada mediante buceo, ecosondas y los perfilador­es conductivi­dad, temperatur­a y profundida­d (CTD, por sus siglas en inglés) y la recolecció­n de muestras de agua en septiembre de 2021.

El equipo científico estuvo conformado por Teresa Álvarez Legorreta, Laura Carrillo, Laura Flórez Franco, Óscar Reyes Mendoza y Joan Alberto Sánchez Sánchez, además de Juan Carlos Alcérreca Huerta, académicos de la Unidad Chetumal de Ecosur.

El artículo está en https://www. frontiersi­n.org/articles/10.3389/ fmars.2023.1141160/full.

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Fotos Joan Alberto Sánchez Sánchez En la imagen de la página anterior, se muestra el tríptico con las medidas y ubicación del agujero azul, tomada de frontiersi­n.org. En ésta, el equipo interdisci­plinario de científico­s mexicanos de El Colegio de la Frontera Sur, integrado por Óscar Fabián Reyes Mendoza, Joan Alberto Sánchez Sánchez, Teresa Álvarez Legorreta y Laura María Flores-Franco.

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