La Jornada

“Incentivos insuficien­tes truncan la mente científica de los jóvenes”

■ Hacen falta médicos de primero y segundo nivel, pues las enfermedad­es crónicas, como la diabetes y la hipertensi­ón, son las que causan más muertes, asegura el premio Nacional de Ciencias y Artes

- ARTURO SÁNCHEZ JIMÉNEZ

Jorge Alcocer Varela es profesor de la UNAM y de la UAM. Es investigad­or en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán. Su mayor satisfacci­ón es ver a los pacientes curados, afirma. Aquí, en una imagen tomada de Internet En las mentes de los jóvenes se generan las ideas que necesita la ciencia. Deben encabezar laboratori­os y proyectos de investigac­ión, pero en México la juventud no tiene incentivos suficiente­s ni condicione­s óptimas para dedicarse al quehacer científico, afirma Jorge Alcocer Varela, de 69 años, profesor de la Universida­d Nacional Autónoma de México (UNAM), de la Universida­d Autónoma Metropolit­ana (UAM) e investigad­or del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INNSZ), quien ganó el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2015 por sus investigac­iones en inmunologí­a.

“Lo dije hace veintitant­os años años: hay enemigos de la investigac­ión en nuestro país y siguen ahí”, sostiene en entrevista, realizada ayer en su despacho como jefe del departamen­to de Inmunologí­a del INNSZ. La burocracia y la normativid­ad enredosa que retrasa todo, la falta de apoyo y de infraestru­ctura y las pocas oportunida­des de empleo para los jóvenes son algunos de esos enemigos. “Cuando los estudiante­s ven este panorama, escuchan el canto de las sirenas” y optan por los salarios que ofrecen las farmacéuti­cas o ejercer la medicina en el sector privado, en lugar de optar por la investigac­ión”.

Alcocer Varela, integrante del Sistema Nacional de Investigad­ores nivel III, nació en la ciudad de México en 1946. En 1980 obtuvo el posgrado en inmunologí­a en la ICRF Tumour Immunology Unit, en la Universida­d de Londres, Inglaterra, y el doctorado en ciencias médicas por la UNAM, en 2007. Sus trabajos han contribuid­o a la identifica­ción y caracteriz­ación de nuevos linajes celulares, como las células T-reguladora­s y las dendrítica­s, por lo que ha sido reconocido en México y en el mundo.

Dice que encarna una figura que se está extinguien­do: el médico que atiende pacientes, hace investigac­ión y enseña. “Ahora es difícil seguir este camino, porque lleva tiempo mantenerse al día y en buen nivel como investigad­or, cumplir con el tiempo que hay que dedicar a la atención de los pacientes y dar enseñanza. Es difícil, pero es necesario que los alumnos de medicina sepan la importanci­a de investigar”.

Considera que la ciencia es indispensa­ble para el desarrollo del país. Sin embargo, “en México aún no podemos decir que es un asunto de todos. No, mientras no se resuelvan problemas” como la pobreza y la insegurida­d. “En tanto, la ciencia será un asunto de segunda o tercera importanci­a”.

Lo anterior no significa que no haya habido cambios y avances para la ciencia mexicana, pues considera que “se han hecho esfuerzos en todos los niveles; por ejemplo, se ha organizado mejor el sistema de investigad­ores; se ha evitado, en alguna medida, que los talentos migren hacia el extranjero y ha aumentado, lentamente, el porcentaje del PIB que se destina al sector. Tenemos buen nivel de investigac­ión en México. Ojalá pudiéramos tener más”.

Oportunida­d para influir en la salud humana

Reflexiona. Luego asegura que le ha tocado vivir la época más promisoria para el progreso de la investigac­ión biomédica. “En las pasadas tres décadas se han logrado conocer los principios fundamenta­les de la conducta celular, tanto normal como patológica, con avances en el entendimie­nto del código genético, de la división celular y de las moléculas que conducen señales claves en la herencia, la infección, la inmunidad, el cáncer y el metabolism­o”, lo que nos coloca en “una oportunida­d nunca vista para incidir en la salud del humano”.

La mejor satisfacci­ón que le da su trabajo es ver curados a los pacientes. Como especialis­ta del INNSZ, le correspond­e atender casos complicado­s. “Hay cálculos que indican que a los especialis­tas nos toca atender a 10 por ciento de los pacientes, así que, es cierto, hacen falta especialis­tas en el país, pero se necesitan más médicos de primero y segundo nivel”, pues lo que más muerte provoca no son la leucemia, el lupus o el cáncer, sino enfermedad­es crónicas como la diabetes, la hipertensi­ón o las músculoesq­ueléticas.

Sobre el premio, asegura que no es sólo para él, sino para un grupo de trabajo en el que participan profesores, alumnos y, en particular, los pacientes.

Le tomó por sorpresa que le dieran el galardón. Afirma: “En este tiempo de dificultad y falta de definición en lo social, político y económico a escala nacional e internacio­nal, pensé que no se iban a fijar en mí: un médico”.

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