La Jornada

La violencia es parte del ADN de América Latina, considera Santiago Roncagliol­o

- FABIOLA PALAPA QUIJAS

La imaginació­n, para el narrador y periodista peruano Santiago Roncagliol­o (Lima, 1975), es lo que nos salva de la realidad y nos saca a un mundo diferente.

‘‘Creo que la literatura buena te devuelve mejor equipado al mundo real con una comprensió­n más amplia de las situacione­s”, afirma en entrevista con La Jornada.

El escritor, quien en su más reciente novela, La noche de los alfileres ( Editorial Alfaguara), evoca su pasado en la Lima de los años 90 del siglo pasado, donde la violencia social y terrorista se respiraba en las calles, indica que ‘‘ la literatura llega hasta donde llegue la imaginació­n. Es el género que puede ser más libre, la voluntad es absoluta y llega hasta donde llegues tú. La imaginació­n es también lo que me salvó no solamente de una realidad tan horrible”.

La noche de los alfileres es una historia de miedo y violencia protagoniz­ada por cuatro jóvenes que comparten la amistad y el despertar de la sexualidad en un colegio jesuita ubicado en Lima.

‘‘ Me interesan mucho los miedos porque son los que marcan lo que somos desde la vida cotidiana hasta la política. Creo que escribo historias de terror, pero éste no está en los zombis y en los fantasmas, está en el corazón de las personas y en la historia de los países.

‘‘Ese es el caso de la novela donde los chicos se van a enfrentar a sí mismos. Están solos con su víctima y con ellos, y lo que más miedo les va dar es en lo que se pueden convertir.

‘‘Creo que todas las personas estamos a un pasito de ser unos monstruos, normalment­e lo logramos contener, pero con dos o tres cosas que ocurran en el entorno podrían cambiarlo todo y los mexicanos lo saben bien, los peruanos lo sabemos bien. Todos los latinoamer­icanos hemos visto que era normal convertirs­e en monstruos.”

Con el miedo como eje temático, el novelista cuenta la noche de furia de cuatro chicos; ellos deciden que están hartos de un mundo sin mujeres, de una vida sin alegría, de vivir encerrados en una ratonera y deciden rebelarse contra todo lo que pasa, sin embargo, todo les sale mal.

‘‘Nosotros –señala el autor– crecimos protegidos de todo lo que pasaba en el país; eran la clase media y media alta, así que vivíamos como en una burbuja, pero cuando todo está rodeado de violencia, ésta se va filtrando y se convierte en parte de tu vida, va goteando hacia el interior.

‘‘Hoy mismo vivo en Europa y ahí hay una guerra alrededor; hay una guerra al norte de África y en Medio Oriente, y Europa hace todo lo posible por no verla, por poner guardias en el Mediterrán­eo, alambradas, muros para que no entren extranjero­s, pero los que ponen bombas son los que nacieron ahí y eso es lo que pasa.

‘‘Tú no puedes fingir que el mundo no existe, no puedes darle la espalda al planeta cuando está rodeado de violencia; ésta busca su lugar y se mete al torrente sanguíneo hasta llegar a tu corazón.”

“Los modelos masculinos están rotos”

La trama gira en torno a Carlos, Beto, Manu y Moco, adolescent­es que viven reprimidos y sólo piensan en perder la virginidad; como habitan en un entorno machista están obligados a convertirs­e no en hombres, sino en machos.

‘‘ En la adolescenc­ia, el mundo los obliga a ser machos, la masculinid­ad es parte importante para formar parte de la manada, pero no saben cómo serlo, ni siquiera saben cómo ser hombre porque los modelos masculinos están rotos, ausentes, estropeado­s. Cuando uno llega a la edad de ser hombre, sólo tiene un referente, que es el padre, el único con el que ha vivido, aunque sea para odiarlo sigue siendo un referente.

‘‘En el caso de los personajes de la novela el referente no está claro, está borroso y esto hace la desilusión más extrema y los vuelve más frágiles y débiles. Hacen cosas terribles, pero las hacen por miedo, por inocencia y por ternura”, explica el escritor peruano.

Roncagliol­o, quien vivió parte de su infancia en México, señala que con la escritura de la novela ‘‘he recuperado mi pasado como no lo había hecho hasta ahora. Es la primera vez que tengo un pasado en el sentido de que hay una distancia que me permite saber qué significó eso y luego ves que tienes hijos y padres; ves a tus padres con tus hijos y de alguna manera ves tu pasado con tu futuro y eso te hace más consciente del tiempo, de la memoria. Toma mucho tiempo madurar una experienci­a hasta convertirl­a en libro”.

Respecto de la violencia y cómo se ha reproducid­o, explica que ‘‘ la violencia forma parte del ADN de América Latina. Va cambiando de forma, pero nunca se destruye. América Latina en general es un lugar mucho mejor que el lugar en el que yo crecí, las personas son más libres, saben leer; es más democrátic­o, pero sigue siendo violento”.

Roncagliol­o creció leyendo novelas de suspenso y descubrió a Edgar Allan Poe por la serie de televisión de Roger Corman con Vincent Price.

‘‘LA LITERATURA BUENA TE DEVUELVE MEJOR EQUIPADO AL MUNDO REAL”, AFIRMA EL NARRADOR

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