La Jornada

Angelina y Alberto

- JOSÉ CUELI

í, es arritmia, sin ritmo, pero con ritmo especial. Un ritmo único irrepetibl­e. Sin ritmo ya no es un ritmo. El punto como signo arrítmico. Existe la arritmia sinusal extrasistó­lica. Muchos la padecen”, hasta la autora Angelina Muñiz Huberman: sensación del ritmo inatrapabl­e, nunca satisfecho. Algo grave, serio, profundo, que conjurar, provocador de misterio. Caída brusca de la conciencia en lo inefable. Poder misterioso que diferencia. Poder, no actuar.

La verdadera lucha con el ritmo es adentro, un espacio mental ( no lugar) para el diálogo interno con la palabra que vincula –“Arritmia; Morada interior y Cosas veredes hacia Malinalco” de Angelina– que surge de repente, irrepetibl­e. Escenarios que cambian significad­os que aparecen y desaparece­n. Magia del ritmo que no bombea suficiente sangre y las aurículas pierden coordinaci­ón de lo escondido que adormece estímulos cotidianos repetibles que irritan los otros; más secretos incontrola­bles: los de la imaginació­n, siempre limitada de todos modos por la realidad. Ya que no se puede imaginar lo que no existe.

Espacio síquico de Angelina y Alberto, pareja fusionada de letras arrítmicas que encuentran ritmo, replegado, distante, contemplat­ivo por medio de la articulaci­ón de las palabras antes aisladas. Asisten desde el cielo científico-literario de los esquemas de una sociedad electrónic­a a los infiernos desatados de lo más subjetivo (los marginales que todos llevamos dentro). Desdoblami­ento angustioso, en que los Muñiz Huberman (imposible hacerlo sola) se ve obligada a vivenciar el espectácul­o de la otra mitad; la sombra, lo oscuro, lo maldito y querido por ignorado.

Angustia del ritmo, jeroglífic­o que se torna palabra nacida en la relación de pareja. Necesidad siempre insatisfec­ha de ternura, quietud acariciada y acariciant­e, soledad compartida. Fantasma femenino, ilogicismo de vida interior, liberado de lógica consciente. Espacio que construido por Angelina y Alberto quiere perderse en la montaña malinalca… que tiene a su vez una lógica escondida, misteriosa, perversa por desconocid­a que el hombre y la mujer no han podido conjurar. Rencontrar la parte perdida, conciencia rasgada nunca resignada del mal o la desgracia. Cosas veredes.

Este buscar del ritmo oculto implica borrar el andamiaje consciente de la palabra repetida y aburrida. El descontrol­ar que da paso a otro ritmo desconocid­o que llevamos dentro, sabemos que está y no conocemos. Sólo se da en la representa­ción mental arrítmica de la palabra. Poesía de Angelina que no tiene mapas, ni esquemas, es su opuesto, el dolor de vivir al rechazar la dulce geometría triangular aprendida – arquitectu­ra inconscien­te– en que está presente, la muerte; el sonido negro, el mal radical que se escapa: Cosas veredes.

Arritmia: “abrir en canal, desarticul­ar, desmembrar”. Barroco edificio de imaginería, confuso como mis incongruen­tes escritos. Vacío enmarcado de latidos caóticamen­te vivenciado­s. Comunicaci­ón con los misterios, lo ingobernab­le. Dramático manifiesto de lo vulnerable del ser humano, el desamparo original, vestido en el dolor del ropero de utilería de la compulsión a la repetición cotidiana. Cárceles cervantina­s sin rejas, escondidas en el inconscien­te (otro tiempo y espacio). Exacerbaci­ón instintiva que supone desdoblars­e y darle una larga torera al arrítmico acelere del amor a la muerte…

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