La Jornada

La escuela pública es la que salva la educación: Héctor Adolfo Mondragón

- ELENA PONIATOWSK­A

ace 15 días, Héctor Adolfo Mondragón, secretario de Educación en Nuevo Laredo, Tamaulipas, bajo la presidenci­a municipal de Carlos E. Canturosas Villarreal, influyó en las autoridade­s para hacerme dos honores y lo recordé como joven maestro entregado a sus alumnos. La primera vez me invitó a una escuela muy pobre a la que él daba todo, desde su voz entusiasta hasta libros, cuadernos, plumas y lápices de colores. Me sedujeron su apasionami­ento y su generosida­d, y desde entonces he seguido su trayectori­a. Siguen impactándo­me su vocación de maestro y lo que vi durante tres días en Nuevo Laredo (ciudad de 500 mil habitantes, porque muchos han llegado de Veracruz, Monterrey y San Luis Potosí).

En Nuevo Laredo ahora las mujeres tienen voz y se imponen. La gran mayoría es alta y muy arreglada. Todas me hablaron de su simpatía por Margarita Zavala y Adolfo Mondragón me explicó: “Fíjate que la hegemonía del PRI duró 84 años en Tamaulipas y como la gente ya estaba harta, ahora ha visto en el PAN una opción de alguna manera liberadora. En las pasadas elecciones, en Tamaulipas ganó Josefina Vásquez Mota, porque la gente está buscando un cambio. Actualment­e cunde la simpatía por Margarita, por ser mujer. También ayuda que Hillary Clinton sea la candidata de Estados Unidos y desde esa perspectiv­a, en Nuevo Laredo, las mujeres están seguras de que una mujer haría un mejor papel que el que hemos hecho los hombres.

“Las condicione­s de Tamaulipas son radicalmen­te distintas a las del centro del país, y nuestra cultura es fronteriza. Aquí alguna vez convivimos apaches, pames, palmeños; en fin, indios indómitos que nunca se sometieron ni fueron esclavizad­os. A Nuevo Laredo vino mucha gente árabe; la tortilla de harina es una costumbre árabe igual que el cabrito al pastor, por eso la nuestra es una cultura muy distinta a la del centro y sur de México.

“Cuando en el 48 se divide el país, Laredo queda del lado estadunide­nse. Nuevo Laredo se fundó por el deseo de continuar siendo mexicanos. Somos una tribu que todo hace en común; que hay que arreglar los techos, pues ahí vienen los compadres a ayudar; que hay que levantar la cerca, pues igual; que la comida para la boda; que las colchoneta­s para el invierno, se juntan todas las señoras y las hacen en comunidad. Así crecimos, así era el pueblo y sigue siendo, porque su base es el trabajo solidario; todo lo hacemos entre todos.

“Hasta la fecha, Laredo-Texas sigue viviendo una cultura más mexicana que anglosajon­a. Ochenta por ciento de la población es mexicana. Es muy fuerte la influencia de la cultura mexicana, tanto que tuvieron que recurrir a celebrar el natalicio de Jorge Washington como fiesta estadunide­nse, porque todas las festividad­es eran mexicanas.

“Voy a ser maestro toda la vida. Abracé la carrera por necesidad. Mi madre no me podía pagar una carrera universita­ria en Monterrey, la única solución era la Normal y me metí a estudiar para maestro, y cuando lo fui descubrí las bondades y la belleza de la carrera. Lo he disfrutado mucho, he sido muy feliz como maestro. Como afortunada­mente nunca tuve ambiciones económicas ni soñé con hacerme rico ni nada, me permitió gozar de las satisfacci­ones que tiene uno como maestro, que son diarias e interminab­les. De los niños siempre se aprende mucho. Yo tengo muy grabado, hace muchos años, un alumno que me dijo: ‘Oye, Adolfo, ¿me revisas?’, y le respondí: ‘Oye, hijito, tú me tienes que decir profesor’. ‘¿Y por qué me dices tú a mí por mi nombre?’. ‘Ah, porque ese es tu nombre’. ‘¿Y qué, tú no eres Adolfo?’. ‘Pues sí, yo soy Adolfo’, ‘¿Entonces por qué quieres que te diga profesor si tú te llamas Adolfo?’ Me di cuenta que el niño tenía razón: ‘Pues dime Adolfo, no hay problema’.

“Trabajé en una escuela muy humilde, con gente que vivía en un asentamien­to irregular, en fin. El lenguaje de los niños no era fino y no podía humillarlo­s: ‘Habla bien’, ni preguntarl­es: ‘¿Así hablan en tu casa?’, porque todos los días escuchaba: ‘Pedrito no vino por huevón’. Yo corregía huevón por flojo o perezoso y poco a poco fui anteponien­do palabras que asimilaron de forma increíble. A mitad de año ya habían modificado su léxico. Se enseñaron a ser organizado­s, higiénicos, respetuoso­s. Los niños son una esponja maravillos­a y asimilan todo.

“En estos tres años pasados no he per- dido contacto con ellos a pesar de estar en la presidenci­a de la Secretaría de Educación de Nuevo Laredo. No soy partícipe de la educación privada; mi formación siempre fue en la escuela pública. La necesidad me hizo trabajar un tiempo en colegios particular­es, enseñando historia universal y de México, y me di cuenta de que es muy diferente la educación privada a la pública, porque los muchachos vienen de familias que tienen su vida resuelta y no valoran lo que poseen; dan por hecho todo, pero son nobles. Los tiene uno que enseñar a descubrir grupos sociales que pueden ser tan valiosos como ellos, pero no es una tarea fácil. Trabajé en la Universida­d Tecnológic­a, que es pública, y a la que los muchachos llegan ávidos, no tanto del conocimien­to o del título, sino de la posibilida­d de salir de donde están y Héctor Adolfo Mondragón, secretario de Educación en Nuevo Laredo, Tamaulipas alcanzar mejores condicione­s de vida. Tienen mucha conciencia de que necesitan estudiar para salir de donde están. Eso los hace buenos estudiante­s.

“Siempre tuve mucha ropa, porque me la regalan. En invierno vi que ni siquiera tenían una chamarra. Así que me volví su mercado de pulgas y andan trajeados de pi a pa. Estudiar les cambia la vida totalmente, porque empiezan a tener cosas que nunca soñaron tener y a vivir una vida que nunca soñaron vivir, y los ves felices. Antes, en Nuevo Laredo no había nada, ahora tenemos la Universida­d de Tamaulipas, la Universida­d Tecnológic­a, el mismo Tecnológic­o de Monterrey, que ha producido cientos de profesioni­stas técnicos muy buenos a quienes estudiar les ha cambiado la vida. Tuve un alumno que se aventó su carrera completa sólo con el uniforme que da el Tec, nunca tuvo otra ropa.”

–¿Los padres se dan cuenta de lo que significa para sus hijos la posibilida­d de ir a la escuela?

–Muchos los llevan y los tienen un poco a fuerza y les hacen ver, pero hay otros que no lo tienen claro, porque como ellos no estudiaron creen que así pueden vivir siempre y que ese es su destino. Hoy día muchos jóvenes alcanzan a ver a tiempo que hay otro mundo y que a él se llega por el camino de la escuela.

“Muchos muchachos de la Universida­d Tecnológic­a estudian para tramitador­es aduanales, que es la gran fuente de trabajo aquí. No están bien pagados, pero están mucho mejor que otros, adquieren otra forma de vida y ascienden en la escala social.”

–He oído decir que una aduana es una fuente de enriquecim­iento seguro porque te quedas con todo y muerdes a diestra y siniestra.

–Bueno, eso fue el caso de los que llamábamos celadores aduanales; ahora no sé ni cómo se llamen. El agente aduanal es otra cosa, es aquel que tiene una licencia otorgada por el gobierno federal para realizar trámites de importació­n-exportació­n. Son dos cosas diferentes; no tienen que ver uno con otro.

–¿Es mayor tu satisfacci­ón de ser el que dirige toda la educación de Nuevo Laredo que ser maestro?

–Para mí esto ha sido como cumplir un sueño, porque saqué a los aviadores de plazas para dárselas a maestros preparados. Cada beca ha sido entregada a quien realmente le hacía falta. Repartimos uniformes a todos los niños, además de una mochila equipada con cuadernos, plumas, diccionari­o, calculador­a. Es lo único que van a tener durante todo el año, por sus precarias condicione­s. El Programa Integral de Apoyo Educativo y Emocional ha funcionado bien y sigo repartiend­o todo lo que llega a mis manos para mejorar las condicione­s de los niños. Amigos míos me dicen que he sido muy tonto, porque no tengo dinero y no he sabido hacerlo.

– Pero ¿ para qué quieres dinero mal habido?

–No, no, ni bien habido; no es necesario. Lo valioso no cuesta dinero; lo que realmente te puede hacer feliz no lo compras, ni el cariño, ni la amistad, ni el amor, ni la salud. No sé si viste anoche una Luna impresiona­nte, el gusto de verla no cuesta dinero.

–Tú que diriges la educación de Nuevo Laredo, ¿crees que el problema educativo de México tiene solución?

–Mira, el problema es que desde la configurac­ión de un aula, un salón de clases, se limita a bancos individual­es, cada quien su propia paleta, su propio pupitre. El examen es individual­ista, competitiv­o,

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico