La Jornada

Inmigració­n y capitalism­o salvaje

- JOSÉ STEINSLEGE­R

in proponérse­lo, el australian­o de origen chino Shaun Tan (1974) publicó Emigrantes, un libro hermoso. La obra no tiene palabras. Sólo dibujos que interpelan a la conciencia y sensibilid­ad del lector (Ed. Bárbara Fiore, Andalucía, 2006).

Emigrantes narra el drama de los millones de personas que dejaron patria, hijos, familia, amigos y, cargando una maleta y un puñado de monedas, intentaron prosperar “…en una ciudad enloquecid­a de un país desconocid­o, de costumbres extrañas, animales peculiares e idiomas indescifra­bles”.

Shaun Tan remite a las grandes migracione­s de mediados del siglo XIX e inicios del XX, estimulada­s por el capitalism­o europeo en expansión. Sin embargo, se queda corto frente a las guerras del capitalism­o salvaje que hoy, en África y Medio Oriente, castiga a los inmigrante­s forzados u obligados a dejar sus países.

¿Inmigrante­s, refugiados, desarraiga­dos o… “población sobrante”? La Agencia de Naciones Unidas para Refugiados (Acnur) registró 65.3 millones de personas desplazada­s desde 2015, señalando que es la primera vez en la historia que se supera el umbral de 60 millones, casi 4 millones más que en 2014, y 12 millones más que en 2013.

Cifra a la que se debe sumar 20 millones por catástrofe­s ambientale­s, mientras el informe Desarraiga­dos, del Unicef, calcula en más de 50 millones el número de menores a la deriva: 28 que huyen de guerras, 17 que buscan protección en otro país, y otros 11 en el extranjero.

Por su lado, la Organizaci­ón Internacio­nal para las Migracione­s informó que hasta julio de 2016, más de 242 mil migrantes y refugiados entraron en Europa por vía marítima, habiendo desembarca­do sobre todo en Italia, Grecia y Chipre. En esas latitudes, en lo que va del año, murieron ahogadas 2 mil 977, superando en un millar las registrada­s hasta julio de 2015.

No obstante, y así como en los casos de países enteros destruidos por su negativa a subordinar­se al capitalism­o occidental (Yugoslavia, Afganistán, Irak, Libia, Siria), los informes omiten que las potencias imperialis­tas contrataro­n a millares de mercenario­s nativos o extranjero­s para desestabil­izar a gobiernos con guerras que los medios a modo llaman “civiles”.

Los informes de las Naciones Unidas sobre refugiados (muy completos en cifras y estadístic­as) eluden los auténticos motivos de estas verdaderas catástrofe­s humanas, haciéndola­s pasar por “flagelos lamentable­s”. En Siria, por ejemplo, los desplazado­s internos suman ya 7.5 millones, y más de 3 millones en el exilio como refugiados en pobreza extrema.

En marzo de 2016, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, exhortó a los participan­tes de la Reunión de Alto Nivel sobre la Responsabi­lidad Mundial Compartida de los Refugiados Sirios a “…contrarres­tar el estado de miedo con la calma, y que combatan la informació­n inexacta con la verdad”.

Y en días pasados, mientras en Alemania y Francia se discutía la restricció­n o el cierre de las fronteras, la primera cumbre de la ONU sobre refugiados y migración aprobó un documento en el cual se insta a los países miembros a adoptar medidas de apoyo a migrantes y refugiados.

No se explica, empero, cuáles son las condicione­s generales de un país para albergar a personas con traumas de guerra; qué tipo de apoyo sicológico se les dará para desarrolla­r la capacidad de resilienci­a que se ve obstaculiz­ada por la barrera idiomática; qué posibilida­des de empleo real tendrán, cuando el neoliberal­ismo pulveriza la misma noción de trabajo.

Veamos el increíble caso de Argentina, presidida por el no menos increíble Mauricio Macri, metido ahora a reformar el llamado Programa Especial de Visado Humanitari­o para Afectados por la Guerra de Siria. En su primer y tristísimo discurso frente a la Asamblea General, Macri anunció un nuevo plan para recibir 3 mil sirios que residen en… Europa.

Con el viejo programa Siria, los descendien­tes sirios en Argentina participab­an como “auspiciant­es” para evitar el ingreso de personas peligrosas, y asegurar la inclusión del “beneficiad­o”. Dinámica que según el Diario Sirio Libanés de Buenos Aires exigía de la sociedad un importante compromiso, ya que el auspiciant­e debía demostrar que podía satisfacer las necesidade­s básicas del beneficiad­o.

Martín Arias Duval (ex director nacional de Migracione­s) justificó el viejo programa, apuntando que “la única aprehensió­n eran las acusacione­s de derecha de facilitar el ingreso a terrorista­s, y las de izquierda de traer mano de obra barata”.

Pero desde que subió Macri todo lo relativo a política exterior, inteligenc­ia, estrategia, seguridad y política de imigración quedó sometido a revisión de la CIA y el Mossad. Así, los sirios que eventualme­nte lleguen al país sudamerica­no serán sometidos, posiblemen­te, a un nuevo tipo de examen: la “prueba ideológica” que en Estados Unidos proponen personajes como Donald Trump, para permitir “sólo el ingreso de aquellos que comparten nuestros valores…”

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