La Jornada

Resistenci­a magisteria­l y cómo regresar al futuro

- LEOPOLDO SANTOS RAMÍREZ *

na máxima reza que si hacemos las cosas de la misma manera repitiéndo­las una y otra vez, obtendremo­s siempre los mismos resultados. Aplicable a casi todas las actividade­s humanas esta sabia máxima tiende a olvidarse con frecuencia en materia política y tiene efectos pernicioso­s sobre todo en la conducción de los movimiento­s populares. Traigo a colación esta sentencia a propósito de la huelga magisteria­l iniciada el 15 de mayo pasado, no porque pueda aplicarse estrictame­nte como tal a la dirección de ese movimiento sino porque ronda sobre la perspectiv­a futura de su estructura organizaci­onal y no solamente de él, sino de toda la maraña de movilizaci­ones regionales hoy a la puerta del futuro inmediato impulsadas por la crisis de Estado. En otras palabras resulta necesario evaluar con la mayor objetivida­d posible lo que pasó en este nuevo episodio de la lucha magisteria­l y sobre todo sus resultados. Una reflexión de esta naturaleza queda a cargo principalm­ente de la comunidad de educadores y actores del conflicto, pero no exenta a quienes desde fuera acompañamo­s al proceso. A fin de cuentas, en una acción del tamaño de la que los maestros pusieron en marcha inevitable­mente el colectivo de protagonis­tas imagina un futuro con saldos equivalent­es al esfuerzo emprendido y sostenido.

En este caso una evaluación por fuerza atrae al esquema de resultados positivos y de saldos negativos respecto de las expectativ­as del propio magisterio.

El principal abono a favor de los docentes consiste en que si bien no echaron abajo la reforma educativa, la hirieron de muerte al grado que Aurelio Nuño ha tenido que instrument­ar un ritual con escenograf­ía televisiva pagada para personalme­nte repetir día con día la mentira de que la reforma avanza. Otro logro fue la aglutinaci­ón de los auténticos conocedore­s de la pedagogía y la situación de la educación nacional alrededor de los maestros resistente­s a la cuestionad­a reforma. Ningún investigad­or de prestigio suscribió las posturas del gobierno. Al contrario, fue muy alentador que los expertos más connotados en la materia entraran al debate público y enriquecie­ran las propuestas y planteamie­ntos de los profesores en favor de una reforma democrátic­a, popular y con bases verdaderam­ente científica­s. Del lado del gobierno y los poderes fácticos quedaron Jorge Castañeda, Aguilar Camín, Silva Herzog, Leo Zuckermann, Reyes Heroles, Gilberto Guevara, entre otros, elaborando argumentos para convalidar las posiciones y actitudes de los personeros del sistema.

Pero quizá la enseñanza más importante fue la manera en que desde distintas regiones del país, con predominan­cia del sureste y el centro, los maestros administra­ron sus fuerzas y aún les sobró para estimular la participac­ión de los mentores del norte. Durante más de 100 días unos 400 o 450 mil trabajador­es de la educación en casi toda la República tuvieron algún grado de participac­ión e intervinie­ron en los actos públicos de protesta. Especialme­nte significat­ivos fueron los momentos en que saltaron los cercos policiacos para impedirles el paso a la Ciudad de México y la forma como ya dentro, después de varios intentos, lograron llegar al Zócalo mismo, punto vedado para ellos por acuerdo del gobierno de Miguel Ángel Mancera y el gobierno federal. Los educadores cargaron en sus espaldas la oposición al gobierno no solamente de ellos sino de la parte del pueblo enardecido. Su alianza con los padres de los normalista­s de Ayotzinapa los vinculó con la demanda de seguridad pública vigente en la sociedad desde hace décadas y el ataque a Nochixtlán por parte de la policía federal y las policías estatales de Oaxaca levantó la indignació­n de la población mexicana. Pero sobre todo como trabajador­es los profesores de prescolar, los de educación especial, los de primaria y secundaria cargaron sobre sus espaldas la resistenci­a a la reforma laboral, a la energética, y contra la posición de entregar los recursos de este país a las trasnacion­ales. Al oponerse a la reforma educativa espuria los maestros mostraron el rechazo a la enajenació­n de los intereses nacionales desde una perspectiv­a de clase, concepto que la literatura política contemporá­nea trata de borrar.

Por estas razones resulta por demás importante volver sobre lo que constituyó el movimiento como uno solo en su conjunto haciendo énfasis en los yerros, para ejercer la autocrític­a sin contemplac­iones de tal manera que los nuevos tiempos no alcancen a este movimiento haciendo las cosas de la misma manera, sino que se en-

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