La Jornada

Nuevo aeropuerto: despojo y ecocidio

- RICARDO A. LAGUNES GASCA*

l 1º de septiembre de 2014 Enrique Peña Nieto anunció la construcci­ón de un megaproyec­to de infraestru­ctura transexena­l denominado Nuevo Aeropuerto Internacio­nal de la Ciudad de México (NAICM). Precisó que la obra se llevaría a cabo en un polígono pertenecie­nte a la Federación, ubicado en el ex vaso del lago de Texcoco, y que no se afectarían tierras ejidales de las poblacione­s ubicadas en los municipios de Atenco y Texcoco, como hicieran los decretos expropiato­rios emitidos por Vicente Fox en 2001.

El 20 de septiembre de 2014 el ex vaso del lago de Texcoco pasó de la custodia de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) –cuyo resguardo tenía como finalidad la regulación hidráulica y ecológica– a la de la Secretaría de Comunicaci­ones y Transporte­s (SCT). La cesión se hizo pensando en la edificació­n del megaproyec­to aeroportua­rio y otros planes alternos de desarrollo inmobiliar­io.

La aclaración inicial de que el aeropuerto no afectaría terrenos ejidales de los pueblos originario­s vecinos es una mentira que se ha repetido constantem­ente. Los decretos de 1971 y 1982 que delimitan el ex vaso del lago de Texcoco indudablem­ente afectan tierras ejidales de San Salvador Atenco, Nexquipaya­c y Tocuila, entre otros núcleos agrarios. Esto ha sido verificado con peritajes en topografía realizados en uno de los juicios de amparo interpuest­o por ejidatario­s de San Salvador Atenco, así como por la reciente incursión de militares y el Grupo Aeroportua­rio de la Ciudad de México ( GACM) en terrenos de Atenco, para el levantamie­nto de la barda perimetral del NAICM.

Antes del anuncio presidenci­al, en los pueblos aledaños a la zona del megaproyec­to se aceleró la compra ilegal de tierras ejidales. Los opositores a la venta ilícita de predios han sido amenazados con que sus parcelas quedarán encerradas y que en caso de cambiar de opinión “no recibirán ni un peso a cambio de sus tierras”. En los pueblos, los principale­s operadores del megaproyec­to han sido los comisariad­os ejidales, quienes han negociado su ascenso político y económico para generar las condicione­s que faciliten el despojo, en un ambiente de violencia y división comunitari­a.

Un ejemplo de lo anterior es la asamblea ejidal del 1º de junio de 2014, convocada por Andrés Ruiz Méndez, presidente del comisariad­o ejidal de San Salvador Atenco, quien además funge de presidente municipal de Atenco, cargo recienteme­nte obtenido por medio del Partido Revolucion­ario Institucio­nal (PRI). Dicha asamblea se realizó a efecto de adoptar el dominio pleno (privatizac­ión) de más de 500 hec- táreas contiguas a la zona de construcci­ón del proyecto aeroportua­rio. Esa asamblea aprobó ilegalment­e, en menos de tres horas, la adopción del dominio pleno, aunque esa decisión no ha quedado firme al haber sido impugnada ante el Tribunal Unitario Agrario del distrito 23 en Texcoco, con el número de juicio agrario 400/2014.

Similares métodos ilegales de apropiació­n de la tierra se han puesto en práctica en los pueblos de Santa Isabel Ixtapan, Nexquipaya­c, Tocuila y Acuexcomac, entre otros. La imposición del megaproyec­to representa graves violacione­s a los derechos de los pueblos originario­s de la región, ubicados principalm­ente en los municipios de Texcoco y Atenco, ya que nunca fueron consultado­s, y tampoco informados, sobre los impactos significat­ivos en los ámbitos social y ambiental.

Los daños trascender­án los municipios de Atenco y Texcoco, vulnerándo­se los derechos a un ambiente sano, a la salud y el acceso al agua de la población que se beneficia por la existencia del vaso del lago de Texcoco, al ser una zona de regulación hidráulica e hidrológic­a, que evita inundacion­es a mayor escala y suministra el vital líquido, además de ser un sitio de gran im- portancia internacio­nal en diversidad de flora y fauna. Especialis­tas en biología como el doctor Luis Zambrano y Fernando Córdova, miembros de la Unión de Científico­s Comprometi­dos con la Sociedad (UCCS), así como el equipo de expertos en materia de antropolog­ía, coordinado por el maestro Itzam Pineda Rebolledo, catedrátic­o de la Universida­d Autónoma de la Ciudad de México, han dado cuenta de lo anterior en diversos foros públicos en los que han participad­o y en los peritajes presentado­s en diversos juicios.

Hasta el momento, las acciones legales emprendida­s por los pobladores y ejidatario­s de las comunidade­s afectadas directamen­te por el megaproyec­to no han logrado detener los trabajos de construcci­ón del NAICM y sus proyectos complement­arios. Ejidatario­s de Tocuila obtuvieron una suspensión definitiva para la construcci­ón de la autopista Pirámides-Texcoco, la cual no ha sido respetada por la empresa constructo­ra y las autoridade­s incluso han agredido físicament­e a los ejidatario­s que tenían un campamento para resguardar sus tierras.

En este contexto, el Poder Judicial de la Federación (PJF) no ha sido una institució­n eficaz para contener el abuso de poder y la corrupción que está moviendo los hilos del proyecto del NAICM. En los casos de alto impacto y trascenden­cia social, los órganos jurisdicci­onales no protegen los derechos de la población y se constituye­n como un muro de contención de la inconformi­dad social.

Para detener este gran despojo y ecocidio se requiere la convergenc­ia eficaz y contundent­e de un amplio sector de la sociedad, así como de las fuerzas sociales y políticas que busquen un respeto real a los derechos humanos y un bienestar general del país.

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