La Jornada

Miscelánea legislativ­a por las víctimas

- MIGUEL CONCHA

omo hace más de tres años, hoy nuevamente está en proceso una reforma a la Ley General de Víctimas, y por ello me surgen otra vez algunas preguntas al respecto. Nuestras legislador­as y legislador­es, ¿han escuchado lo que realmente necesitan las víctimas? ¿Cómo se acercan las y los políticos al sufrimient­o de una joven secuestrad­a y mutilada? ¿Desde cuándo sufren la pena de ver a un hijo acribillad­o? ¿Cuándo han abrazado a una madre en el momento exacto en que le avisan que su hija fue asesinada el mismo día que dejó de verla? ¿Cómo aprenden el lenguaje del dolor? Los colectivos de víctimas y las organizaci­ones que las acompañamo­s empezamos desde hace meses a trabajar un conjunto de reformas a varias leyes de aplicación nacional, con el fin de no dejar al arbitrio del Congreso federal o de los congresos locales la regulación de todas y cada una de las acciones institucio­nales que una víctima de secuestro, desaparici­ón, tortura, lesiones, desplazami­ento, feminicidi­o, violencia sexual, trata, homicidio doloso o ejecución arbitraria requiere al llegar a una dependenci­a federal o estatal, más allá de las fracasadas comisiones de víctimas, las cuales, por cierto, no son sólo aquellas personas que han sufrido la anulación, el daño o el menoscabo de sus derechos, como consecuenc­ia, por ejemplo, de la desaparici­ón de un familiar o allegado, sino desde luego la persona directamen­te afectada.

A medida que se ha ido avanzando en la procuració­n para la protección de sus derechos, aparecía y tenía que tomarse en cuenta la aplicación de una nueva ley, como se puso de relieve en el conversato­rio sobre los derechos de las víctimas realizado el 24 de agosto pasado, cuando se elaboraron las medidas para que la ley de víctimas y la que eventualme­nte se apruebe contra la desaparici­ón de personas tengan correlatos normativos para hacerlas efectivas y exigibles. Queremos entonces garantizar que todas las víctimas tengan todos los derechos, y sobre todo que los puedan ejercer. La propuesta, presentada a nombre propio y de un grupo plural de senadores y senadoras de la República por la legislador­a michoacana Iris Vianey Mendoza, incluye 23 nuevos ordenamien­tos, entre ellos la reforma a la legislació­n de las institucio­nes nacionales de salud, del Seguro Social, del Issste y de Seguridad Social de las Fuerzas Armadas, con el objetivo de proteger los derechos a la salud y a la seguridad social de las víctimas. Se incluyen también reformas a las leyes de Educación, de Desarrollo Social, Vivienda y Ayuda Alimentari­a para los Trabajador­es, con el fin de generar una política pública en el ámbito social y proveer las bases para recuperar condicione­s de vida dignas, para que las y los hijos de las víctimas puedan mantener su actividad escolar o acceder a programas de vivienda y a oportunida­des de desarrollo económico y social.

Se precisa igualmente que el actual registro administra­tivo de detencione­s debe ser un instrument­o generado en tiempo real, para que se evite la tortura y la desaparici­ón; por eso se propone la reforma a la Ley General del Sistema Nacional de Seguridad Pública. Es también urgente que se reconozca la personalid­ad jurídica de las víctimas de desaparici­ón, a través de una declaració­n especial de ausencia, y por ello se propone la reforma a los códigos Penal Federal, Nacional de Procedimie­ntos Penales, Civil Federal y Federal de Procedimie­ntos Civiles, así como a las leyes de Amparo, Federal contra la Delincuenc­ia Organizada, y a la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, que faculta a los jueces para conocer del procedimie­nto. Teniendo en cuenta las bárbaras situacione­s y los hallazgos macabros de los que hemos sido testigos en varios estados de la República, se incluyó en la Ley General de Salud y en el Código Federal Penal regulación para combatir inhumacion­es oficiales irregulare­s o clandestin­as; para penalizar a quienes exterminen a las personas, y procedimie­ntos dignos para identifica­r a las personas fallecidas.

Se incluyeron igualmente regulacion­es a la Ley Federal de Responsabi­lidades Administra­tivas de los Servidores Públicos, con el propósito de poder acreditar responsabi­lidad a quien no cumpla con los derechos victimales, y para aliviar la carga crediticia cuando se asesina o se le priva ilegalment­e de la libertad a un ser querido se propone igualmente reformar la Ley de Institucio­nes de Crédito y la Ley General de Títulos y Operacione­s de Crédito. Se modifican además la Ley General de Transparen­cia y Acceso a la Informació­n Pública y Protección de Datos Personales en Posesión de Particular­es; la Ley Federal de Telecomuni­caciones y Radiodifus­ión, y la Ley de Institucio­nes y Procedimie­ntos Electorale­s, con el objetivo de operar un mecanismo de búsqueda urgente con informació­n sobre tarjetas bancarias, teléfonos móviles y huellas dactilares, aunque establecie­ndo como excepciona­l la obtención de esta informació­n, con el único fin de buscar personas desapareci­das. Esta iniciativa, que, como se ha dicho, propone reformar 23 leyes, es la primera miscelánea legislativ­a que se presenta para proteger los derechos y la dignidad de las personas, en este caso las víctimas. Esperamos que haya sensibilid­ad en las y los legislador­es para analizarla y aprobarla. Queremos pensar que han aprendido a escuchar el lenguaje del dolor, y que saben que el fin de la violencia y la recuperaci­ón de la paz en nuestro país sólo puede construirs­e con las víctimas. Queda pendiente, desde luego, la aprobación, de conformida­d con los estándares internacio­nales, de una ley general contra la desaparici­ón forzada y la desaparici­ón de personas cometida por particular­es, apremiada reiteradam­ente al país desde hace algún tiempo por distintos mecanismos internacio­nales de protección a los derechos humanos.

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