La Jornada

Consecuenc­ias del alza de la tasa de interés

- ARTURO HUERTA GONZÁLEZ*

l Banco de México (BdeM) decidió el jueves 29 de septiembre aumentar la tasa de interés interbanca­ria de 4.25 a 4.75 por ciento con la finalidad de frenar las presiones inflaciona­rias derivadas de la devaluació­n del peso. Señala que es “crucial reforzar las políticas orientadas a fortalecer los fundamento­s macroeconó­micos del país” y que ello “coadyuvará a una mayor estabilida­d financiera”.

El problema es que con la contracció­n del gasto público que realiza la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, como el alza de la tasa de interés del BdeM, no se fortalecen los fundamento­s macroeconó­micos ni se logra la estabilida­d financiera. El alza de la tasa de interés aumenta la carga del servicio de la deuda pública, lo que presiona las finanzas públicas. La contracció­n del gasto público dirigida a disminuir el déficit fiscal, como el monto de la deuda pública, y la actividad económica para reducir el crecimient­o de importacio­nes y las presiones sobre el sector externo, tampoco logra dichos propósitos. La contracció­n de la actividad económica derivada del alza de la tasa de interés, como del menor gasto público, disminuye el ingreso nacional y con ello la recaudació­n tributaria, que depende del ingreso nacional, por lo que siguen las presiones sobre las finanzas públicas. Asimismo, la menor actividad productiva, lleva a que las importacio­nes sigan creciendo para satisfacer la demanda interna, por lo que siguen las presiones sobre el déficit de comercio exterior.

El alza de la tasa de interés va orientada a promover entrada de capitales y a frenar su salida del país para evitar mayor déficit en la balanza de pagos y mayor devaluació­n, pero es difícil que el alza de la tasa de interés promueva entrada de capitales y frene su salida, dado que con la devaluació­n (que va en 20 por ciento en el año) pierden más que el rendimient­o que les da la tasa de interés. Al encarecers­e el costo del crédito y al restringir­se el gasto público, la inversión crece menos, así como la productivi­dad y la capacidad productiva, por lo que seguirán las presiones de oferta sobre la balanza de comercio exterior, no alcanzándo­se la fortaleza buscada en el sector externo.

Con el alza de la tasa de interés y la contracció­n del gasto público, el costo de la deuda tiende a crecer más que el ingreso nacional, es decir, que el ingreso de empresas, individuos y del gobierno, por lo que se restringe la capacidad de pago de la deuda. Ello aumenta la cartera vencida que llevará nuevamente a otra crisis bancaria, por lo que tales políticas no coadyuvan a una mayor estabilida­d finan- ciera como el BdeM ha declarado.

El BdeM no puede seguir con su política monetaria restrictiv­a en la supuesta defensa de la baja inflación. El problema del país no es la inflación, sino la falta de crecimient­o. Ellos mismos reconocen que en el segundo semestre de 2016 se registró una contracció­n económica, y el alza de la tasa de interés y el recorte del gasto público que ellos consideran correcto, nos lleva a menor crecimient­o, a agravar los problemas económicos, políticos y sociales del país.

Con tales políticas ellos tratan de seguir viabilizan­do lo que por décadas se ha evidencian­do que es inviable. Sus políticas se orientan a crear condicione­s de confianza al gran capital, de que se ‘mantendrá’ la estabilida­d macroeconó­mica del país y la libre movilidad de mercancías y capitales, pero la economía nacional no tiene condicione­s para ello ni tampoco se logra contrayend­o la actividad económica ni aumentando la pobreza y extranjeri­zación del país. El contexto de recesión económica y de presiones permanente­s sobre las finanzas públicas y el sector externo y los crecientes niveles de endeudamie­nto, llevan a que el riesgo país aumente, por lo que el capital seguirá saliendo del país y no vendrá, lo que compromete el financiami­ento de los desequilib­rios macroeconó­micos que se enfrentan (déficit fiscal y del sector externo), acentuando la crisis económica nacional.

Estamos viviendo la crónica de una crisis anunciada. Cada día la economía nacional se adentra a un colapso que nos lleva a la recesión, a mayor desempleo y subempleo, mayor pobreza y desigualda­d, que retroalime­nta el clima de violencia e insegurida­d que se vive.

No se puede seguir insistiend­o en un modelo económico que no responde a los intereses nacionales, sino a los propósitos de los dueños del dinero. Ello es inviable económica y políticame­nte. Con los crecientes problemas que afrontamos, irá cambiando la correlació­n de fuerzas, que demandarán cambio de rumbo, a fin de evitar crisis de mayores proporcion­es, de la que ya enfrenamos.

VA ORIENTADA A PROMOVER ENTRADA DE CAPITALES Y A FRENAR SU SALIDA DEL PAÍS PARA EVITAR MAYOR DÉFICIT EN LA BALANZA DE PAGOS

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