La Jornada

Superviven­cia

MAR DE HISTORIAS

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La frase –“olvídate de todo lo demás”– resume muchas cosas: pérdidas, decepcione­s, enfermedad­es, frustració­n, soledad. Antes la aliviaba la existencia de Canelo y Memo. Al poco tiempo de quedarse sin trabajo y sin esperanzas de encontrar otro, tomó la dolorosa decisión de regalar sus dos perros a Teté, la hija de la portera.

Vivía con su marido en Santa Clara. A Felisa le resultaba imposible ir tan lejos a visitar a sus animales, pero algunos domingos llamaba a Teté y le pedía que les acercara el teléfono, segura de que ellos, al oír su voz, iban a ladrar como cuando salían a recibirla, a su vuelta del trabajo.

La última vez que Felisa la llamó por teléfono, Teté le dijo con mucha pena que los perros habían escapado saltándose la barda. Después de analizar la huida, Felisa llegó a una conclusión: Memo y Canelo eran listísimos, de seguro podían recordar dónde quedaba su antigua vivienda y pronto arañarían su puerta de lámina para anunciar su regreso.

Hace mucho tiempo Felisa está consciente de que el rencuentro con sus animalitos de compañía es imposible, pero de sólo imaginarlo se le aceleran los latidos del corazón, lo mismo que cuando pasa la prueba de superviven­cia y tiene garantizad­a su pensioncit­a por otros seis meses: mucho tiempo para quien sólo hace planes de muy corto plazo. “A mi edad –se repite siempre– no hay que echar las redes demasiado lejos.”

La sorprende encontrars­e ya ante la oficina de Superviven­cia y que no haya nadie haciendo cola. Será la primera a la que atiendan en la ventanilla de verificaci­ón. Podrá regresar a su casa antes de lo que esperaba y luego ir a la tienda para hacer sus compras: arroz, frijol, lentejas, azúcar, aceite, papel sanitario, dos latas de sardinas y una mermelada chica de fresa. Pensar en que al fin va a satisfacer un antojo postergado durante meses le acelera el corazón: “Alégrate de estar...” La voz interior que escucha es sustituida por otra: “Señora, ¿qué tiene, qué le sucede?”

La bolsa con los papeles que acreditan a Felisa Domínguez Martel caen al suelo.

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