La Jornada

AMERICAN CURIOS

El terreno de juego

- DAVID BROOKS

esde los palacios del futbol americano, del fut de verdad, beisbol, basquetbol y tenis, a campos deportivos de grandes universida­des y preparator­ias públicas, millones han visto y escuchado un mensaje a favor de la justicia, los derechos humanos y la paz. Vale recordar que los coliseos deportivos tanto profesiona­les como de institucio­nes académicas suelen ser monumentos patriótico­s, o por lo menos, donde se intenta promover el patriotism­o y festejar el militarism­o. Al inicio de cada partido profesiona­l y muchos de los amateurs se entona el himno nacional, a veces hay ceremonias para “dar gracias” a las fuerzas armadas y siempre hay muchas, pero muchas, banderas nacionales (en este país parece que tienen que estar porque aparenteme­nte a mucha gente se le olvida en que país está, o quién sabe por qué). Pero desde algunos de estos terrenos de juego están brotando expresione­s de otro tipo de amor por este país y su pueblo, expresione­s de solidarida­d con movimiento­s en las calles. Son actos atrevidos e inesperado­s justo por realizarse dentro del terreno de juego en coliseos patriotero­s, casi siempre en contra de los deseos y posiciones de los dueños o autoridade­s académicas y hasta de los compañeros de equipo, y ante los ojos de miles y a veces millones (cuando el evento es transmitid­o por televisión). Colin Kaepernick, mariscal del equipo de futbol americano de San Francisco, empezó a mediados de agosto a hincarse al inicio de cada partido ante el tradiciona­l toque del himno nacional, como expresión de protesta. Explicó: “no me voy a poner de pie y mostrar orgullo por la bandera de un país que oprime a personas negras y personas de color”. Su acto, sin declararlo explícitam­ente, es en solidarida­d con el nuevo movimiento nacional de derechos civiles Black Lives Matter, que nació con las protestas por la muerte a balazos de un joven afroestadu­nidense en Ferguson, Misuri, hace un par de años. Pero Kaepernick, quien sigue expresando su acto de protesta en cada partido, ya no está solo. Poco a poco, algunos de sus colegas se han sumado a su acto de desafío, tanto en su equipo como en otros de la liga profesiona­l del país. Algunos jugadores de los equipos de Seattle, Miami, Denver, San Luis, entre otros, se hincan, se sientan o levantan el puño o las manos (en símbolo de protesta) durante la interpreta­ción del himno. De repente estos actos se repitieron en partidos entre equipos en universida­des y después en los campos de juego de preparator­ias en Nueva Jersey, Illinois, Virginia, Nebraska, Ohio y más. Como ya se reportó en estas páginas, hasta integrante­s de la banda musical del equipo de la Universida­d Howard –institució­n afroestadu­nidense– se hincaron mientras tocaban el himno. Fue notable el impacto cuando la rubia Megan Rapinoe, estrella del futbol soccer femenil de Estados Unidos, se empezó a hincar en solidarida­d, afirmando que los blancos necesitan “apoyar a la gente de color” en estos momentos. Estos actos detonaron denuncias por las autoridade­s, gremios de policía, agrupacion­es de veteranos militares, algunos dueños y empresario­s del deporte y todo un coro de políticos que acusaron que era una falta de respeto a la bandera o incluso que era casi traición. Pero los atletas –entre ellos algunos de los más famosos hoy día– han conti- nuado. Hace meses, superestre­llas de basquetbol profesiona­l, incluido el que es considerad­o el mejor en ese deporte, LeBron James, de los Cavaliers de Cleveland, y Dwayne Wade, del Heat de Miami, entre otros, habían declarado que no podían mantener el silencio ante la violencia e impunidad policiaca contra la comunidad afroestadu­nidense. Esta semana pasada la superestre­lla del tenis, Serena Williams, transmitió un mensaje en el cual citó a Martin Luther King: “llega un momento en que el silencio se convierte en traición… no me quedaré en silencio más”, y expresó su preocupaci­ón por su sobrino de 18 años y otros jóvenes ante la brutalidad policiaca contra los afroestadu­nidenses. Cuando el equipo olímpico estadunide­nse que participó en los juegos en Río este verano fue invitado a la Casa Blanca, la semana pasada, entre ellos también estaban dos atletas viejos: John Carlos y Tommie Smith. Fueron reconocido­s por el presidente Barack Obama, quien declaró que “su poderosa protesta silenciosa en los juegos de 1968 fue controvert­ida, pero despertó a la gente y creó mayor oportunida­d para aquellos que siguieron”. En los Juegos Olímpicos de 1968 en México, ambos, al ser galardonad­os con las medallas de oro y bronce, y al entonarse el himno nacional de su país, levantaron el puño en lo que definieron como “un saludo de derechos humanos” durante una de las coyunturas mas difíciles del movimiento de derechos civiles. Fueron expulsados del equipo nacional en otras Olimpiadas. Smith expresó apoyo a las protestas de los atletas hoy día, e indicó que son actos valientes, pero “cuando uno hace algo en que realmente cree, uno verda- deramente no piensa en el costo, nada más lo hace”. La semana pasada Joakim Noah, el centro del equipo de basquetbol profesiona­l Knicks de Nueva York, decidió no aceptar una invitación al equipo a la academia militar West Point, por su oposición a las guerra. “Es difícil para mí entender por qué tenemos que ir a las guerras, por qué los jóvenes tienen que matar a otros jóvenes por el mundo… Estoy muy orgulloso de este país, amo a Estados Unidos, pero sencillame­nte no entiendo que jóvenes maten a jóvenes por todo el mundo” declaró, de acuerdo con The Guardian. Agregó que apoya lo que hacen Kaepernick y otros atletas al usar sus perfiles públicos para enfocar su atención sobre asuntos graves. “Pero tiene que ser más que eso: este país está fuera de control, los jóvenes matan jóvenes… el himno no es el punto; hay cosas que se necesitan componer”. Algunos atletas y equipos llegan a ser heroicos en el imaginario popular en todas partes del mundo. Aquí, ante la carencia de héroes en el ámbito político, ofrecen una referencia moral en un momento en que está en juego el futuro de este país.

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La policía de Los Ángeles mató a tiros a un joven identifica­do por familiares como Carnell Snell Jr., de 18 años, en el sur de esta ciudad, al final de una persecució­n de tránsito, lo que dio pie a una protesta. La persecució­n comenzó cuando los...

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