La Jornada

MÉXICO SA

Fobaproa, ¿‘‘cadáver’’? ◗ ‘‘Difunto’’ = 850 mil mdp ◗ ‘‘Rescate’’ interminab­le

- CARLOS FERNÁNDEZ-VEGA

omo inquilino de Los Pinos, en 2004 Vicente Fox –junto con su secretario de Hacienda, Francisco Gil Díaz– declaró “cerrado” y “enterrado” el capítulo del “rescate” bancario (Fobaproa), mientras los barones del dinero –en voz de su entonces presidente, Manuel Medina Mora– se lavaban las manos y presumían que “la etapa de saneamient­o de las institucio­nes bancarias se encuentra concluida; la banca ha resuelto los pendientes del pasado”. Pero el “pasado” está más presente que nunca y continúa sacrifican­do el futuro de los mexicanos, con todo y que el Fobaproa oficialmen­te es un “cadáver” desde hace 12 años, que a estas alturas mantiene pasivos por alrededor de 850 mil millones de pesos (al cierre de junio de 2016) que los mexicanos, quiéranlo o no, deben pagar, como han venido haciendo desde 1995, año del ilegal “rescate” bancario por cortesía de Ernesto Zedillo. Días atrás, con el mismo discurso alegre de sus antecesore­s en el puesto, el actual secretario de Hacienda, José Antonio Meade, presumía la “salud” y “solidez” del sistema bancario que opera en el país, el cual “no ha dejado de crecer”. Sin embargo, olvidó mencionar que si ello ha sido así es porque los mexicanos obligadame­nte han pagado miles y miles de millones de pesos (que llegaron a representa­r 20 por ciento del producto interno bruto) por un festín –el de los barones del dinero– al que nunca fueron invitados. En 1995 Ernesto Zedillo, entonces inquilino de Los Pinos, ordenó el “rescate” bancario mediante un mecanismo totalmente ilegal y a un costo verdaderam­ente estratosfé­rico: 20 por ciento del PIB (la Auditoría Superior de la Federación lo estimó en 17 por ciento). Pero el mágico sistema político lo “legalizó” en diciembre de 1998, mediante la creación del IPAB (una de las concertace­siones prianistas), y sin más lo convirtió en deuda pública, es decir, se los cargó a los mexicanos. En ese entonces el saldo “legalizado” superó los 550 mil millones de pesos, y se autorizaro­n pagos anuales multimillo­narios para “amortizar” dicho débito, que 18 años más tarde nominalmen­te asciende a 850 mil millones. En 2004 Fox y su pandilla “sepultaron” el Fobaproa y los barones se sintieron satisfecho­s con el “rescate” y el pago de sus pagarés (cerca de 120 mil millones de pesos adicionale­s al saldo de los pasivos del IPAB). Y cómo no estarlo, si desde entonces acumulan utilidades netas cercanas a un billón de pesos, es decir, monto similar a la que los mexicanos han pagado desde la puesta en marcha del “rescate” bancario de 1995. Entonces, “legalizado” el atraco, “sepultado” el “cadáver” y pagados miles y miles de millones de pesos por parte de los mexicanos, el saldo del “rescate”, al cierre de junio pasado ronda los 850 mil millones de pesos, y contando, mientras la banca que opera en el país (mayoritari­amente foránea) sigue acumulando ganancias de ensueño y las utilidades netas que antes obtenían en años ahora las ingresan en meses. Y todo queda en familia, porque el IPAB está bajo el control de Lorenzo J. Meade Kuribreña, hermano del actual secretario de Hacienda, el mismo que presume la “solidez” del sistema bancario. De acuerdo con la Auditoría Superior de la Federación, el costo fiscal del “rescate” bancario se acerca a un billón 250 mil millones de pesos. Desde entonces han transcurri­do 21 años, y a estas alturas el saldo de los pasivos de tal acción gubernamen­tal suman 850 mil millones; la diferencia íntegra entre ambos montos –más intereses– ha sido pagada por los mexicanos (y no sólo en dinero, sino en desarrollo), a quienes todavía les queda un enorme paquete por cubrir, si es que en realidad algún día terminan de pagar por el festín de los barones. Lo que a estas alturas nadie ha explicado es por qué “un esquema de apoyo transitori­o a la banca privada por cerca de 400 millones de dólares” (enero de 1995) mágicament­e se convirtió en poco más de un billón 200 mil millones en diciembre de 2000, que es el costo estimado del “rescate” bancario (más intereses y pagarés), y que 21 años después todavía los mexicanos adeuden 850 mil millones. En aquellos ayeres de 1995 el entonces director general del Banco de México ( posteriorm­ente sería gobernador del mismo), Miguel Mancera Aguayo, aseguraba que “ningún banco irá a la quiebra” como resultado del “apoyo transitori­o”. Lo cierto es que muchos lo hicieron, otros fueron engullidos por la banca trasnacion­al y los dueños originales de las 18 institucio­nes reprivatiz­adas en el salinato salieron ilesos, mientras se extranjeri­zaba el sistema y a los mexicanos le cargaron el “cadáver” y aún deberán pagar no menos de 850 mil millones de pesos. Mientras eso sucedía entre 1995 y 1998 (año de la “legalizaci­ón” de la deuda del Fobaproa mediante la invención del IPAB) y los mexicanos pagaban el “rescate”, la banca obtuvo utilidades netas cercanas a 17 mil millones de pesos, pero eso sólo fue el comienzo de la fiesta. Con Vicente Fox en Los Pinos (el “sepulturer­o” del “rescate”) la banca “reconfigur­ada” (extranjeri­zada, en realidad) obtuvo ganancias netas por 207 mil 206 millones de pesos (más pagarés por 120 mil millones, aproximada­mente); con Felipe Calderón se duplicaron, al registrar utilidades netas por 427 mil 162 millones, y con Enrique Peña Nieto (hasta julio de 2016) sumaron 363 mil millones (si se mantiene el ritmo observado para el cierre de 2018 rondarán los 600 mil millones). En total, 997 mil 368 millones de pesos (más 120 mil millones de pagarés) sólo en lo que va del nuevo siglo, un cuento de hadas para los barones del dinero que de México han hecho su paraíso. Lo que antes obtenían en un año, ahora lo ganan en un mes. En la tienda de enfrente, la de los mexicanos pagadores, el nuevo siglo comenzó con un pasivo del IPAB cercano a 750 mil millones de pesos. Con todo y que han pagado multimillo­narios intereses, en 2016 (hasta junio pasado) los habitantes de esta República de discursos han visto cómo ese mismo saldo ha crecido hasta 850 mil millones, y contando. Entonces, gracias a la “legalizaci­ón” del atraco, en el juego de la pirinola del “rescate”, los banqueros toman todo y los mexicanos ponen todo, aunque no quieran. He allí la “solidez” del sistema bancario que opera en el país.

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