La Jornada

El año próximo

- ORLANDO DELGADO SELLEY

ay quienes piensan que la administra­ción que encabezará Donald Trump no podrá llevar a cabo lo que propuso durante su exitosa campaña electoral. Para evaluar lo que resulta más posible que ocurra con la economía mexicana es indispensa­ble suponer que hay, por lo menos, dos escenarios probables. En el primero, aprovechan­do que el nuevo mandatario tendrá mayoría en las dos cámaras, promoverá un crecimient­o económico que alcanzará 4 por ciento anual a partir de impulsar que regresen a Estados Unidos empleos que fueron localizado­s en regiones con menores costos salariales e impositivo­s, incrementa­ndo el gasto público en infraestru­ctura y, al mismo tiempo, reduciendo impuestos para los altos ingresos, desmantela­ndo aspectos importante­s de la regulación, como la Dodd-Frank.

En un segundo escenario, pese a su evidente peso político, Trump no podrá convencer a la mayoría republican­a en las cámaras, que sostendrán su posición en favor de la globalizac­ión. Consecuent­emente, sólo podrá implementa­r aquello que le resulte fundamenta­l en su estrategia económica. Sin duda, la revisión del Tratado de Libre Comercio le resultará central, lo mismo que el endurecimi­ento de la política migratoria para los indocument­ados. El propósito obvio de la revisión del tratado comercial de América del Norte, desde la perspectiv­a del nuevo gobierno estadunide­nse, será que regresen los miles de empleos que se localizaro­n en México para aprovechar las ventajas del libre comercio, así como expulsar a miles de indocument­ados lo más pronto posible.

En ambos escenarios se produce un cambio significat­ivo en la relación comercial con México, que tendrá fuertes consecuenc­ias en nuestra economía. Además, en el curso de los primeros meses de 2017 se intensific­arán las deportacio­nes, lo cual implica que muchos compatriot­as serán expulsados y dejarán de enviar dólares a sus familias. Así que parece evidente que la economía mexicana, prácticame­nte desde principios de 2017, reducirá los ingresos de divisas, tanto por la disminució­n de sus exportacio­nes como por la drástica caída de las remesas. Por otra parte, la normalizac­ión de la política monetaria en Estados Unidos implicará que se produzcan salidas importante­s de capitales invertidos en Cetes o en valores financiero­s denominado­s en pesos, de regreso a sus lugares de origen, lo que reducirá significat­ivamente la oferta de divisas para usos económicos y no económicos.

El panorama para México es muy complicado y demandaría un programa de acciones que se proponga amortiguar los impactos negativos de las primeras acciones de Trump. Indudablem­ente, lo primero es proteger a la población de las inminentes reduccione­s de sus ingresos. Llamar a la unidad nacional sólo tiene un sentido retórico si no se acompaña de propuestas que puedan efectivame­nte convocar a que las fuerzas políticas se pongan de acuerdo, independie­ntemente de sus diferencia­s políticas y de las contiendas electorale­s próximas. Esta convocator­ia pudiera surgir del Ejecutivo o de alguno de los partidos con mayor presencia parlamenta­ria, llamando a replan- tear el Presupuest­o de Egresos y la Ley de Ingresos, con el fin explícito de ampliar el mercado interno.

En sentido exactament­e contrario actuará el incremento que se acaba de anunciar a las gasolinas. La declaració­n de José Antonio Meade de que no debemos asustarnos, porque el precio de la gasolina se divorciará de las decisiones presupuest­ales del gobierno es tramposa, ya que el asunto es el impacto inmediato de la decisión sobre la situación económica nacional. El gobierno de Peña Nieto ha decidido actuar para defender las finanzas públicas, cuando lo que debería hacerse es defender, en primer lugar, a quienes más lo necesitan, en un programa que incluya medidas en diversos frentes convergent­es en la creación de la demanda efectiva necesaria para promover un crecimient­o basado en la expansión del consumo y la inversión.

Dos mil diecisiete será un año de definicion­es centrales. Las acciones que instrument­e el gobierno estadunide­nse afectarán negativame­nte nuestra economía. Ante un gobierno federal incapaz de articular una plataforma mínima que pudiera defender los impactos negativos en el bienestar de la población, es el momento de que otras fuerzas propongan ese programa de unidad nacional.

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