La Jornada

Pervive en Francia arte de los “muñecos” para pastel de reyes

- AFP AUTREVILLE, FRANCIA.

En un pequeño taller de los Vosgos, en el este de Francia, Christel y Muriel Nex se afanan desde hace meses para tenerlas a punto: miles de sus figuritas fabricadas de forma artesanal se esconderán en el tradiciona­l pastel de reyes que se come estos días en todo el país.

Las hermanas, de 48 y 51 años, han heredado el oficio de sus padres, que empezaron a producir estas pequeñas piezas de porcelana de motivos variados en los años noventa. Cuando se jubilaron, fabricaban entre 40 mil y 50 mil al año, y sus hijas han mantenido la producción.

La hermana pequeña dedicó más de dos años a aprender de su padre y acabó retomando el negocio en 2005. Para “perpetuar lo que nos enseñaron, crear cosas bellas. Y la gente lo debe apreciar, porque vienen a nosotras”, asegura.

No son pocos: a Autreville no se llega para comprar una o dos figuritas. Panaderos y pasteleros de toda Francia hacen su pedido aquí, pidiendo diseños particular­es o eligiendo entre la rica muestra de creaciones de las hermanas Nex. El resto del año, Christel y Muriel muestran su obra en ferias de coleccioni­stas.

Una tradición ancestral

La tradición de elegir un rey tras comer el famoso pastel de reyes ( galette de rois en Francia) viene de la época de los romanos. En las fiestas de las Saturnales, “jugando a los dados o a las tabas, se elegía a un falso rey que presidía los banquetes domésticos”, escribe la histo- riadora Nadine Cretin en su libro Fiestas de mesa y tradicione­s alimentari­as. Y desde el siglo XIV, se empezó a elegir al efímero soberano escondiend­o un haba en un pastel.

Pero esta costumbre gastro- nómica, con motivo de la Epifanía, no es exclusivam­ente francesa. Con variacione­s, también se da en España y en América Latina, con el roscón o rosca de reyes, un bollo seco o relleno de nata, con forma circular y cu- bierto de azúcar, almendras y fruta escarchada, en el que también se esconde una figurita y un haba. En el caso de España, la tradición estipula que quien encuentra el haba tiene que pagar el próximo roscón.

En el taller de las hermanas Nex, “no hay dos figuras con la misma pincelada”, ya que todas son fabricadas a mano, recuerda Christel. Y para preservar la fabricació­n 100 por ciento artesanal, “no se puede aumentar el volumen”, defiende.

Aun así, las hermanas tratan de innovar. “Cada año tratamos de cambiar el tema de nuestras coleccione­s”, explica, precisando que combinan diseños tradiciona­les, motivos coloridos para los niños y temas más modernos y atrevidos.

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