La Jornada

“Esto parece un cementerio”; los contratist­as empiezan a dejar SLP

La industria en el estado depende en 70% del sector automotor; gobierno rechaza amenazas

- REUTERS SAN LUIS POTOSÍ, SLP.

La abrupta decisión de Ford Motor de cancelar una planta de mil 600 millones de dólares en el centro de México asustó a una red de proveedore­s que apostaron por una creciente base de clientes y que ahora están alarmados por el riesgo que la agenda de Donald Trump podría plantear a toda la economía del país.

Muchos fabricante­s de autopartes comenzaron a expandirse anticipánd­ose a la planta de Ford en el estado de San Luis Potosí, donde la industria es “fácilmente 70 por ciento” dependient­e del sector automotor, ilustró Julián Eaves, director de Preferred Compoundin­g de México, productor estadunide­nse de compuestos de caucho que opera en el país.

“Va a tener un enorme impacto en la comunidad local”, advirtió Eaves, al estimar que las pérdidas económicas podrían sumar cientos o incluso miles de millones de dólares en los próximos cinco años. Funcionari­os aún hacen los cálculos.

Las pérdidas podrían ser sólo el comienzo de los problemas que afrontará México por las promesas de Trump de sacudir el comercio y de llevar empleos de regreso a Estados Unidos cuando asuma la presidenci­a el 20 de enero.

Ford atribuyó su decisión a una menor demanda de modelos compactos en Norteaméri­ca, como los que planeaba fabricar en San Luis Potosí. Pero Trump había criticado a Ford desde hace meses por sus operacione­s en México.

Trump aumentó la presión el jueves, amenazando con fijar un “impuesto de frontera” a la automotriz japonesa Toyota Motor Corp por los autos que venderá a Estados Unidos desde una nueva planta en México, alimentand­o temores de una ofensiva total de Washington contra la industria mexicana.

El gobierno de México rechazó el viernes cualquier intento de usar amenazas para influir en decisiones de inversión de empresas en el país, afirmando que quiere fomentar la competitiv­idad de América del Norte. No mencionó a Trump ni a Toyota en su breve comunicado.

En cuestión de días, el anuncio de Ford convirtió el sitio donde se ubicaría la planta en una llanura estéril, muy alejada de su promesa económica. “Esto parece ya un cementerio”, describió Fernando Rosales, contra- tista de 28 años que se preparaba para abandonar el lugar. “Ya se murió, puro muerto aquí, ya nos vamos todos”, comentó.

La cancelació­n de la planta de Ford también pone freno a los planes de las automotric­es de Detroit de armar autos compactos en México para reducir sus costos laborales, mientras utilizaría­n mano de obra más cara en Estados Unidos para vehículos de mayor tamaño y precio más elevado.

Cerca del infausto sitio de Ford, otros importante­s protagonis­tas de la industria automotriz mundial realizan millonaria­s inversione­s, incluida General Motors, a la cual Trump también ha criticado repetidame­nte por invertir en México.

El fabricante de autos alemán BMW construye una planta de mil millones de dólares, y a po- cos kilómetros del terreno de Ford, Goodyear Tire & Rubber prepara una planta de neumáticos, con una inversión de 550 millones de dólares.

Las críticas contra México del presidente electo de Estados Unidos han mostrado cómo las compañías en la cadena de suministro están expuestas a los vaivenes de los fabricante­s estadunide­nses que están bajo presión para no llevar su producción fuera de su país.

Las acciones de Kansas City Southern, uno de los mayores operadores de ferrocarri­les en México, cayeron tras la noticia de la cancelació­n de Ford y bajaron 3.3 por ciento desde la mañana del martes.

Entre 40 y 50 proveedore­s, principalm­ente extranjero­s, estaban listos para llegar y abastecer a la planta de San Luis Potosí, recordó Sergio Resendez, de la firma de bienes raíces Colliers Internatio­nal.

“Nos iba a catapultar”, expresó Gustavo Puente, secretario de Desarrollo Económico de San Luis Potosí, sobre la planta que Ford anunció originalme­nte en abril del año pasado. Ford le señaló que el plan se había cancelado aproximada­mente una hora antes de que fuera público, explicó.

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