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Violencia de género sin freno Eruviel: don de la ubicuidad
inopsis necesaria: una amplia gama de ONG, sociedades académicas, defensoras de los derechos humanos, de la igualdad de género, comunicadores, artistas, intelectuales, partidos políticos y aun asociaciones religiosas, denuncian permanentemente el creciente aumento del maltrato, la discriminación y la violencia ejercida en contra de las mujeres. Por otra parte, prominentes personeros de la Iglesia hegemónica en el país, opinan que los datos que proporcionan los sectores anotados no son realmente significativos ni bastan para que las autoridades otorguen, a ese explicable desajuste en la convivencia intersexual, un tratamiento específico y especial. Como ejemplo, mencioné a ustedes la opinión de don Pedro Pablo, obispo de Quintana Roo quien, desde su innegable sapiencia de príncipe de la Iglesia, nos preguntó: ¿Por qué las mujeres tienen que ser diferentes? ¿Por qué su muerte no es un homicidio como todos? A estas cristianas e inteligentes declaraciones se sumó la airada queja del Centro Católico Multimedial, el cual dio a conocer que en los 26 años anteriores “han habido 61 atentados contra miembros de la Iglesia católica”, lo que convierte a México en el “país más peligroso para ejercer el sacerdocio”. Como yo no sé nada de física cuántica, pedí consejo a la maestra Blanca Ponce y me dijo: 61 atentados contra miembros de la Iglesia, durante 26 años, representan 2.34 al año pero, si a los 61 restamos los dos casos de desaparecidos (a saber con quién y por qué desaparecieron) y los dos secuestros frustrados, estamos hablando de 57 casos, o sea, un promedio de 2.19 atentados por año. Sin pretender elaborar el ranking de los crímenes cometidos anualmente en nuestro país y otorgar diplomas a los sectores más favorecidos por la delincuencia, debemos reconocer que el registro que presenta Tragedia y crisol del sacerdocio en México, pinta muy poco frente a los datos que a continuación, presento a su consideración. Comienzo con una información cuya responsabilidad compete al Instituto Nacional de Estadística y Geografía y que me llegó gracias al trabajo profesional del equipo formado por Israel Rodríguez, Emir Olivares, Carolina Gómez, Blanca Juárez y Silvia Chávez. Procuraré mencionar lo más escuetamente posible