La Jornada

Una constituci­ón a ritmo de tango

- GABRIELA RODRÍGUEZ

l ritmo de la constituci­ón que estamos construyen­do en la Ciudad de México es un juego político de figuras, pausas y movimiento­s improvisad­os, como un tango: caminamos, luego viene un corte y en seguida la quebrada. Al llegar al paso del quiebre, como que nos soltaron más de la cuenta; hoy está costando mucho esfuerzo el poder reincorpor­arnos.

El ejercicio ha sido muy productivo, los logros hasta ahora no son nada despreciab­les, porque en cuanto a los principale­s derechos sociales, económicos y culturales, vamos caminando al ritmo Morena, PRD y Movimiento Ciudadano. El problema ahora es que el PRI y el PAN, junto con su séquito del partido Verde, del PES y del Panal, quieren quebrar el avance; están como asustados: eso de que las izquierdas vayan juntas, que crezca la imagen de una ciudad donde ha gobernado la oposición, que la nueva constituci­ón brille demasiado frente a la Constituci­ón federal –que acusa tantos retrocesos reformista­s– y además, que el líder de Morena se apuntale tan alto en las encuestas, no les conviene para nada, tampoco al PRD; pareciera que no quieren abonar en tales direccione­s.

Desde el principio hubo oposición en aquellos asuntos que ponen en riesgo intereses financiero­s de las élites políticas y empresaria­les, que empoderen demasiado a las mujeres o a la ciudadanía.

El paso de avance de esta semana fue garantizar el agua, consideran­do varios rubros estratégic­os en el artículo 14: “El agua es un bien público, social y cultural. Es inalienabl­e, inembargab­le, irrenuncia­ble y esencial para la vida. La gestión del agua será pública y sin fines de lucro”. Clara Brugada, de Morena, lo explicó muy bien: “El agua no es una mercancía ni puede ser un negocio, la gestión incluye todo el proceso para la obtención y distribuci­ón del agua, pública y sin fines de lucro; se trata de un logro lo que se obtuvo en comisiones, pero una minoría que se convirtió en mayoría artificial –se refiere a diputados de PRI y PAN– trataron de quitar la no privatizac­ión del servicio del agua, pero más de dos tercios de diputados logramos impedirlo”.

Con una cadencia triste en este baile, se desdibujó el papel de las organizaci­ones de la sociedad civil en el artículo 22. Venía bien en el proyecto original “El diseño, ejecución y evaluación de las políticas y programas sociales de la Ciudad de México y de las demarcacio­nes se realizarán con la participac­ión de las y los habitantes y sus organizaci­ones en el nivel territoria­l que correspond­a”, caminaba bien, pero vino el corte en la última revisión, y quedó: “Las políticas y programas sociales de la Ciudad de México y de las demarcacio­nes se realizarán con la participac­ión de sus habitantes, de acuerdo con lo que en la materia establezca esta Constituci­ón”. Nos sorprendió que el PRD y los diputados constituye­ntes aprobaran esta última redacción, que elimina a las “organizaci­ones”; quedaron borradas, y también quitaron la precisión de su papel en el diseño, ejecución y evaluación de políticas y programas; no es cosa menor. El compañero Raúl Bautista, de Morena, lo dijo fuerte: “es muy fácil y cómodo satanizar a las organizaci­ones sociales, las descalific­an de corruptas, que se aprovechan de los programas, siempre tratan de ver el lado oscuro, desconocen todos los aportes que han hecho para mejorar

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