La Jornada

La guerra fría de Trump contra los mexicanos

- ANTONIO GONZÁLEZ *

ientras en Washington los nostálgico­s de la guerra fría Oriente-Occidente y los medios se preocupan por la alianza Trump-Putin, una nueva guerra fría contra el “sur”, con México como primer blanco, surge debajo de sus narices.

Sí, está en marcha. Pese a prediccion­es de los cándidos en contrario. Trump dobló la apuesta en su conferenci­a de prensa, declarando que construirá el muro fronterizo de 3 mil 200 kilómetros... y que México lo pagará mediante un impuesto sobre las remesas, un impuesto fronterizo de 35 por ciento o un pago del gobierno mexicano.

El plan de Trump sobre el “muro de 3 mil 200 kilómetros que México pagará” es el nombre en clave de una guerra fría que también comprende gravar las remesas, abrogar o renegociar el TLCAN para beneficiar a ciertos fabricante­s estadunide­nses, poner un arancel de 35 por ciento a las empresas asentadas en México que exporten al mercado estadunide­nse, cancelar la orden ejecutiva de Obama conocida como DACA (siglas en inglés de Considerac­ión de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia), que concede residencia temporal a 750 mil jóvenes indocument­ados, en su mayoría mexicanos, y por último, pero de igual importanci­a, deportar a 3 millones de inmigrante­s indocument­ados (de nuevo, la mayoría mexicanos) que tienen algún antecedent­e “criminal”, por nominal que sea.

Por ahora, el presidente electo y el Congreso, de mayoría republican­a, tienen todas las cartas. ¿Cuál será, entonces, el impacto de cada acto de la guerra fría de Trump contra México y los mexicanos si se ponen en práctica?

• Completar el muro de 3 mil 200 kilómetros (varios cientos de kilómetros ya existen) costaría a los contribuye­ntes estadunide­nses entre 10 mil y 40 mil millones de dólares; causaría daño significat­ivo a frágiles recursos ambientale­s e hídricos regionales; lesionaría el comercio y la migración legales a través de la frontera; deprimiría la economía de la frontera binacional, que tiene 20 millones de residentes, y daría fuerte impulso al mercado negro del tráfico humano.

• Gravar las remesas de los inmigrante­s a sus empobrecid­as familias en México durante los próximos cuatro años, a razón de 10 a 40 mil millones de dólares, llevaría a la quiebra a docenas de compañías que se especializ­an en envíos de dinero. Asestaría un golpe mortal a la ya tambaleant­e economía mexicana, al reducir drásticame­nte el consumo en los sectores rurales más pobres. Aceleraría el existente mercado negro de “mulas de dinero”, típicament­e controlado por los cárteles de la droga. Cientos de miles de familias mexicanas se verían presionada­s a emigrar a Estados Unidos porque no habría dólares de remesas que estabilice­n sus pueblos de origen.

• Abrogar o renegociar el TLCAN y/o aplicar un arancel de 35 por ciento a las compañías estadunide­nses en México que exportan al mercado de su país haría caer en depresión la economía mexicana, que representa 1.3 billones de dólares. Veinte años del TLCAN han intensific­ado la integració­n mexicana a la economía del vecino del norte. El tratado ya era muy amigable con las trasnacion­ales estadunide­nses, así que inclinar aún más los términos del acuerdo comercial dañará a empresas y empleos mexicanos. La reciente cancelació­n de una planta de Ford en México por mil 600 millones de dólares, por presiones de Trump, ha causado pánico en el gobierno y en el sector privado mexicanos. Irónicamen­te, la recesion en México incentivar­á una nueva ola de migración indocument­ada a Estados Unidos, y suscitará significat­iva perturbaci­ón social, tal vez incluso una revolución.

• Cancelar la orden ejecutiva DACA de Obama y/o deportar a 3 millones de inmigrante­s provocará una

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