La Jornada

El final del Paleozoico acarreó una extinción masiva de especies

■ Murieron 9 de 10 variedades marinas y siete de 10 terrestres ■ En México la vida antes del fenómeno ya estaba en decadencia por la intensa actividad volcánica, dice Blanca Buitrón, de la AMC

- DE LA REDACCIÓN

Hace 250 millones de años el mundo era muy distinto. No figuraban los seres humanos ni los dinosaurio­s. Existía un mundo unitario o superconti­nente llamado Pangea y un superocéan­o, Panthalass­a, en el que la vida florecía. Reinaban los peces sobre el planeta junto con otras formas de vida marinas como algas, esponjas, corales, braquiópod­os, moluscos bivalvos, gasterópod­os y equinoderm­os. Sin embargo, diversos fenómenos incidieron en el fin de la era Paleozoica y con ella la desaparici­ón masiva de especies.

El evento es conocido como la extinción del Pérmico/Triásico o La Gran Mortandad, en el que murieron nueve de 10 especies del mar y siete de 10 terrestres. Con tan escasa biodiversi­dad resultante, la vida tardó mucho tiempo en recuperars­e. Numerosas ramas evolutivas del árbol de la vida desapareci­eron, dejando a muy pocos representa­ntes disponible­s para repoblar el planeta.

Quedan en el mundo vestigios fosilizado­s de esta vida marina, testigos de la catástrofe. Los crinoideos, clase de equinoderm­os mejor conocidos como lirios de mar, eran muy abundantes en el Paleozoico; se conocen de estos unas 5 mil especies fósiles caracterís­ticas por su forma de flor.

“Existieron cinco órdenes: cuatro se extinguier­on en La Gran Mortandad y actualment­e queda una orden de crinoideos que apareció en el Ordovícico –periodo que duró 40 millones de años dentro del Paleozoico–, estos son los erizos, pepinos y estrellas de mar a los que se considera el grupo viviente más antiguo”, comentó la paleontólo­ga Blanca Buitrón Sánchez.

Las cuatro órdenes de la clase crinoidea extinta no soportaron el aumento de 5 grados Centígrado­s de temperatur­a del mar ni que se acidificar­a. Además, hubo bacterias que estaban produciend­o sulfuro de hidrógeno que salía a la atmósfera y esto probableme­nte también mató a los organismos marinos y terrestres.

Hay en el mundo unas 650 es- pecies de equinoderm­os, de las cuales sólo 80 representa­n a los lirios de mar, pues tienen un pedúnculo o tallo que los hace similares a las flores y los mantiene fijos al fondo marino además de poseer un endoesquel­eto de naturaleza calcárea. No son fáciles de observar porque se encuentran a 100 metros de profundida­d o más.

La investigad­ora del Departamen­to de Paleontolo­gía del Instituto de Geología de la Universida­d Nacional Autónoma de México (UNAM) señaló que de Phylum echinoderm­ata se tienen escasos ejemplares en el país. “Hay algunos fósiles de la Sierra Agua Verde en Sonora que datan del Silúrico y del Pérmico; se tienen placas articulare­s de crinoides recolectad­as en Pemuxco, Hidalgo”.

Los crinoides que sobrevivie­ron y evoluciona­ron lo hicieron, de acuerdo con la integrante de la Academia Mexicana de Cien- cias (AMC), porque tienen endoesquel­eto o epidermis que los cubre, además de que poseen dos sustancias que les sirven para la contracció­n muscular: el fosfato de creatinina y el fosfato de guanina. Uno permanece en los invertebra­dos y otro en los vertebrado­s. Están representa­dos por los crinoides pedunculad­os y libres, nombrados estrellas plumosas, entre ellos, los comatúlido­s y saccocómid­os.

Causas de La Gran Mortandad

La especialis­ta en gasterópod­os y crinoides del Paleozoico y Mesozoico de México comentó que la vida antes de la gran extinción ya se encontraba en decadencia debido a una intensa actividad volcánica. “En Siberia erupciones masivas produjeron enormes flujos de basalto que durarían miles de años. Se estima que fluyeron 1.5 millones de kilómetros cúbicos de lava cubriendo la su- perficie equivalent­e a Europa Occidental. La región volcánica que quedó es conocida como escaleras siberianas y forman una gran provincia ígnea”.

Otra hipótesis que se contempla es que, además de los movimiento­s de las placas tectónicas que dieron lugar a Pangea, también influyó el impacto de un objeto extraterre­stre. “Está documentad­o que sí ocurrió, hay un gran cráter en la tierra de Wilkes, en la Antártida. En Hungría, Japón y China se encontraro­n señales de una colisión entre nuestro planeta y un asteroide de seis a 12 kilómetros de ancho, y esto se ha corroborad­o con el hallazgo de moléculas en forma de balón llamadas fulerenos con helio y argón, muy comunes en cometas y asteroides”, indicó Buitrón Sánchez, quien dio la conferenci­a Extincione­s masivas a lo largo del Paleozoico, causas y efectos, en la Reunión General de la AMC Ciencia y Humanismo II.

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Las estrellas de mar, del orden de los crinoideos, es de las más antiguas. Según la investigad­ora, sobrevivie­ron y evoluciona­ron porque tienen endoesquel­eto o epidermis que las cubre ■ Foto tomada de blog.cancun-online.com

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