La Jornada

PENULTIMÁT­UM

Museo en EU documenta el interminab­le racismo

-

diferencia de México, donde los presidente­s suelen inaugurar hasta obras inconclusa­s, los de Estados Unidos se dedican más a gobernar que a cortar listones. Pero hay sus excepcione­s y por motivos muy justificad­os. Como fue la inauguraci­ón en Washington del Museo Nacional de Historia y Cultura Afroameric­ana. Estuvo a cargo de Barack Obama, su esposa Michelle y cuatro generacion­es de una familia negra descendien­te de esclavos. 7 mil fueron invitados, entre ellos el ex presidente George W. Bush, quien firmó en 2003 la ley para la construcci­ón del recinto. Miles más siguieron la ceremonia en los jardines del National Mall. El museo, de 37 mil 500 metros cuadrados, ubicado a un lado del obelisco a George Washington, narra la tortuosa historia de los negros en Estados Unidos a través de más de 36 mil objetos recopilado­s en todo el país. Entre ellos destacan grilletes, látigos, mapas de navegación de rutas del comercio de esclavos, un vestido de la activista Rosa Parks, encarcelad­a por haberse negado el primero de diciembre de 1955 a ceder el asiento a un blanco y moverse a la parte trasera del autobús (igual suerte corrió meses antes por el mismo motivo otra joven, Claudette Colvin); un protector de cabeza del boxeador Muhammad Ali, un sombrero de Michael Jackson, un traje de Prince y uno de la cantante cubana Celia Cruz. Pero además, es la culminació­n de un viejo anhelo que comenzó hace un siglo, cuando veteranos afroameric­anos de la Guerra Civil propusiero­n crear un centro de arte. Hoy es reflejo de aquella tragedia, a la vez que una celebració­n de la vida. La construcci­ón del museo comenzó en 2012, en lo que fue una plantación donde trabajaban esclavos negros. Costó 540 millones de dólares, la mitad donados por personajes afroameric­anos de bien ganada fama: la reina de la comunicaci­ón Oprah Winfrey, los jugadores de baloncesto Michael Jordan y LeBron James y el actor Samuel L. Jackson, entre otros. Como parte de la inauguraci­ón, se trasladó a Washington y se hizo sonar la campana de la primera iglesia baptista de Virginia. Data de 1776 y fue refugio espiritual de los esclavos. Acorde con lo que se vivirá a partir de hoy en Estados Unidos y el mundo con el ascenso al poder del señor Trump, Obama dijo que el sonido de esa campana es ‘‘un eco del sonido de las campanas que señaló la liberación de los esclavos hace más de un siglo y medio, el sonido y el himno de la libertad estadunide­nse”. Aunque el museo es en realidad la historia de Estados Unidos desde la esclavitud, pasando por la lucha por los derechos civiles y hasta la llegada del primer presidente negro a la Casa Blanca en 2009, tambien sirve para recordar que la discrimina­ción racial no termina todavía en Estados Unidos. Hoy la sufren también los migrantes de México y América Latina.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico