La Jornada

Nuevo filme de Kenneth Lonergan explora la culpa y el desconcier­to

■ En este minucioso drama Lee, hombre solitario y deprimido, deberá hacerse cargo de su sobrino cuando muere su hermano ■ La película es protagoniz­ada por Casey Affleck y Michel Williams

- GEOFFREY MACNAB

El guionista y director Kenneth Lonergan se especializ­a en estudios del dolor, la culpa y el desconcier­to. Uno no va a ver sus películas esperando recibir uno de esos tónicos cinematogr­áficos de Año Nuevo que La La Land ofrece. Manchester by The Sea está en un registro similar a You Can Count On Me (2000) y su accidentad­a cinta de 2011 Margaret.

En sus películas, presenta anatomías muy minuciosas de personajes que han sufrido un extremo trauma emocional. Aquí, el que sufre es Lee Chandler (Casey Affleck), conserje y técnico de mantenimie­nto. La cinta podría fácilmente parecer sombría y premonitor­ia en extremo: la historia de un padre y marido que sin darse cuenta causó una tragedia en su familia y está lleno tanto de odio a sí mismo como de hostilidad hacia el mundo.

Que Manchester By The Sea resulte tan absorbente se debe tanto al cuidadoso estilo de dirigir de Lonergan como a la soberbia interpreta­ción del actor principal, en el estilo conocido como el Método. En el papel de Lee, Affleck no obtiene muchos grandes soliloquio­s en los cuales expresar sus sentimient­os. Gran parte de su tiempo en pantalla se va en palear nieve, arreglar drenajes tapados o sentado en oficinas, escuchando a médicos, jefes o policías, todos los cuales invariable­mente le dicen lo peor. No hay nada remotament­e encantador en él. Su idea de recreación es beber tanta cerveza como pueda apoyado en una barra y luego aporrear a quienquier­a que tenga la temeridad de mirarlo.

La melancolía

Affleck interpreta a Lee con una mirada de dolor y perplejida­d en los ojos. Hay un momento muy revelador al principio, en el que una clienta lo riñe y él la insulta (“me importa un carajo lo que haga, señora Olsen”). Pese a toda su aparente agresivida­d, su actitud es fatalista. Cumple sus tareas de manera eficiente pero robótica, rehuyendo cualquier contacto humano, pero podemos sentir su dolor.

Lonergan fija la melancolía. El filme está situado en lo más crudo del invierno. Está helado, demasiado frío hasta para que los sepulturer­os caven una fosa, así que los cadáveres se dejan en el frigorífic­o. La música clásica de la banda sonora se agrega a la sensación elegiaca. El director hace pocas concesione­s al público, igual que el conserje hace con sus clientes. Si Lee recibe una llamada, se le muestra escuchando. Si va en un auto, Lonergan lo filma manejando, mirando al frente con expresión vacía.

La cinta toma todo el asunto de la muerte de manera muy directa y mórbidamen­te cómica. Cuando Lee es llamado de nuevo a casa, a Manchester-By-The-Sea, porque su hermano está peligrosam­ente enfermo, los médicos y enfermeras lo someten a una rutina que a las claras ha sido muchas veces ensayada. Le permiten al visitante un momento con el cuerpo. Si hay lágrimas, alguien traerá los Kleenex. Hay formulario­s que llenar, arreglos funerarios que hacer. El rostro de Affleck, en todo este embrollo, es un panorama de sufri- miento y rabia lastimera, a duras penas contenida.

Por breves instantes se lanzan flashbacks en la película. De pronto, cuando vemos a Lee como el devoto padre con su amada esposa Randi (Michelle Williams) y sus hijos, la pantalla se llena de energía y color. Aparece Lee haciendo boberías.

El argumento de Lonergan es engañosame­nte intrincado. Lee quiere estar solo, pero en el momento en que regresa a su ciudad natal se vuelve evidente que queda atrapado en una complicada maraña de diferentes relaciones: con la excéntrica y alcohólica esposa de su hermano (un disfrutabl­e cameo de neurótica de Gretchen Mol); con viejos amigos y, lo más importante, con el hijo adolescent­e de su hermano, Patrick (Lucas Hedges).

El mayor conflicto viene cuando se entera de que su hermano lo ha nombrado guardián de Patrick. Asumir ese papel lo obligará a salir de su concha de protección. Patrick es lo opuesto a Lee, un adolescent­e fogoso e impulsivo que toca en una banda y es una de las estrellas del equipo de hockey de la preparator­ia. Mientras éste se afana en buscar nuevas experienci­as y correr hacia la vida, Lee es una figura semejante a Scrooge, que dice “no” e intenta mantener a raya el mundo exterior.

Por unos momentos, mientras la atención se desplaza hacia la vida de Patrick, la cinta parece recordar una de esas películas de John Hughes con el grupo de actores juveniles conocido como Brat Pack. Hay interludio­s muy divertidos en los que Patrick y su novia aparecen fingiendo hacer la tarea en un cuarto de la planta alta cuando en realidad intentan tener sexo. Patrick maneja su aflicción en forma totalmente diferente de su tío. Mira al exterior. Es tan gregario como Lee es solitario.

Anhelo y venganza

Es típico del enfoque de Lonergan que el momento más intenso de la película –el encuentro casual entre Lee y su ex esposa, ahora vuelta a casar– no concluye en nada. En un momento anterior de la cinta, después del accidente que ha arruinado sus vidas, ella es mostrada retrocedie­ndo al más mínimo toque de él. Es testimonio de la habilidad de Michelle Williams que sea capaz de aportar tal complejida­d a su papel de Randi aun cuando sólo está unos minutos en pantalla. De algún modo, en un par de minutos, parada en una calle detrás de un parque, logra mostrarnos todo el humor e intensidad del personaje, su sentido de anhelo y su congoja, sus sentimient­os de venganza y su lástima por Lee.

“Mira, Lee, tú cometiste un error terrible, como un millón de personas lo hicieron anoche. No vamos a crucificar­te”, le dice un policía amistoso a Lee cuando éste quiere suicidarse después del accidente que devastó a su familia. Es una línea al vuelo, pero resume a la perfección uno de los temas principale­s de la película: que las chingadera­s ocurren, y cuando eso pasa, el peor castigo es casi siempre el que uno se inflige.

Manchester By The Sea. Director: Kenneth Lonergan, 137 mins, con Casey Affleck, Michelle Williams, Kyle Chandler, Lucas Hedges

 ??  ?? Michel Williams y Casey Affleck en una escena de la cinta que toma el asunto de la muerte de manera muy directa y mórbidamen­te cómica ■ Foto Ap
Michel Williams y Casey Affleck en una escena de la cinta que toma el asunto de la muerte de manera muy directa y mórbidamen­te cómica ■ Foto Ap

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico