La Jornada

Con autogol, Cruz Azul alcanza un agónico empate 2-2 ante Monterrey

- MARLENE SANTOS ALEJO

En un partido con un final vibrante y que padeció pifias arbitrales, La Máquina, con gol agónico, logró el empate 2-2 y mantuvo su dominio sobre unos Rayados que no ganan en el estadio Azul desde el torneo Apertura 2005.

El técnico del Monterrey, Antonio Mohamed, llegó decidido a dar un viraje a una cadena de derrotas sufridas en este escenario. Luego de 20 minutos de tedio y de llegadas intrascend­entes, el panorama cambió para la visita.

El portero Jesús Corona hizo una mala salida, trabó a Rogelio Funes Mori y el silbante Fernando Hernández marcó una rigorista pena máxima. Dorlan Pabón definió con potencia. A Corona se le doblaron los dedos y no pudo contener el tiro.

El silbante siguió con su mal trabajo al minuto 22, cuando no marcó un claro penal del capitán José María Basanta, quien se lanzó como portero para desviar un disparo celeste. El equipo local hizo reclamos que no fueron atendidos. Hubo otro par de acciones polémicas que empañaron la labor arbitral.

Monterrey clavó el segundo tanto al minuto 39. Walter Ayoví cedió a Pabón, éste a Celso Ortiz, quien observó el movimiento de Carlos Sánchez y le filtró. El uruguayo encajó el balón a la meta con un fino envío que entró pegado al poste, para el 0-2.

El timonel ibérico Francisco Jémez buscó enderezar la ruta y al comienzo del segundo tiempo ingresó al chileno Martín Rodríguez, pero más eficaz resultó Jorge Benítez en sus dramatizac­iones. El paraguayo apenas sintió un contacto en el tobillo al minuto 52 que le hizo Iván Piris y se desplomó en el área.

El silbante Hernández señaló la pena máxima que Ángel Mena cobró con fuerza y al centro; el portero Hugo González casi para con los pies, pero no pudo impedir el 1-2. Al 57, los Rayados sufrieron la expulsión de Ayoví.

En la recta final hubo un gol en fuera de lugar bien anulado al uruguayo Martín Cauterucci­o. Al 83 el mismo jugador anidó de forma impecable el esférico en la redes, pero de nuevo se equivocó el silbante y no lo dio por bueno.

La justicia dictó sentencia al 92. Julián Velázquez estrelló la pelota en el travesaño y en el re- bote el defensa Nicolás Sánchez la encajó en su meta.

Jémez, quien aseguró que no quería criticar al arbitraje, remarcó que el segundo gol anulado a Cauterucci­o era legítimo y de paso reprochó que la comisión disciplina­ria, “que tiene un trabajo muy sencillo: sentarse y ver el video”, no haya levantado el castigo a Gabriel Peñalba.

Mohamed declaró: “Todo lo que determina el árbitro está bien porque tiene que decidir en décimas de segundo”.

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