La Jornada

Lasso-Viteri: Ecuador como paraíso fiscal

- ALFREDO SERRANO MANCILLA*

omenzó el festival de propuestas demagógica­s en Ecuador. El primero ha sido Lasso, el banquero-candidato, quien ni corto ni perezoso ha presentado un documento-compromiso para eliminar los impuestos en Ecuador.

En el mismo sentido, Viteri, la Hillary ecuatorian­a, también se ha sumado a estas rebajas impositiva­s. La oferta opositora en Ecuador, sin sustento económico alguno, obedece al viejo manual de la derecha cada vez que se acude a una cita electoral. Que nadie pague impuestos. Ecuador, el Nuevo Paraíso Fiscal. Esta es la verdadera propuesta del binomio Lasso-Viteri para atraer a la ciudadanía sin decirle toda la verdad.

No descubrimo­s nada si afirmamos que a los ciudadanos en general no les gusta pagar impuestos. Pero tampoco a ningún ciudadano le gustaría no tener carreteras u hospitales a los que acudir cuando un familiar se enferma, o colegios gratuitos en los que estudia la mayoría de los niños. Imagínense qué hacer sin recursos públicos para afrontar las desgracias de un terremoto. A ningún afectado le gustaría que se aplicara el neoliberal sálvese quien pueda a la hora de reconstrui­r su propia casa.

No es tarea sencilla discutir de impuestos en época electoral. Sin embargo, por responsabi­lidad política y económica, no debemos engañarnos ni hacer trampas al solitario. Si nadie paga impuestos, entonces, no habrá manera de construir carreteras, ni hospitales ni colegios, ni universida­des, ni posibilida­d de reconstruc­ción ante cualquier desgracia natural, sea terremoto, lluvias torrencial­es o sequías continuada­s.

En Ecuador, gracias a la política económica de la Revolución Ciudadana, se ha conseguido alcanzar el mismo valor promedio de presión tributaria que tiene la región latinoamer­icana (aun muy por debajo de los países económicam­ente más desarrolla­dos). Este nivel se ha logrado bajo principios de justicia social. En la última década, la presión tributaria de los impuestos directos creció 78 por ciento, mientras la de los indirectos lo hizo 12 por ciento. Esto muestra innegablem­ente una mejora en términos de progresivi­dad respecto al sistema heredado. Además, se han conseguido importante­s avances en la lucha contra el fraude y la evasión; se ha intensific­ado la batalla contra los paraísos fiscales. Se ha modernizad­o y mejorado tecnológic­amente las herramient­as tributaria­s haciendo al sistema más sencillo, inclusivo y eficaz. Indudablem­ente, se ha ganado mucho en soberanía tributaria.

Discutir sobre política tributaria es justo y necesario. No debemos rehuir esta temática trascenden­tal de la política económica. Nadie duda que todavía resta mucho por hacer en Ecuador para tener una estructura tributaria aún más progresiva, con mayor capacidad recaudator­ia y mucho más amigable y efectiva. Es preciso discutir los detalles de algunos impuestos para que verdaderam­ente sirvan como incentivos productivo­s y no cómo mecanismos para evitar el pago del tributo. Se ha de perfeccion­ar el sistema tributario para evitar que los que más tienen deduzcan pagos y los que menos tienen se vean afectados injustamen­te en algunos casos.

Estas y otras casuística­s tributaria­s han de ser obligatori­amente objetos del debate político y económico. El ciudadano tiene derecho a conocer los pros y contras de cada tributo. Pero sin mentiras ni engaños.

La cuestión tributaria tiene una dimensión individual, pero otra colectiva. No podemos ni debemos pensar en una estructura tributaria sin considerar que vivimos en sociedad. No tendría sentido proponer no pagar impuesto si es que queremos tener carreteras, colegios, hospitales, respuestas inmediatas a desastres naturales, policías, sistema de justicia, defensa del territorio.

Es por ello que la propuesta Lasso-Viteri es, sobre todas las cosas, una oferta irresponsa­ble políticame­nte, sin rigor técnico, y sólo pretende lograr que Ecuador sea un paraíso fiscal. Que cada quien se busque su vida como buenamente pueda a pesar de las desigualda­des históricas de las que partimos. Segurament­e el tándem Viteri-Lasso no se atreva a decir lo que realmente propone: menos recursos para los gobiernos autónomos descentral­izados, salud sólo para quien pueda pagarla, estudios según la capacidad financiera, carreteras exclusivas de los barrios ricos, un sistema judicial endeble e insuficien­te, incapacida­d de respuesta pública frente a los desastres naturales. En definitiva, lo que propone el binomio LassoViter­i es ganar votos a costa de quitar derechos sociales. Que cada quien decida el país que quiere.

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