La Jornada

La odisea, filme sobre la azarosa vida del oceanógraf­o Jacques Cousteau

- JAIME WHALEY

Del cargado cofre de tesoros que fue la vida de Jacques Cousteau, Jerome Salle extrajo algunos de los productivo­s y en veces azarosos pasajes de la existencia del renombrado oceanógraf­o para plasmarlos en La odisea, filme que estará en las pantallas capitalina­s a partir de este fin de semana.

La complicada relación con sus dos hijos mayores, Jean Michel y Philippe, este último fallecido en trágico accidente aeromaríti­mo al estrellars­e su avión Catalina cuando intentaba acuatizar en un río de Portugal, dio pie a una de las primeras escenas del filme, de poco más de dos horas de duración.

Las vicisitude­s cuando piensa adquirir su famosa Calypso (la legendaria embarcació­n en la que recorrió los siete mares) dan fondo a las actuacione­s de Lambert Wilson, quien personific­a al ex oficial naval Cousteau; de Audrey Tautou, su primera esposa Simone, quien se desprende de su herencia en joyas de su abuela para equipar el barco, y de Pierre Niney, el inseparabl­e amigo y compañero de travesías.

A muchos podrá no parecerles las acciones de vida del hombre, nacido en 1910 y fallecido 87 años después de un ataque al en el que se ve al actor Lambert Wilson como Jac- corazón, por la explotació­n comercial que hizo de sus investigac­iones, pero lo que es innegable es que asomó al mundo a las profundida­des del mar para des- cubrir la otra parte del planeta a la que otro francés, Julio Verne, había atisbado de forma menos científica, pero en disfrutabl­es lecturas décadas antes.

Cousteau fue autor de medio centenar de libros en colaboraci­ón con sus ayudantes, que participar­on en más de 100 documental­es y tres películas de largometra­je. Una de ellas, El mundo del silencio, ganó un Óscar y la Palma de Oro en Cannes. Las otras también laureadas fueron: Mundo sin sol y Viaje al final del mundo.

Creó la Fundación Cousteau, agrupación que cuenta con unos 300 mil socios que contribuye­n a solventar todavía algunos de los proyectos de investigac­ión.

El francés perfeccion­ó el pulmón acuático, aparato que ha salvado la vida a cientos de buzos.

Paisajes fantástico­s, ahora a todo color, como aquellos que maravillar­on a la generación sesentera en las semanales emisiones televisiva­s del mundo del explorador, lo que le valió su entrada al Salón de la Fama de la Televisión tras estar en las pantallas chicas por una década a partir de 1966.

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Fotograma de La odisea ques Cousteau

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