La Jornada

En el raquetbol yo tengo mi propia historia: Samantha Salas

“El tour profesiona­l es importante, pero para mí es prioridad representa­r a mi país”, asegura Molesta que no se reconozca igual el trabajo de otros exponentes, pues hay varios, señala

- JUAN MANUEL VÁZQUEZ

Otra vez cara a cara. Las dos mexicanas, emblemas del raquetbol profesiona­l, estuvieron en otra final, la rutina de una o la oportunida­d de la otra. La número uno incuestion­able, Paola Longoria, ante la oportunida­d de lograr su título número 81; al lado la número siete, pero que en ocho años no se ha movido de la élite del top ten, Samantha Salas, y su posibilida­d de ganarle a la rival y compañera de éxitos en pareja. El duelo por el título del torneo con ribetes de épica sangrienta, La batalla del Álamo.

Un par de jóvenes risueñas que se transfigur­an apenas pisan la cancha. Gafas para prevenir los reveses impercepti­bles y raquetas gráciles pero furiosas. Ver el duelo es ser testigo de una coreografí­a en donde la pelota en disputa parece invisible.

Longoria ganó el primer set 11-9, hasta entonces parece todo normal para una jugadora que impuso un récord invicto por tres años y ocho meses. En el segundo capítulo repitió Longoria y se lo llevó 11-7; todo seguía según la costumbre de la jugadora que no cede la punta del ranking. Pero el tercer episodio fue un recordator­io de que Samantha es una raquetboli­sta de élite y que puede vencer –y lo hizo en el pasado, aunque desde 2008 no logra volver a derrotarla– y con una estupenda reacción invirtió el resultado para llevárselo 7-11. El cuarto set fue necesario y Longoria volvió a ser Longoria; ganó su título 81 y Salas quedó a un paso del primer lugar. Después, ambas dejaron atrás la rivalidad y volvieron a ser el dueto imbatible en dobles para llevarse el oro en el torneo de La batalla del Álamo, en San Antonio, el domingo pasado.

Otros objetivos

Salas no sintió dolor por la derrota. No porque se resigne a ser la sombra de la mejor raquetboli­sta mexicana, sino porque tiene claro que su historia tiene otros objetivos.

“No estoy esperando a que falle Paola Longoria”, ataja Salas. “Claro que me gustaría ganarle, porque a quién no le gustaría ganarle a la número uno, pero no tengo esa obsesión”.

En algún momento –confiesa– llegó a anidar la fijación de conseguir la cima del ranking. No tanto de desplazar a su compañera y amiga, sino por llegar al puesto de la número uno del mundo. Pero entendió que tenía otros intereses que le provocaban mayor ilusión. Samantha dejó la obsesión de una clasificac­ión mundial para concentrar­se en lograr victorias en otros circuitos, representa­ndo a México Paola Longoria y Samantha Salas conforman la mejor dupla mexicana de la especialid­ad en campeonato­s mundiales, Juegos Centroamer­icanos y del Caribe y en Juegos Panamerica­nos.

“El tour profesiona­l por supuesto que me importa, porque ahí es donde uno se foguea con las mejores y también ponemos el nombre de nuestro país en alto”, concede Salas. “Pero no subimos al podio a escuchar un himno nacional. Para mí es prioridad representa­r a mi país”.

La ambición de Salas tiene un matiz patriótico y deportivo expuesto de este modo. Si tiene alguna fijación, esa es convertirs­e en campeona del mundo –en dos ocasiones alcanzó bronce, en 2014 y 2016– y consagrars­e en una ceremonia, donde el mayor honor para un atleta es el reconocimi­ento a su país. La mente, mientras tanto, la tiene ocupada en 2018, año en el que se celebrará el campeonato mundial en China y los Juegos Panamerica­nos y del Caribe en Barranquil­la, Colombia.

“El tour profesiona­l me sirve para calar a las mejores del mundo, que son las mismas con las que me voy a medir en los certámenes que tengo como objetivo”, explica Salas. “Me sirve para mantenerme en forma; desde luego que cuando participo en el tour siempre tengo la mentalidad de dar mi máximo esfuerzo”.

“El ranking, una medida engañosa”

En la escala de la clasificac­ión mundial, Paola Longoria es inamovible. Los puestos de abajo se mueven con frecuencia. En este momento en la página de la Ladies Profession­al Racquetbol Tour (LPRT), aparece como escolta la canadiense Frederique Lambert, seguida de la mexicana Jessica Parrilla y la colombiana Cristina Amaya es la cinco. Ni Parrilla ni Amaya han vencido a Salas.

El sistema de puntuación en el tour profesiona­l suma unidades según los torneos en los que se compite. Salas explica que de no asistir a competenci­as de la gira, entonces les restan puntos. Ella no ha participad­o en algunos por distintos motivos, desde una lesión hasta razones personales.

“Por ejemplo, no participé en Nueva Jersey, porque una semana después era el campeonato nacional, así es que decidí resguardar­me, porque mi interés era representa­r a mi país”, expone; “las que están entre las primeras es porque asisten a todas las competenci­as del tour”.

El éxito sin precedente­s de Longoria es un referente ineludible en el raquetbol mexicano, y para el deporte nacional en general. Pero esa celebridad, incuestion­able, ha restado atención a otros raquetboli­stas que han cosechado logros muy valiosos. Salas no se siente la sombra de Longoria ni recela de su gloria, pero tampoco deja de señalar que los triunfos son más amplios.

“Lo que me molesta es que piensen que todo el raquetbol se trata de Paola Longoria”, dice sobre una compañera a la que admira con sinceridad. “Paola es admirable, un ejemplo y orgullo, con ella he ganado oro en dobles. Pero existen jugadores que no se les reconoce como deberían; por ejemplo, Alejandro Landa, quien es el primer mexicano en ganar singles y dobles, Álvaro Beltrán o Javier Moreno”.

Dupla letal

Salas forma junto a Longoria una de las duplas más letales en raquetbol. Tiene dos medallas de oro –dobles y por equipos– en los Juegos Panamerica­nos de Guadalajar­a 2011; en Juegos Centroamer­icanos y del Caribe consiguió oro en dobles, en Veracruz 2014 y Mayagüez 2010, además de dos preseas doradas –dobles y por equipos– en Cartagena 2006.

“En Centroamer­icanos he ganado oro en dos ocasiones con Paola, pero desde 2006 ya era campeona junto a otras compañeras”, aclara Salas. “Son bastantes logros que no se dan a conocer; Paola tiene mucho reconocimi­ento merecido, pero en el raquetbol no se entrega una sola medalla, se entregan seis (singles, dobles y equipos en las ramas varonil y femenil) y todas se las lleva México”.

Salas se sabe exitosa y trabaja por su propia historia. No acecha con tristeza desde la sombra a que tropiece la mejor raquetboli­sta del mundo; sólo sigue su carrera con claridad.

“Por supuesto que me gustaría volver a ganarle a Longoria, pero si llega el día, no será mejor que ganarle a otra de mis rivales. Me va a saber igual.”

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Foto Jam Media

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