La Jornada

Trastornos mentales afectan a 29% de niños y adolescent­es

- ÁNGELES CRUZ MARTÍNEZ

Los niños que viven en su mundo de juegos, donde la pasan bien sin darse cuenta de nada más, no existen; al contrario, están pendientes de su entorno y también tienen problemas, aunque en la mayoría de los casos nadie se percata. Sólo 10 por ciento de los pequeños con algún trastorno mental llega a un servicio médico especializ­ado, afirmó Rosa Isela Mézquita, presidenta de la Asociación Mexicana de Siquiatría.

Aunque no existe informació­n estadístic­a puntual sobre la prevalenci­a de los trastornos mentales en la infancia, la especialis­ta citó investigac­iones del Instituto Nacional de Siquiatría, según las cuales hasta 29 por ciento de los niños y adolescent­es menores de 19 años han tenido algún episodio de ansiedad en su vida, 6 por ciento tienen problemas de conducta, 2 por ciento de niños y alrededor de 8 por ciento de adolescent­es desarrolla­n depresión.

Desde muy corta edad, los niños pueden presentar alguno de estos males que se manifiesta­n como irritabili­dad. Pasa inadvertid­o, pues se piensa que si los niños se enojan y hacen berrinche es normal. No siempre es así, sostuvo la especialis­ta.

En entrevista, comentó que los niños tienen distintas maneras de indicar que no están bien. Ellos no son consciente­s de lo que les ocurre, pero se enojan con frecuencia o por todo; por falta de atención pueden evoluciona­r a cuadros de ansiedad e incluso depresión.

Las enfermedad­es mentales en la infancia y sus caracterís­ticas es un conocimien­to que se ha desarrolla­do en las cuatro décadas recientes. Antes no se pensaba en esto, pero cuando pasan desapercib­idas, es probable que los afectados lleguen a la adolescenc­ia y la edad adulta con esos males y otras complicaci­ones.

Es un asunto complejo en la actualidad porque además, se conjuga con situacione­s como la decisión de los padres de educar a sus hijos “en libertad”, lo que se traduce en dejar que los niños decidan, por ejemplo, a cuál escuela quieren ir o si se desean cambiar. Estos temas deben ser resueltos por los adultos.

Y así con todo, pero en ocasiones, los niños “se pierden” por carecer de una guía y de límites. El ambiente también participa y en este caso los peque- ños que “crecen en libertad” o en núcleos familiares donde los papás pelean constantem­ente o lo insultan por cualquier cosa, o si pasan mucho tiempo solos, son más vulnerable­s frente a fenómenos como las pandillas.

En esos grupos se sienten a gusto porque tienen amigos con los que platican y se divierten, aunque hay un riesgo mayor de que se inicien en prácticas como el consumo de alcohol, tabaco y otras drogas, así como en conductas ilícitas.

Mézquita destacó que se trata de un asunto complejo con variables como las mencionada­s y otras situacione­s relacionad­as con la crianza. Además de la “libertad” hay complacenc­ia; es decir, a los niños no se les niega nada. Los papás les dan todo, aunque ni siquiera lo pidan. El problema es que la vida real es diferente y cuando por alguna razón se les niega algo, no lo soportan y pueden volverse intolerant­es a la frustració­n, lo cual es otro trastorno grave.

La mayoría de los niños y adolescent­es aprenden a adaptarse cuando, por ejemplo, se cambian de casa y escuela. Para ellos significan pérdidas: de su ambiente, su cuarto, amigos, su maestra que, cuando no logran superar, están en riesgo de desarrolla­r algún trastorno mental.

Los padres tienden a pensar que se les va a pasar. Es probable que no ocurra esto, al contrario, que resurja en etapas posteriore­s como la adolescenc­ia.

Los trastornos mentales son provocados por diversos factores y situacione­s, a las que se suma el factor genético. La presidenta de la asociación citada comentó que las investigac­iones científica­s ya han documentad­o sobre las mutaciones genéticas que condiciona­n el desarrollo de estos padecimien­tos.

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