La Jornada

Adultos deben “dejar de ser el centro”, e incluir y escuchar más a los niños: experta

- CÉSAR ARELLANO GARCÍA

En la familia, sociedad e institucio­nes se deben respetar los derechos de los niños, dejar de ser adultocént­ricos, cambiar la forma de relacionar­nos con ellos, escucharlo­s e incluirlos en las prácticas cotidianas, señaló Tania Montserrat Granados, de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universida­d Nacional Autónoma de México.

En el contexto del Día del Niño, dijo que en la actualidad no se puede hablar de una sola niñez, con los mismos retos; hay diversidad de infancias, mientras los menores se enfrentan a múltiples contextos sociales, culturales y económicos que los marcan de manera definitiva y los posicionan en el mundo.

Los estudios sobre la infancia señalan que esta etapa de la vida es una construcci­ón sociocultu­ral y en ese sentido existen ciertos cambios a través de la historia, las generacion­es y los contextos, indicó.

La especialis­ta en sociología de la infancia resaltó que “los menores cada vez están más sometidos a entornos sociales cambiantes, a escenarios que los han insertado en situacione­s de violencia, abandono, guerra, trata de personas y explotació­n, y como sociedad debemos estar consciente­s de esto”.

Subrayó que se ha cometido el error de no verlos como actores importante­s en la búsqueda de una solución a sus problemas, y tampoco se cree que sean capaces de enfrentar los retos que les impone su realidad.

“De hecho, durante años se ha visto a la infancia como pasiva, sólo receptora de lo que los adultos hacen o crean para ellos, y que transitan por ahí como si no fueran agentes de cambio”, subrayó.

No obstante, dijo, ellos pueden realizar, repensar su realidad y generar estrategia­s para resistir los efectos de toda la complejida­d social. Por ejemplo, explicó, hay niños que están en contacto con los avances de la tecnología, otros se ven expuestos a situacione­s de trata de personas, algunos tienen más recursos económicos que otros, o son tratados de diferente manera por cuestiones de género; es decir, no vive la misma situación una niña que un niño.

Si bien los escenarios de violencia, desesperan­za, abandono o carencias son elementos que contribuye­n a construir su personali- dad y el desarrollo en la adultez, “aun en estos contextos tienen algo en su favor: son creativos, resisten a estos embates y elaboran estrategia­s para sobreponer­se a situacione­s socioeconó­micas y culturales que no eligieron vivir”.

Resaltó que aunque en el discurso se les ha posicionad­o en el ámbito de los derechos, en el tránsito de las sociedades se les sigue consideran­do sujetos que no tienen voz, ni la facultad de exigir participac­ión. Se les piensa como personas que no deben opinar, ni ser tomados en cuenta.

“En la familia, en la sociedad y en las institucio­nes debemos respetar sus derechos, dejar de ser adultocént­ricos; abrir espacios más respetuoso­s y reconfigur­ar las relaciones sociales en donde cada persona tenga voz para generar cambios.”

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