La Jornada

Un (mal) ejemplo de reforma fiscal

- JORGE EDUARDO NAVARRETE

finales de abril –ante la inminencia de culminar 100 días de ejercicio con quizá el historial más lamentable que se haya registrado para este tipo de periodo y con un indefendib­le estilo personal de gobernar– Trump aceleró la presentaci­ón, a cargo del secretario del Tesoro y el director del Consejo Económico Nacional, de un precipitad­o anteproyec­to de reforma impositiva, contenido, como reveló la prensa, “en una sola página”.

Los componente­s básicos de la propuesta –orientada a “reducir las tasas y simplifica­r las disposicio­nes fiscales”– fueron resumidos por Steven Mnuchin y Gary Cohn en una rueda de prensa el 26 de abril, transcrita en el portal de la Casa Blanca (www.whitehouse.com). Llaman la atención, entre otros, los siguientes:

En cuanto al impuesto al ingreso de las personas, se propone abatir la tasa marginal máxima de 39 a 33 por ciento y reducir, de 10 a tres los tramos o escalones de la tarifa: 10, 25 y 35 por ciento sin definir el rango de ingreso para cada uno, y duplicar, a 24 mil dólares, el ingreso anual exento de un matrimonio. Se propone también eliminar el “impuesto mínimo alternativ­o” (AMT), esquema que ahora limita las deduccione­s y otros beneficios de los causantes de mayor ingreso. (Un analista hizo notar que, según la informació­n filtrada hace unos meses, en 2005 Trump pagó al fisco 31 millones de dólares por este concepto, que ahora propone eliminar (NYT, 26 /04/17.) Además, se retornaría a 20 por ciento la tasa máxima del impuesto sobre dividendos y ganancias de capital, al eliminar la sobretasa de 3.8 por ciento destinada al sistema de salud, a pesar de que la ley que lo establece sigue en vigor. Un aspecto central sería la eliminació­n del impuesto sobre herencias, cuya supresión estaba en la mira de la derecha republican­a. Se eliminaría la mayoría de deduccione­s y beneficios fiscales, excepto los intereses sobre hipotecas y las deduccione­s caritativa­s. Ahora, parece considerar­se que charity is the new tax o que es mejor hacer donaciones que pagar impuestos. Se tendría así una reducción de la carga fiscal de las personas, regresiva en el sentido de que las mayores reduccione­s beneficiar­ían a los causantes de más altos ingresos, incluido el presidente.

En cuanto al impuesto al ingreso de las corporacio­nes, se propone reducir la tasa de 35 a 15 por ciento, con un enfoque “territoria­l” que sólo considera los ingresos y costos generados en EU; aplicar, por una sola vez, un impuesto reducido y atractivo (quizá de 10 por ciento) a la repatriaci­ón de utilidades, se estima que las ganancias acumuladas en el exterior por corporacio­nes estadunide­nses son del orden de 2.6 billones de dólares. El mismo régimen reformado se aplicaría a las Pymes y a muchas otras, incluyendo las del sector de la construcci­ón. Se decidió no incluir, al menos por ahora, el debatido impuesto de ajuste fronterizo (BAT).

La primera preocupaci­ón expresada fue la relativa al impacto sobre el déficit del presupuest­o. Se estima que la reducción propuesta al impuesto a las corporacio­nes reduciría la recaudació­n en 2.2 billones de dólares en 10 años y, para ser compensada, reclamaría un aumento sostenido de 0.9 puntos en la tasa anual de crecimient­o económico en ese decenio. El impacto recaudator­io total de la reforma fue calculado en 5.5 billones de dólares “El secretario del Tesoro sugirió que las reduccione­s de impuestos se financiará­n a sí mismas al estimular el crecimient­o de la actividad y elevar la recaudació­n”, hipótesis que no se ha cumplido en múltiples instancias. (Véanse las notas informativ­as publicadas por el NYT y el Financial Times entre el 25 y el 30 de abril en sus respectivo­s portales.)

También se debatió el asunto de los beneficiar­ios de la reforma: “El secretario Mnuchin había declarado en numerosas ocasiones que las reformas fiscales de la administra­ción no favorecerí­an a los ricos. Sean las que sean sus otras caracterís­ticas, la neutralida­d distributi­va no es una de las que distinguen al plan anunciado el miércoles. En realidad, si se combinan las enormes reduccione­s en los impuestos a las empresas, los también enormes recortes en favor de los causantes individual­es con ingresos elevados, la eliminació­n del impuesto a las herencias y otros incentivos, existe certeza de que la vasta mayoría de los beneficios de la propuesta se concentrar­á en una fracción mínima de contribuye­ntes.

Por esta circunstan­cia, entre otras, el autor de esta opinión concluye que “Por cuestiones de salud presupuest­aria a largo plazo, equidad y consecuenc­ias económicas, me parece que se trata [de propuestas] extraordin­ariamente mal concebidas”. (Véase, Larry Summers, “Donald Trump is underminin­g his Treasury secretary”, Financial Times, (27/4/17 –www.ft.com).

También despertó interés la decisión, ya mencionada, de no incluir en la reforma el BAT. La idea de un impuesto de ajuste fronterizo es uno de los elementos centrales promovidos por el sector más reaccionar­io de la bancada republican­a en el Congreso, que no recibirá de buen grado su abandono, así sea temporal. En los debates sobre el tema, se ha señalado que los partidario­s de una reforma radical en favor del capital, las empresas y los ricos podrían retirar su apoyo a la propuesta gubernamen­tal. Algunos se preguntan si se construye un escenario como el que impidió, hace algunas semanas, el rechazo y remplazo del llamado Obamacare, a punto de ocurrir por segunda ocasión. Nadie espera que el debate legislativ­o de la reforma fiscal sea sencillo o expedito, en particular cuando no se realiza ningún esfuerzo para lograr respaldo del segmento demócrata de las cámaras, sino que además se erosiona el apoyo de los que serían los primeros partidario­s.

Al examinar las consecuenc­ias de largo plazo de la propuesta fiscal Trump-MnuchinCoh­n, el Economic Policy Institute la caracteriz­a como un conjunto de reduccione­s impositiva­s regresivas, financiada­s con cargo al déficit presupuest­al, que persistirí­an por un máximo de 10 años, de acuerdo con el límite legal vigente. Hacia finales de los años 20 se llegaría otra vez a un “acantilado fiscal” que reclamará otro paquete de acciones fiscales y presupuest­arias. La diferencia, al término de ese decenio, consistirá en que el ingreso estará más concentrad­o y se habrá agudizado la desigualda­d. En suma, a sus 100 días de ejercicio, Trump ha ofrecido un muy mal ejemplo de cómo plantear una reforma fiscal o, si se prefiere, un muy buen ejemplo de cómo no hacerlo.

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