El INEE no es, ni será autónomo
se votó la nueva ley que define las funciones y características del “nuevo” Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) en 2013, he venido sosteniendo y argumentando que tal autonomía no existe, por más que aparezca subrayada con letras mayúsculas en la Constitución. De acuerdo a la lógica política (es decir, la demagogia) que impera en nuestro país, desde el momento en que este hecho sucedió, aupado desde las cumbres del “Pacto por México” y la misma Presidencia, significó precisamente su sometimiento total a las reglas políticas, con el objetivo último de utilizar la imagen creada como prestigioso encubridor.
Prácticamente todas las instancias evaluadoras que han sido creadas desde los años 90, tienen como enunciado la supuesta ciudadanización y autonomía, este es un requisito perfilado para disimular con eficacia que la evaluación es el instrumento de intervención más abrumador que el Estado-evaluador se ha dado a sí mismo para controlar y transformar al Sistema Educativo Nacional (SEN).
Así, el “viejo” INEE logró presentar resultados y evaluaciones (Excale) mucho más útiles y significativas que el “nuevo”. En el “viejo” INEE no autónomo, Martínez Rizo y el propio Backhoff señalaron que la heterogeneidad imperante en el sistema educativo no permitía homogeneizar indicadores y también que no era conveniente vincular los resultados de las pruebas a estímulos o sanciones por sus efectos distorsionadores. Pero ese era el “viejo INEE no autónomo”.
Ahora para el INEE constitucionalmente autónomo y su nuevo presidente, el mismo Backhoff, no queda más que aceptar las reglas del juego y admitir que “pasó de ser una institución técnica a una institución política”. Lo cual entendemos que significa que asume su papel y no puede romper los límites (es decir ,cuántos, cómo y cuándo se evalúa a los maestros) que determina la Secretaría de Educación Pública (SEP) y no tanto el eufemismo de que “emite directrices para la mejora” de la educación.
Esta declaración del “nuevo” Backhoff, parece ser la que más han comentado diversos analistas. Aparentemente para algunos se trataría ahora del momento en que el INEE debe “recuperar” su autonomía frente a la SEP y avanzar decididamente en la evaluación a los docentes sin mayor demora, haciendo a un lado la compleja “variante” de lo que podría significar azuzar al magisterio, obligando a otros 130 mil profesores a presentar la evaluación, en pleno año ya electoral.
Para otros ésta será solamente una presidencia de transición que deberá obligatoriamente esperar a los nuevos tiempos y límites del próximo sexenio. Algunos otros, seguramente más ingenuos, se han aventurado a decir que siempre esperaron una posición fuerte del INEE para demandar “revisar la ley”, sobre todo en función de los frustrantes resultados de las evaluaciones, y se lamentan de que no hayan ejercido su autonomía.
En 2005 escribí un texto que comenzaba diciendo que el INEE se encontraba deshojando la margarita: “hacer o no hacer, hacer o no hacer”. ¿Lo habrá resuelto? Ser un apéndice con ambiciones de líder es más que imposible. Aceptar tan confusa condición lleva a hacer las declaraciones que el nuevo presidente ha hecho en su toma de posesión. El periódico El Heraldo recoge que Backhoff señaló que ahora hay retos y áreas de oportunidad: los retos que percibe son: 1) mejorar los procesos de evaluación del SEN y el uso de resulta-