La Jornada

PENULTIMÁT­UM

Trump: necedad

- ELENA PONIATOWSK­A

l presidente Donald Trump señala repetidame­nte la necesidad de sellar su país con un muro en la frontera con México para evitar que lleguen las drogas ilegales que ‘‘envenenan” a millones de sus ciudadanos. Acusa a los migrantes de América Latina de introducir­las. Según las agencias internacio­nales que estudian el problema de los cultivos ilícitos en nuestro continente, éstos no han disminuido en los tres principale­s centros de siembra de la planta de coca: Colombia, Perú y Bolivia. En Colombia el número de hectáreas aumentó entre 2014 y 2015 de 69 mil a 96 mil. Lo atribuyen a la prohibició­n de fumigar desde el aire con glifosato las zonas sembradas. Es un herbicida de Monsanto muy tóxico y que afecta la salud de quienes viven en el área donde se esparce y al medio ambiente. Según la Organizaci­ón Mundial de la Salud el glifosato puede llegar a producir cáncer. Ahora sólo se permite fumigar en forma terrestre y efectuar la erradicaci­ón manual de los sembradíos. Se espera que el acuerdo de paz firmado entre el gobierno y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucion­arias de Colombia, reduzca dicha extensión en las zonas donde ésta tiene influencia. En Perú tampoco han sido efectivos los mecanismos para reducir la siembra de coca y sustituirl­a por cultivos comerciale­s. La superficie cosechada suma más de 60 mil hectáreas. En Bolivia la política anticoca de Washington la rechazó el gobierno de Evo Morales, que considera a esa planta un bien cultural ancestral. La población utiliza la hoja para muy diversos usos. Mas está prohibido transforma­rla en cocaína. Aunque en los tres países citados aumentaron los decomisos y la destrucció­n de miles de pequeños laboratori­os para procesarla. Aunque Estados Unidos presume tener mejores controles para que no lleguen a su territorio cocaína, drogas sintéticas, heroína y mariguana, el consumo crece entre sus ciudadanos. El secretario de Seguridad Nacional, John Kelly, acaba de reconocer que el gobierno ‘‘no ha hecho nada” para reducirlo. Además, la producción local y legal de mariguana genera 122 mil empleos y mueve 6 mil millones de dólares. Después de un siglo de criticar a otros como origen del problema, cuando su agencia antidrogas, la DEA, dispone de enormes recursos y se inflitra en América Latina, Trump cree que el problema terminará con el muro y acciones policiacas contra los cárteles de la droga. La historia muestra que esa visión sólo ha dejado miles de muertos, violencia extrema y descomposi­ción social en los países productore­s. Y extendido el poder de los cárteles y las bandas criminales gracias a la pobreza, la corrupción, la impunidad. Olvida que se trata también de un asunto de salud pública. Y que costaría muchísimo menos prevenir el consumo que impedir, sin éxito, que las drogas lleguen a Estados Unidos. escoge El hombre en llamas, de José Clemente Orozco) el gran oaxaqueño Francisco Toledo, el grabador Leopoldo Méndez, seguidor de José Guadalupe Posada, quien sí merece la mención de Zaid. No aparecen Morelos, Ricardo Flores Magón, el cura Hidalgo, Juana B. Gutiérrez de Mendoza, Mariano Azuela, Francisco Zarco, Ignacio Ramírez El Nigromante, Lázaro Cárdenas, Ramón López Velarde, Frida Kahlo con su fabuloso Lo que el agua me dio, Siqueiros, Amado Nervo, Carlos Pellicer, el arquitecto Juan O’Gorman, José Emilio Pacheco, Carlos Monsiváis, Carlos Fuentes, Yuri Herrera, Elena Garro, Jaime Sabines, Luis Villoro, Juan Villoro, Jorge Cuesta, el Jorge Volpi de En busca de Klingsor, el premio Nobel de la Paz Alfonso García Robles, el astrofísic­o Manuel Peimbert Sierra, Rosario Castellano­s, Sabina Berman, la socióloga María Amparo Casar, María Luisa Puga, el fisiólogo Arturo Rosenbluet­h, Salvador Zubirán, Luis Barragán, el cardiólogo Ignacio Chávez, Isidro Fabela, el juez de la Corte Internacio­nal de La Haya Bernardo Sepúlveda, el fotógrafo y cineasta Gabriel Figueroa, Carolina Amor de Fournier, fundadora de la Prensa Médica Mexicana; Miguel Covarrubia­s, el arquitecto José Villagrán García, Pedro Armendáriz, Verónica Murguía, Lola Álvarez Bravo, Mariana Yampolsky, Graciela Iturbide, Pedro Infante, David Huerta con su poema sobre Ayotzinapa, el premio Nobel de Química, Mario Molina, Hugo Hiriart, a Dolores del Río, María Félix, Angélica Aragón, la cantante Eugenia León, el astrofísic­o Guillermo Haro, quien envió a tantos jóvenes con vocación científica a formarse al exterior y aunque quizá pueda parecer un despropósi­to, los caricaturi­stas que van desde Naranjo hasta El Fisgón. También me habría gustado ver en su lista a Tin Tan (ya que Zaid escoge a Pérez Prado y su Mambo número 5) y si vamos más lejos a Palillo, a José Alfredo Jiménez, a María Victoria, a Tongolele, a Vitola y a todo el Teatro Blanquita al lado de Juan Gabriel y los nuevos cineastas, Alfonso Cuarón, Guillermo del Toro, Alejandro González Iñárritu y Carlos Reygadas, el de la película sobre los menonitas, y desde luego a mis amigas Marta Lamas, María Consuelo Mejía, la universita­ria Sara Poot Herrera, quien tanto hace por los jóvenes migrantes mexicanos, Raquel Serur y Jesusa Rodríguez.

Desde el rollo de papiro, las tablillas de cera, el pergamino, el lápiz de grafito, la pluma fuente, la impresión de la Biblia por Gutenberg hasta la página web a la que todos recurrimos no hemos dejado de progresar, pero no por eso somos mejores mujeres y hombres, somos –más bien– hijos de lo que Gabriel Zaid llama ‘‘conciencia negativa del saber”, pues lo que le está sucediendo ahora a México está muy cerca de Frankenste­in o el Prometeo moderno, la novela de Mary Shelley publicada en 1818. Escribe Zaid que ‘‘en las nuevas versiones del mito, Prometeo no quiere liberar a los hombres: quiere someterlos, acumulando saber, poder y capital”. En nuestro país no son pocos los que venden su alma a las cadenas televisora­s y a los nefastos partidos políticos. Goethe tendría mucho material de trabajo y su Fausto sería un cuento para niños al lado de nuestro diario acontecer político.

Gracias a Sor Juana, gracias a su claustro, gracias a su rectora Carmen Beatriz López Portillo,

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