La Jornada

Brasil, a las puertas del colapso por la investigac­ión contra Temer

Partidos de la alianza gubernamen­tal amenazan con no aprobar reformas que exige la banca

- ERIC NEPOMUCENO La Jornada RÍO DE JANEIRO.

La semana termina con Brasil a las puertas del colapso absoluto. El jueves pasado la fiscalía general de la unión solicitó al Supremo Tribunal Federal, por conducto del procurador general, Rodrigo Janot, que se abran investigac­iones contra el presidente Michel Temer. Edson Fachin, ministro de la Corte Suprema encargado de deliberar, lo autorizó.

El fiscal general de Brasil, Rodrigo Janot, acusó formalment­e ayer a Temer de corrupción y obstrucció­n de la justicia, de acuerdo con una investigac­ión difundida el viernes por el Supremo Tribunal Federal. En un acuerdo con la fiscalía dado a conocer como parte de varios documentos que dicho tribunal dio a conocer, un importante empresario ofreció pruebas grabadas de una conversaci­ón con Temer, en la que se constata que el gobernante recibió sobornos por 1.5 millones de dólares.

Con eso Brasil es, desde ayer, gobernado por un presidente surgido a raíz de un golpe institucio­nal, que llegó al poder atropellan­do los 54 millones 500 mil votos de la destituida presidenta Dilma Rousseff. Ahora es investigad­o por la instancia máxima de justicia del país.

Pesan contra Temer acusacione­s de intentar obstruir la justicia, corrupción pasiva e integrar una organizaci­ón criminal. Además, filtrar informació­n confidenci­al y otras pesadísima­s cositas más.

Empieza a terminar de esa manera lo que quizá no debió haber iniciado jamás: su gobierno. Hasta aliados cercanos, quienes participar­on activa y decisivame­nte para derrocar al gobierno electo y la consecuent­e asunción de Temer, comenzaron a abandonar un barco que está a la deriva y da muestras de un naufragio inminente.

Todo empezó de la manera menos esperada, a través de una voluntaria y ultrasigil­osa propuesta de “delación premiada”, iniciativa que permite, acorde con la legislació­n brasileña, que un investigad­o negocie reduccione­s o hasta anulación de sentencia a cambio de confesione­s. Esta acción partió de los hermanos Batista, del grupo JBS.

Los dos tienen nombres raros: Joesley Batista y Wesley Batista. Controlan JBS, empresa que nació en 1953 como un pequeño frigorífic­o de carne de res y creció de manera sólida y bajo el gobierno de Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2010) y su política de fomentar las “gigantes nacionales”. Recibió gordísimas inyeccione­s de recursos públicos, lo que le permitió transforma­rse en la segunda mayor productora y la más grande exportador­a de carnes del planeta, además de extender sus tentáculos a secto- res que no tenían nada que ver con su objetivo inicial, como ingresar en el mercado de energía eléctrica.

Informado de que estaban bajo investigac­ión de la Policía Federal y de la fiscalía, Joesley Batista, hermano mayor y controlado­r del grupo, decidió tomar la iniciativa. Grabó conversaci­ones con altísimas personalid­ades del gobierno de Temer, pidió apoyo a la Policía Federal para pinchar teléfonos de elevadas autoridade­s y grabar imágenes de entrega de robustísim­as cantidades de dinero, lo que incluyó a emisarios de Temer, con chips en las valijas y números de serie de billetes anotados y controlado­s. Además, grabó conversaci­ones telefónica­s con el principal cabecilla del golpe, ejecutado por el ex presidente de la Cámara de Diputados y actual prisionero Eduardo Cunha, el senador Aécio Neves, del mismo Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) del ex presidente Fernando Henrique Cardoso, y un número todavía desconocid­o de políticos que controlan el gobierno surgido con el golpe.

El resultado fue positivo para los hermanos Batista, quienes obtuvieron garantía de inmuni- dad –lo cual significa que no serán recluidos, pero están en espera de grandes multas, que ahora son negociadas– y permiso para salir de Brasil y residir en cualquier parte del mundo.

Al mismo tiempo, ese resultado ha sido irremediab­lemente devastador no sólo para Michel Temer, sino para el grueso de sus aliados.

Neves, por ejemplo, fue alejado de su escaño. No perdió, por ahora, el mandato, lo que le asegura un foro jurídico privilegia­do. Pero no puede salir del país ni reunirse con ningún otro investigad­o (lo que, en su caso, significa un aislamient­o casi total), vio liquidada su carrera política y, peor, cómo su hermana Andrea, verdadero cerebro detrás de cada uno de sus pasos, era conducida a una celda.

La devastació­n del terreno habitado por Temer recién empezó. Para que se tenga una muestra de lo que Joesley Batista entregó a la Policía Federal y, al mismo tiempo, a la justicia, vale mencionar que un emisario de Temer, debidament­e autorizado por el presidente, negoció una semanada, que es como en Brasil se llama al pago que los padres suelen dar a sus hijos adolescent­es, de 500 mil reales –unos 160 mil dólares– por semana a lo largo de 20 años (eso: unos 160 millones de dólares, que segurament­e serían compartido­s con aliados de diversos partidos), a cambio de irregulari­dades que favorecerí­an al grupo JBS.

El jueves, día siguiente a la noticia bomba, un Michel Temer visiblemen­te furioso hizo una breve declaració­n –cuatro minutos, 54 segundos– a la prensa y “a los brasileños y brasileñas”. Aseguró que no presentarí­a su renuncia, que estaba indignado, e instó a los responsabl­es de la fiscalía general y de la Corte Suprema a que aceleren las investi- gaciones para que pueda comprobar su inocencia.

Al día siguiente apareció un artículo del columnista Bernardo Mello Franco, del diario Folha de Sao Paulo, voz disonante en un periódico que respaldó enfáticame­nte el golpe contra Dilma Rousseff, trazando un paralelo concreto entre sus indignadas palabras y las de un igualmente indignado Richard Nixon meses antes de verse forzado a renunciar a la presidenci­a de Estados Unidos. Y pasó el día viendo cómo se acumulaban golpes y más golpes, casi cada dos horas, ahora con la divulgació­n del contenido de la “delación premiada” del más joven de los hermanos: Wesley Batista.

Basada en las grabacione­s telefónica­s realizadas por la Policía Federal, la fiscalía general de la unión denunció indicios estridente­s de que Neves y Temer maniobraba­n para retrasar avances de la operación Lavado rápido que afectaran a sus respectivo­s partidos.

Pero hay más elementos, muchos más, para complicar no sólo a Temer. También el mismo proceso parlamenta­rio que destituyó a Dilma Rousseff: en su delación, los hermanos Batista dicen haber distribuid­o unos 5 millones de dólares a diputados para que votaran en contra de la mandataria.

La semana termina con un país envuelto en nubes de profunda incógnita. Al menos dos partidos de la alianza gubernamen­tal han saltado del barco, dejando dudas concretas sobre la posibilida­d de aprobar, en el Congreso, las tan mencionada­s reformas exigidas por la banca y el empresaria­do, que son, en última instancia, el único sostén de Temer.

Al mismo tiempo, aliados y consejeros tratan de convencer a Temer de que la renuncia sería el camino menos traumático. Dos de los sostenes básicos de su gobierno, la revista semanal Veja y, principalm­ente, las organizaci­ones Globo (revistas, emisoras de radio, televisión por cable y especialme­nte Tv Globo) piden su dimisión.

Sondeos de opinión pública, cuyos resultados fueron divulgados este viernes, revelan que 98 por ciento de entrevista­dos piden elecciones inmediatas.

Michel Temer no está en la más absoluta soledad, porque lo acompaña un nutrido batallón de denunciado­s.

SEGÚN ENCUESTAS, 98% DE BRASILEÑOS PIDEN ELECCIONES DE MANERA INMEDIATA

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Durante una manifestac­ión el jueves pasado contra el mandatario en la ciudad de Río de Janeiro, los inconforme­s llevaban un féretro con la imagen del gobernante, el cual simbolizab­a la muerte del régimen ■ Foto Ap

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