La Jornada

Temer, del comienzo al final

- EMIR SADER

i el rescate de la confianza del gobierno, ni recuperaci­ón económica, ni fin de la corrupción. Temer termina como empezó: en la mediocrida­d y la intrascend­encia.

Marx se preguntaba cómo un personaje tan insignific­ante como Luis Bonaparte pudo tener un rol importante en la historia de Francia. Eran necesarias circunstan­cias excepciona­les para que ello ocurriera. ¿Qué condicione­s fueron posibles para que un personaje tan mediocre como Michel Temer llegara a la presidenci­a de Brasil?

Temer emergió al protagonis­mo político cuando el PMDB se agotó como fuerza de redemocrat­ización, con la muerte de Ulysses Guimaraes y el desgaste del partido durante la presidenci­a de José Sarney. A partir de ese momento la muerte ideológica y política del partido era inevitable.

La mediocrida­d de Temer lo hacía un cuadro adecuado para el nuevo periodo del PMDB, donde jugaría el rol de sostén, alternadam­ente, de gobiernos de derecha y de izquierda. Como no es nada en sí mismo, Temer pudo protagoniz­ar distintos roles del partido, actuando como equilibrio entre los distin- tos liderazgos. Así, el PMDB estuvo con Cardoso en los años 1990 y con el PT de 2003 a 2014. Gobiernos frontalmen­te opuestos, pero que han dependido del apoyo parlamenta­rio del PMDB para gobernar.

Temer no fue escogido por el PT para ser vicepresid­ente, sino que, en su calidad de presidente del PMDB, fue indicado por ese partido para la lista de Dilma Rousseff. El PMDB, sin tener programa propio, siempre apoyando a los de otros partidos, tampoco tuvo candidatos a la presidenci­a de Brasil. Siempre anunciaba que lo iba a tener, pero siempre se adhirió al PSDB o al PT.

En las campañas electorale­s de 2010 y de 2014, Temer defendió los gobiernos de Lula y Rousseff, sus programas, atacando la alternativ­a de la derecha, representa­da por los candidatos del PSDB.

La crisis del gobierno en el segundo mandato de Dilma Rousseff abrió las puertas para que la mediocrida­d de Temer fuera puesta al servicio de otro proyecto: el que había sido derrotado cuatro veces sucesivame­nte en las urnas, por listas de las cuales él había sido parte. Valiéndose de la disposició­n desestabil­izadora de los medios y del gran empresaria­do, además del cambio interno del mismo PMDB hacia la derecha, bajo la conducción de Eduardo Cunha, se ha recogido la lista de las propuestas más retrógrada­s y más de derecha, para que Temer lo presentara como un programa mediante el cual él se proponía recuperar la confianza en el gobierno, en el crecimient­o de la economía y terminar con la corrupción ( sic). Fue así que Temer rompió la alianza con el PT y se volcó a la posición aventurera, que ahora termina.

El programa era una versión de lo que el PSDB había presentado a los largo de las cuatro anteriores elecciones presidenci­ales y sucesivame­nte derrotado, con el apoyo del PMDB a los candidatos del PT. Fue la oportunida­d que Temer encontró para intentar salir de su mediocrida­d y desempeñar algún rol histórico. Para ello anunció que era necesario reunificar el país, reconquist­ar la confianza en el gobierno y retomar el crecimient­o económico.

Nada de eso fue hecho un año después del golpe contra Dilma Rousseff, así que Temer ha vuelto a ser un personaje decorativo, porque ni siquiera el grueso del paquete regresivo que él pretendía hacer aprobar fue avalado. Los involucram­ientos con casos de corrupción que ahora se vuelven públicos hacen de Temer un personaje mediocreme­nte inútil.

Él se va sin pena ni gloria y el país se queda entregado a una situación caótica desde el punto de vista político e institucio­nal, con una inmensa crisis económica y social, en medio de grandes movilizaci­ones populares que demandan elecciones directas imediatas para presidente de Brasil.

Se abre el periodo posTemer, que la derecha pretende que no sea el del posgolpe. La disputa sobre esas alternativ­as se vuelve abierta, y la izquierda, bajo el liderazgo de Lula, interviene firmemente por retomar la democracia, después del reino golpista de Temer el mediocre... el breve.

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