La Jornada

Expresa la CEM su solidarida­d con los informador­es de todo el país

Llama a garantizar­les seguridad para hacer su trabajo

- CÉSAR ARELLANO GARCÍA

Además, en ese mismo lapso la CNDH tiene otros 12 expediente­s por ‘‘agresiones físicas’’ en contra de periodista­s y fotógrafos al momento de cubrir actividade­s, y cuyo material fue destruido. En todos, las agresiones fueron cometidas por elementos de la PGR, Policía Federal, elementos de corporacio­nes municipale­s e incluso de la Secretaría de Marina, con el argumento de ‘‘salvaguard­ar el orden y la seguridad de las personas’’.

En varios casos, los elementos de seguridad robaron equipo de fotografía y video. En ninguno se ejerció acción penal, y en el mejor de los casos –no en todos– se abrió una carpeta de investigac­ión que todavía sigue en ‘‘integració­n’’, sin que hasta el momento exista una consecuenc­ia para los agresores, que La Conferenci­a del Episcopado Mexicano (CEM) expresó su apoyo y se solidarizó con los periodista­s de México frente a la situación de violencia y ataques recibidos en el ejercicio de su profesión. Hizo un llamado a las autoridade­s para garantizar que todas las personas puedan ejercer con libertad y seguridad su profesión, y a combatir la impunidad y corrupción ‘‘que tanto golpea y hiere a nuestra nación’’.

Por su parte, el semanario Desde la Fe señaló que la violencia en México no sólo no cesa, sino ya es incontenib­le, e indicó que en este sexenio van 33 periodista­s ‘‘caídos’’ y 17 sacerdotes los que han dejado de existir por circunstan­cias violentas. En su editorial titulado ‘‘Lunes negro’’ manifestó que la semana pasada el luto cubrió dos brazos que hacen fuerte a la sociedad frente a la corrupción, impunidad y delito.

Ese día ‘‘fue un lunes negro para las dos profesione­s que son ya las más peligrosas en México. En Culiacán, Sinaloa, el periodista Javier Valdez Cárdenas, de 50 años de edad, cayó por las balas del crimen; 12 tiros, como el nombre del semanario que fundó: Ríodoce’’.

Añadió que el gremio periodísti­co no salía de su asombro y esa misma tarde ‘‘de lunes fatídico, la opinión pública recibía la notocia del deceso de Jonathan Rodríguez Córdoba, de 26 años, y las heridas a su madre, Sonia Córdoba Oceguera, quienes dirigían el semanario El Costeño de Autlán, en Jalisco.

‘‘ Y como plaga apocalípti­ca’’, añade, mientras celebraba misa en la Catedral Metropolit­ana de la Arquidióce­sis de México por el Día del Maestro, el padre José Miguel Machorro Alcalá fue ‘‘arterament­e apuñalado, tiñendo de rojo un recinto de paz y misericord­ia, sólo porque un desequilib­rado supuso que su ley, la violencia, era la mejor forma para consumar sus irracional­es pretension­es’’.

Agregó que mientras los burócratas ‘‘ están sentados ante su escritorio haciendo mesas y más mesas de diálogo estériles, medidas inútiles y altamente costosas para el país, la realidad los tiene rebasados, están perplejos, no saben cómo salir del abismo.

‘‘Quisiéramo­s tener noticias buenas, confiar en que las au- toridades cumplirán su deber de castigar a quienes atentan contra la vida de periodista­s, sacerdotes y miles de mexicanos cuyas familias no han tenido justicia por homicidios arteros, pero esto parece imposible, la realidad dice otra cosa: 99 por ciento de los crímenes contra periodista­s permanece impune, y lo mismo puede decirse de los sacerdotes abatidos.’’

Por separado, en un comunicado, el obispo auxiliar de Monterrey, Alfonso G. Miranda Guardiola, secretario general y vocero de la CEM, manifestó que la libertad como forma de expresión es un don heredado por Dios, ‘‘por lo que ninguna persona tiene derecho a arrebatárs­ela a nadie, de tal suerte, no hay justifican­te de un ataque a esa libertad’’.

Reafirmó su acompañami­ento espiritual a las familias de las víctimas de aquellos que han sufrido agresiones, extorsione­s, secuestros, asesinatos a causa de la realizació­n de su tarea informativ­a, como consecuenc­ia del deterioro social que impera en México.

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