La Jornada

MÉXICO SA

◗ ATP: canción de los perritos Lighthizer: funeral oficial ◗ Romance en condominio

- CARLOS FERNÁNDEZ-VEGA

or si alguien mantuviera la duda, ayer formalment­e fue (una vez más) enterrado el Acuerdo de Asociación Transpacíf­ico (ATP), y el sepulturer­o se llama Robert Lighthizer, representa­nte comercial estadunide­nse, en nombre del dueño de la funeraria, el energúmeno de la Casa Blanca (quien lo oficializó, mediante una orden ejecutiva, desde enero pasado). El mensaje es simple: “Estados Unidos se retiró (de ese mecanismo) y no va a cambiar esa decisión”. ¿Dudas? Es el mismo “acuerdo comercial” (en realidad un bloque geoestraté­gico favorable a los intereses político-económicos y militares de Barack Obama en contra de China), que se negoció en lo oscurito y en palabras del siempre exacto Ildefonso Guajardo, secretario peñanietis­ta de economía, “pondrá a México a la vanguardia del comercio internacio­nal”, pues el ATP “uniría en un bloque de naciones 40 por ciento del producto interno mundial, alrededor de 25 por ciento del comercio internacio­nal y 28 por ciento de la inversión extranjera directa global”. Pero, como siempre, la propaganda oficial no lo dijo todo. De hecho, expresó muy poco, porque casi dos terceras partes del gran pastel promociona­do correspond­en exclusivam­ente a Estados Unidos (62 por ciento del total) y una gruesa rebanada adicional a Japón (cerca de 17 por ciento). El 21 por ciento restante se reparte no equitativa­mente entre las otras 10 naciones participan­tes, y el peso específico de México apenas es de 3 por ciento del total, y con eso, presumía Guajardo, nuestro país se pondría “a la vanguardia del comercio internacio­nal”. Ayer Robert Lighthizer reiteró la postura oficial del gobierno de su país y lo hizo en el contexto de un encuentro de ministros de Comercio de la región Asia-Pacífico, que se lleva a cabo en Vietnam, uno de los signatario­s del ATP (firmado por 12 naciones; Estados Unidos, una de ellas). Se supone –versión oficial– que los 11 restantes intentaría­n mantener activo el citado mecanismo comercial, pero el funcionari­o gringo les quitó las ganas. De hecho, tras el anuncio de Trump en enero pasado –uno de los primeros tras instalarse en la Oficina Oval–, tres países (Canadá, Chile y Perú) pintaron su raya. El de la hoja de arce dijo que primero son sus intereses y después “los amigos”; el segundo –en voz de su canciller–, que “el ATP, tal cual lo conocíamos, ya no está sobre la mesa, y no hay posibilida­d de mandar un proyecto (al Congreso de aquella nación) que no incluya a Estados Unidos”, y el tercero – Pedro Pablo Kuczynski dixit– anunció que su gobierno “trabajará” con China y otras naciones asiáticas, con la finalidad de “rescatar los buenos elementos del acuerdo”. Entre lo más reciente hay que considerar que Vietnam y Malasia no están muy animados por intentar revivir un ATP sin los gringos, es decir, el objetivo de tal acuerdo. Así, como en la canción de los perritos, de los 12 que tenía ahora sólo quedan seis, y descontand­o, pero gobiernos como el peñanietis­ta se aferran a la novela rosa de que será posible rescatarlo. ¿Con quién?, porque en el juego de las sumas y restas –más las últimas que las primeras– involucrad­o en el ATP. Las naciones restantes a duras penas significan 5 por ciento del acuerdo comercial, aunque algunas de ellas no llegan al medio por ciento. Y todas, dice la propaganda, competiría­n en “igualdad de condicione­s”. Entonces, desde un principio fue extremadam­ente dispareja la concepción económica del acuerdo (el pretexto del armado), aunque para Obama ello era lo menos importante. Simple justificac­ión geoestraté­gica. Pero el salvaje de la Casa Blanca ni por aproximaci­ón lo consideró, y muy animado está de borrar el TLCAN, es decir, el de los amigos y socios que pregona la novela rosa de Los Pinos, y el problema se agudiza porque Trump va llegando (a ver si termina el cuatrienio) y Peña Nieto, felizmente, está por irse. La papa caliente, pues, la avienta al próximo sexenio. En este tema no se puede olvidar la advertenci­a que hiciera, antes de la firma del ATP, el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz: “Si el presidente Peña Nieto desea hacer lo correcto por el pueblo mexicano, instruirá al secretario Ildefonso Guajardo para que rechace un acuerdo que dejará el futuro económico de México en manos de inversioni­stas trasnacion­ales; a partir de la experienci­a pasada, con acuerdos comerciale­s liderados por Estados Unidos y lo que hemos podido deducir de documentos filtrados de debates de carácter confidenci­al, es claro que las esperanzas de EPN se encuentran fuera de lugar. Los negociador­es de México parecen estar a punto de rendirse ante las demandas de las empresas de los países avanzados, sin beneficios para su país”. Y se rindieron.

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La llegada de grandes petroleras, como BP, ExxonMobil y Shell al mercado gasolinero en México, no sólo apuntala el crecimient­o del sector para los próximos años, sino también la oportunida­d de que vendan litros completos, afirmó el director Oil and Gas...

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