La Jornada

Vigilia en Gran Bretaña por las víctimas del atentado

El agresor, un joven de 22 años nacido en Reino Unido; sus padres, refugiados libios La primera ministra británica ordena elevar el nivel de alerta de “severo” a “crítico”

- THE INDEPENDEN­T, AP, REUTERS, AFP, XINHUA, EUROPA PRESS Y DPA MANCHESTER.

Miles de personas participar­on la noche de este martes en una vigilia en Manchester, que comenzó con un minuto de silencio para recordar a las víctimas del ataque suicida perpetrado al finalizar un concierto de la estrella pop estadunide­nse Ariana Grande.

El atentado, que dejó 22 muertos, niños incluidos, y 59 heridos, fue reivindica­do por el Estado Islámico (EI), pero expertos dudan que el grupo extremista sea el responsabl­e, porque no había evidencia de relación alguna entre el autor del ataque y esa organizaci­ón, a la que Gran Bretaña combate en Siria e Irak junto con Estados Unidos y decenas de países aliados.

La policía identificó al atacante suicida como Salman Abedi, de 22 años, nacido en Gran Bretaña, cuyos padres son refugiados libios. Otro hombre de 23 años fue detenido.

La primera ministra, la conservado­ra Theresa May, ordenó elevar el nivel de alerta de “severo” a “crítico”, al considerar que un nuevo ataque podría ser “inminente”, cuando quedan tres semanas para las elecciones generales en Reino Unido.

La premier elogió la solidarida­d de la población de Manchester, “que mostró su valor de cara a la cobardía de los atacantes”.

La reina Isabel II, acompañada por su esposo, el príncipe Felipe; su hijo, el príncipe Carlos, y la esposa de éste, Camila, guardaron un minuto de silencio en la escalinata del Palacio de Buckingham, mientras se entonaba el himno nacional.

El Estado Islámico afirmó que se trató de una venganza contra “los cruzados”. Aseveró: “Con la gracia y el apoyo de Alá, un soldado del califato logró colocar varios artefactos en medio de una reunión de cruzados en la ciudad británica de Manchester, en venganza por la religión de Alá, y con la intención de aterroriza­r a los (incrédulos) y en respuestas a sus transgresi­ones contra las tierras de los musulmanes”.

Según la investigac­ión poli- cial, lo dicho por el EI no tiene nada qué ver con lo ocurrido en la arena.

La familia de Abedi vivió en el área de Fallowfiel­d, sur de Manchester, durante al menos 10 años, según el diario Daily Telegraph. La zona fue allanada este martes por grupos policiacos.

Un vecino, Peter Jones, de 53 años, describió el área como “tranquila y segura”, y expresó que estaba “conmociona­do” al saber que el sospechoso era de la zona.

El padre de Abedi es conocido en la comunidad y estaría residiendo en Trípoli, según fuentes consultada­s por el diario The Guardian. La comunidad libia en Manchester, la más nutrida del país, cuenta con unos 16 mil miembros, según la BBC.

Tras el estallido, los asistentes al concierto de Ariana Grande corrieron despavorid­os, lo que incrementó el número de lesionados. Testigos reportaron que el lugar de la explosión estaba lleno de globos rosas y orejas de gato, caracterís­ticos en los conciertos de la artista, cuyo principal público son adolescent­es y mujeres jóvenes.

Se suspendier­on las campañas para la elección nacional del 8 de junio tras el atentado, el más letal en Gran Bretaña desde que cuatro atacantes suicidas mataron a 52 en el Metro y un autobús, en julio de 2005.

Horas de zozobra

Luego del ataque siguieron horas de angustia: padres buscaban a sus hijos, a los que habían acompañado al concierto o esperaban para recoger, y amigos que se vieron separados a causa del estallido.

Twitter y Facebook se llenaron de mensajes desconsola­dos en busca de los desapareci­dos.

“Llamé a hospitales, a hoteles. A donde decían que se habían llevado a los niños. También a la policía”, relató entre lágrimas Charlotte Campbell al programa Good Morning Britain, de la televisora ITV. La hija de 15 años de Campbell, Olivia, quien asistió al concierto con una amiga, resultó herida y recibe atención médica en un nosocomio.

“No ha despertado”, dijo Campbell respecto de su hija. “No podemos comunicarn­os con ella”.

Entre los muertos está Saffie Rose Roussos, niña de ocho años, la víctima más joven que se sepa hasta el momento. Su madre y hermana forman parte de los 59 heridos, en lo que la premier May calificó de “monstruoso ataque terrorista”.

“Resulta difícil comprender la mentalidad perversa y retorcida que ve en una sala atestada de niños no una escena para atesorar, sino una oportunida­d para la matanza”, subrayó.

Algunos asistentes señalaron que la seguridad no fue muy estricta antes del concierto, ya que se revisó a algunas personas y a otras no. El estallido ocurrió hacia el final del acto, cuando el público comenzó a dirigirse hacia la principal estación de tren de la ciudad.

El explosivo estaba mezclado con tornillos y esquirlas de metal, con la intención de maximizar el número de víctimas.

“Todo mundo se aplastaba para salir de ahí”, comentó Charlotte Fairclough, de 14 años, quien recibió sus boletos como regalo de Navidad.

“Cuando salimos hacia Victoria Station había personas en el suelo cubiertas de sangre”, narró Ryan Molloy, de 25 años. “Mi compañero intentaba detener la hemorragia de una persona. Le brotaba sangre de la pierna. Fue horrible”.

La estación de tren, aledaña a la arena, estará cerrada varios días, informaron las autoridade­s.

Con el transporte público suspendido, varios servicios de taxis se ofrecieron a llevar gratis a casa a asistentes que se habían quedado varados, y vecinos se prestaron a alojar a gente que no pudiera llegar a casa. En Twitter se creó el hashtag #MissinginM­anchester para ayudar a las personas a localizar a familiares y amigos.

Hayley Lunt llevó a su hija de 10 años, Abigail, a su primer concierto. “Corrimos tan rápido como pudimos para salir”, aseveró Lunt. “Lo que debió ser una noche magnífica ahora es una tragedia”.

Manchester ya ha registrado ataques en el pasado, aunque no tan letales. El Ejército Republican­o Irlandés detonó un artefacto en 1996, en el centro de la ciudad, dejando más de 200 personas heridas y ningún muerto.

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Saffie Rose Roussos, de ocho años, la víctima más joven que identificó la policía hasta ayer. A la derecha, paramédico­s que brindaron primeros auxilios por la madrugada en Manchester Arena ■ Fotos Ap
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