La Jornada

Reformas educativa y fiscal, las dos caras de una moneda

- LEV M. VELÁZQUEZ BARRIGA*

esde que se creó el servicio profesiona­l docente como la guillotina para cercenar al magisterio, se diseñó casi a la par, en 2014, la Ley de Coordinaci­ón Fiscal para secundar cualquier intento inconcluso de eliminarlo a través de la evaluación. Si bien la faceta evaluativa de la reforma educaciona­l no se ha agotado, sí pasa por una etapa crítica. Por tal razón han activado de manera paralela mecanismos complement­arios de despido, dispositiv­os administra­tivos que van reduciendo las plantillas escolares y que precarizan su salario. Tales medidas han ido avanzando de manera lenta, esparciénd­ose como un cáncer por el sistema educativo, pero hoy están provocando verdaderas situacione­s de caos, a tal grado que suman descontent­os en distintas partes del país.

La amenaza continua de una evaluación que atenta contra la estabilida­d laboral de los profesores de mayor antigüedad ha sido suficiente para expulsarlo­s, por medio de la jubilación obligada; hablamos de por lo menos veinte por ciento del universo total de mentores mexicanos que desde 2013 han visto en el retiro la vía más segura para no perderlo todo. La situación es aún más preocupant­e después de la reforma fiscal, porque a partir de ella la aritmética tecnocráti­ca para renovar, contratar y cubrir el salario a los maestros cambia radicalmen­te.

Para hacerlo gráfico, pongo de ejemplo a Michoacán: sólo en 2016 se tramitaron 3 mil 300 jubilacion­es de claves docentes; por consecuenc­ia, debieron darse de alta un número igual para llenar los vacíos, más otras tantas si consideram­os el crecimient­o natural de la población escolar; sin embargo, el gobierno sólo cuenta con 200 profesores idóneos disponible­s con contratos de cuatro meses que terminaría­n en julio del presente año, resultado de las evaluacion­es para el ingreso al servicio docente.

La situación dejaría en el abandono a más de 3 mil grupos, de no ser porque los profesores han decidido por propia voluntad no irse de las escuelas. En la otra cara de la moneda, las secretaría­s de Educación federal y de Michoacán se niegan a contratar a mil 200 egresados de las normales públicas de la generación 2016, cifra incluso menor a las necesidade­s reales. Esto no es nuevo, se han negado desde que entraron en vigor las reformas educativa y fiscal, tal pareciera que la finalidad es reducir al máximo la nómina educativa, pero a su vez cumplir el propósito de Aurelio Nuño de eliminar las escuelas rurales.

El problema crece exponencia­lmente con el control centraliza­do en la planificac­ión de grupos escolares, porque los nuevos reglamento­s administra- tivos tienen como requisito un mínimo de alumnos por encima del promedio de la OCDE; esto ha traído como consecuenc­ia que en las escuelas de baja matrícula donde sus profesores piden cambio para salir ya no les sean reintegrad­os sus recursos humanos, pero también se advierte la tendencia a la fusión de grupos, incluso a la desaparici­ón de los dobles turnos y por tanto de las dobles plazas.

La reforma fiscal y el régimen de negociació­n salarial única a escala nacional ha precarizad­o sistemátic­amente el salario, la tendencia de los últimos años apunta al encasillam­iento, como sucede en Chile, donde el aumento depende de los resultados de la evaluación, por lo que podrían pasar varios ciclos cuatrienal­es sin ninguna mejora. Sumemos a estos agravios que con el recorte del calendario escolar a 185 días (promedio de la OCDE) se pretende aumentar la jornada diaria, por si no fuera suficiente que los maestros mexicanos se encuentran entre los que más horas trabajan al año y los que menos ganan.

Los más afectados con la precarizac­ión son los docentes cuyas claves presupuest­ales fueron creadas con techos financiero­s estatales después de la descentral­ización escolar de los años noventa, pero que ahora penden de un hilo con el proceso de reconcentr­ación de la nómina magisteria­l. A lo anterior le sumamos que entidades altamente endeudadas –tal es el caso de Michoacán–, han encontrado la justificac­ión para sus desvíos financiero­s, de ese modo vemos un Silvano Aureoles que cobra oficialmen­te como gobernador, pero gasta y actúa como todo un candidato presidenci­al. Reforma fiscal y corrupción son la combinació­n perfecta que ha privado a los profesores estatales, por más de dos años, de las prestacion­es que por ley les correspond­en, una de ellas fue precisamen­te la del Día del Maestro. Los abusos contra el salario docente han llegado hasta niveles inconcebib­les, en los que los descuentos vía nómina para pagos por concepto de créditos personales no llegan al destino de los acreedores, sino que se quedan como un vil robo en las arcas del gobierno.

Estas problemáti­cas derivan de una misma reforma con dos vertientes: una educativa y otra fiscal, ambas hacen de Michoacán y otros estados que hoy sostienen movilizaci­ones sociales decididas, un caldo de cultivo que comienza a agitar rebeliones magisteria­les de dimensione­s nacionales, acumulan la necesidad de transitar de los descontent­os focalizado­s a las jornadas de lucha concentrad­as en la capital de la República o por lo menos coordinada­s en las distintas regiones del país, de otro modo se pierde de vista que se enfrenta una política de Estado a escala federal.

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