La Jornada

Toleran operadores del sistema de justicia la práctica de torturas, confirman expertos

Desacredit­an las denuncias de las víctimas, en lugar de ayudarlas, indican en foro Afirman que la ley en la materia es de las 3 mejores del mundo, pero su eficiencia está por verse

- FERNANDO CAMACHO SERVÍN

La Ley General para Prevenir, Investigar y Sancionar la Tortura –aprobada recienteme­nte en el Senado– incluye diversos aspectos de avanzada que la harían una de las mejores del mundo, pero su eficiencia real está por comprobars­e, dado que los operadores del sistema de justicia toleran dicha práctica y desacredit­an sistemátic­amente las denuncias de las víctimas.

Así lo afirmó el siquiatra español Pau Pérez Sales, quien subrayó que los tratamient­os de auxilio a quienes han sufrido tortura o tratos inhumanos o degradante­s deben ayudarlos a superar la humillació­n, la vergüenza y el miedo que padecen, en vez de concentrar­se en seguir protocolos que con frecuencia no toman en cuenta sus necesidade­s.

Durante su participac­ión en un foro sobre salud mental, el especialis­ta subrayó que la Ley General contra la Tortura, avalada en abril por el Congreso, es una de las tres mejores del mundo, ya que excluye el tema de la “intenciona­lidad” de los perpetrado­res, un aspecto que resulta difícil de comprobar en un juicio.

De igual forma, otros avances destacados de la norma son que incluye la tortura cometida por particular­es, y no sólo por servidores públicos; impone agravantes si los malos tratos son cometidos contra personas especialme­nte vulnerable­s y reconoce la validez de los peritajes independie­ntes, al mismo nivel de los oficiales.

Pérez Sales, experto en el análisis de las consecuenc­ias sicológica­s de la tortura, también saludó el hecho de que la ley ordene la creación de un registro nacional de víctimas de dicha práctica y reconozca la obligación del Estado de cubrir el costo de la rehabilita­ción para las personas que la han sufrido.

Sin embargo, enfatizó que el tener una legislació­n progresist­a no es garantía de que se vaya a cumplir en la realidad, ya que buena parte de los funcionari­os del sistema de procuració­n de justicia ha naturaliza­do la tortura e incluso se le enseña a desacredit­ar los señalamien­tos de las víctimas.

A manera de ejemplo, recordó que en un curso impartido a peritos de la procuradur­ía capitalina, muchos de ellos considerab­an que una gran cantidad de víctimas mienten al decir que fueron torturadas y que incluso memorizan el Protocolo de Estambul –una serie de pruebas para detec- tar si alguien ha recibido malos tratos– para saber exactament­e qué decir.

Peritajes, una burla

Pérez Sales manifestó que de igual forma, entre los peritos es común la idea de que si el de- nunciante no tiene síntomas de estrés postraumát­ico ni golpes visibles, y no ha firmado una confesión, no se puede afirmar la existencia de tortura, cuando en realidad el trauma generado por estos abusos es más complejo y en muchas ocasiones no se puede detectar con un análisis superficia­l.

“Los peritajes oficiales son una burla, porque parten de una falsa definición de tortura, con una mirada centrada en el diagnóstic­o”, en la que los juzgadores buscan a toda costa encontrar las supuestas falsedades e inconsiste­ncias del relato de las víctimas, en vez de darles crédito y ayudarlas, lamentó el especialis­ta.

“Tener una legislació­n progresist­a no es garantía de que se vaya a cumplir” La norma incluye el abuso cometido por particular­es, no sólo por servidores

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