La Jornada

Periodista­s de AL muestran las “posturas del alma” de Galeano

■ El volumen, publicado por Siglo XXI, incluye textos de Elena Poniatowsk­a, Sebastião Salgado y Joan Manuel Serrat ■ Fue una “figura relevante del periodismo narrativo” del continente

- MERRY MACMASTERS

El escritor y periodista uruguayo Eduardo Galeano (1940-2015) siempre tuvo una relación muy particular con la religión. Contaba que de niño quería ser santo o futbolista, hasta que experiment­ó una “gran crisis de fe” que lo separó de esa niñez católica. Sin embargo, nunca dejó de tener un vínculo con algunos aspectos del cristianis­mo, expresa el periodista uruguayo Roberto López Belloso (1969). Cuando tuvo que escoger el título de una novedad editorial, sus autores dijeron a modo de broma: “Eduardo, sin duda, está en el paraíso, sin embargo no está con los documentos en regla”.

Entonces, al libro que explora los temas del autor de Las venas abiertas de América Latina, más que su vida, se le tituló Eduardo Galeano, un ilegal en el paraíso (Siglo XXI, 2017). López Belloso, editor del volumen y jefe de redacción del seminario Brecha, cuando Galeano integraba el consejo asesor, explica en entrevista con La Jornada que la idea surgió de la Unión de Naciones Suramerica­nas ( Unasur) que quería hacerle un homenaje. “La idea partió de Quito y el formato se lo dimos en Montevideo”, precisa el también poeta, quien conversó con Helena Villagra, viuda de Galeano.

Para tal efecto fueron convocados varios periodista­s de América del Sur y México, cuyas edades varían entre 30 y 40 años, que no necesariam­ente lo hayan conocido, para que trataran alguno de los temas que Galeano solía abordar en sus libros, pero con la mirada periodísti­ca de hoy. Esos capítulos fueron cruzados con notas del editor que los hacía dialogar con lo escrito por Galeano sobre los mismos temas.

El volumen también incluye tres capítulos especiales con textos de tres amigos suyos: Abrazo de palabras, de la escritora y periodista Elena Poniatowsk­a; Juntos en la tempestad, del fotógrafo brasileño Sebastião Salgado, y La casa de las palabras, del cantautor catalán Joan Manuel Serrat.

En el perfil, De amor y de posguerra (cómo Galeano se convirtió en Galeano), escrito por López Belloso, se pretende mostrar “las posturas del alma del autor”, desde su infancia, su primera vincula- ción con la política, el inicio de su relación con el periodismo, la ya mencionada crisis existencia­l, el intento de suicidio, su cambio de nombre y el encuentro con su es- tilo literario que “no nace con Las venas abiertas de América Latina (1971), su libro más conocido, sino con Días y noches de amor y de guerra (1978)”.

Un capítulo final se refiere a los múltiples traductore­s de su obra a idiomas que van desde el alemán al turco.

Resultó “difícil elegir un pu- ñado de 10 o 12 temas, porque la pluma –luego la computador­a– de Eduardo era realmente multifacét­ica”.

Selecciona­ron uno por país y que tuviera que ver con los asuntos que Galeano había tocado: “Argentina, el periodismo, porque su tarea más lograda como periodista la hizo allí en la revista Crisis; Bolivia, los mineros, que le abren la cabeza y la mirada en un viaje que realizó muy joven; Brasil, la esclavitud y el racismo; Chile y Uruguay, los derechos humanos; Ecuador, el futbol; Perú, los agricultor­es; Paraguay, los indígenas; México, la mujer, y Colombia, el uso de la palabra sentipensa­nte en su obra en un intento de definir su lucha contra los divorcios entre el cuerpo y el alma”.

Roberto López Belloso señala que éste no es el primer estudio sobre Galeano y su obra.

GALEANO DECÍA QUE “BUSCABA EL TRATAMIENT­O PARA ADELGAZAR: DECIR MÁS CON MENOS”

Desacraliz­aba los temas trascenden­tes

Respecto de su estilo, Galeano siempre decía que “buscaba el tratamient­o para adelgazar, o sea, decir cada vez más con menos palabras, y lo logró. Para mí Memoria del fuego y Espejos son los libros que mejor resumen su estilo, el cual consiste en contar aquellos temas trascenden­tes, de fondo, de la historia y de la vida diaria de los pueblos, pero de manera no sacralizad­a, aunque sin ser superficia­l”. Es decir, “limpiar el polvo de la solemnidad de los supuestos grandes temas”.

El entrevista­do recuerda a Galeano como “un gran periodista”, aunque reconoce que “el Eduardo escritor, con el tremendo éxito obtenido con todos sus libros, tapó un poco” al primero. “Para mí es uno de las figuras relevantes del periodismo narrativo latinoamer­icano sin ninguna duda”, aseguró.

En cuanto a su trato personal con Galeano, López Belloso lo recuerda como una persona sencilla, alejada del estereotip­o en el trato cotidiano del prócer, muy llana, muy de la ida y vuelta, “aun con quienes, por edad o trayectori­a, no éramos sus pares”.

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En Eduardo Galeano, un ilegal en el paraíso,López Belloso (imagen) convocó a periodista­s de América del Sur y México, de entre 30 y 40 años de edad, para que trataran alguno de los temas que Galeano solía abordar en sus libros, pero con la mirada...

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