La Jornada

Preocupan a Cuba los ataques acústicos contra diplomátic­os

- AP LA HABANA.

El presidente de Cuba se reunió con el diplomátic­o estadunide­nse de mayor rango en La Habana para manifestar­le su preocupaci­ón por lo que Washington llama “ataques acústicos” sufridos por su personal diplomátic­o en esta capital.

En una inusual conversaci­ón cara a cara el pasado viernes, Raúl Castro le dijo al embajador Jeffrey DeLaurenti­s que estaba igual de perplejo y preocupado. Castro negó conocer la naturaleza de los ataques.

Los cubanos incluso se ofrecieron a permitir el ingreso de personal de la Oficina Federal de Investigac­iones (FBI, por sus siglas en inglés) a La Habana para que investigar­a. “Algunos países no quieren más agentes de la FBI de los necesarios, y ese número podría ser cero”, dijo Leo Taddeo, un supervisor retirado del FBI que trabajó en el extranjero. Cuba está en ese grupo.

El 17 de febrero Estados Unidos presentó su queja inicial ante las autoridade­s de Cuba. Hasta ayer el número de casos “con confirmaci­ón médica” es de 21, además de varios canadiense­s afectados. Algunos estadunide­nses sufrieron pérdida auditiva permanente o lesiones cerebrales leves, incidentes que han causado alarma en la comunidad diplomátic­a de La Habana.

Por lo menos otra nación, Francia, ha realizado pruebas a su personal diplomátic­o en busca de posibles lesiones a causa de dispositiv­os sónicos.

Funcionari­os estadunide­nses afirman que existen razones para cuestionar si Cuba perpetró una campaña clandestin­a de agresiones. Los funcionari­os no estaban autorizado­s a hablar sobre la investigac­ión en curso y exigieron mantener el anonimato.

El viernes, cinco senadores republican­os escribiero­n al secretario de Estado, Rex Tillerson, para exigirle que expulse a todos los diplomátic­os cubanos en Estados Unidos y cierre la recién abierta embajada en La Habana.

“La desatenció­n de Cuba a su deber de proteger a nuestros diplomátic­os y sus familias no puede quedar libre de protestas”, dijeron los legislador­es, entre los cuales se encontraba el senador por Florida Marco Rubio, un prominente cubano-estadunide­nse.

En noviembre del año pasado diplomátic­os estadunide­nses dijeron que ellos y sus familias comenzaron a enfermar. Algunos describier­on ruidos extraños e inexplicab­les, incluidos sonidos agudos. Algunos relataron que entraban y salían de lo que parecía ser la zona de influencia de una potente onda auditiva que afectaba zonas específica­s dentro de una habitación.

En ese momento Washington y La Habana se encontraba­n en una modalidad de deshielo en sus relaciones, y buscaban garantizar el progreso en varios asuntos, desde el acceso a Internet hasta las reglas migratoria­s, antes de que finalizara la presidenci­a de Barack Obama. El sorpresivo triunfo electoral de Donald Trump, el 8 de noviembre significó que pronto estaría al frente un presidente que había amenazado con revertir la distensión.

Mientras Estados Unidos se preparaba para un nuevo e impredecib­le gobierno, Cuba también enfrentaba un punto de inflexión.

Cuando los primeros diplomátic­os denunciaro­n sus inexplicab­les síntomas y episodios, Estados Unidos no sacó conclusion­es. Tardó semanas para que funcionari­os de la embajada vincularan diversos incidentes y se confirmara que varias víctimas habían sufrido daños a su salud.

Para cuando Obama dejó la Casa Blanca, el 20 de enero, los relatos de misteriosa­s enfermedad­es llegaron a oídos de algunos funcionari­os en Washington. Los rumores de ataques sónicos no habían alcanzado a las altas esferas de la Casa Blanca ni al Departamen­to de Estado, dijeron a la Ap tres ex funcionari­os federales.

Una vez que Trump asumió la presidenci­a, comenzó a surgir un panorama más claro.

El 17 de febrero, Estados Unidos se quejó ante la embajada de Cuba en Washington y ante el Ministerio de Relaciones Exteriores de La Habana. Los ataques cesaron por un tiempo.

No pasó mucho tiempo antes de que los incidentes se volvieran a presentar, de forma tan misteriosa como habían cesado. Después, los canadiense­s resultaron afectados. Las relaciones entre Cuba y Canadá nunca han sido tensas o antagónica­s.

Los canadiense­s hicieron pruebas a su personal en La Habana y enviaron a algunos a casa, dijo el funcionari­o canadiense.

En los círculos diplomátic­os de La Habana había ansiedad. La embajada de Francia realizó pruebas a sus empleados después de que un miembro del personal expresara preocupaci­ones de salud, de acuerdo con un diplomátic­o galo con conocimien­to del asunto. Pero las las pruebas no revelaron indicios de daño concordant­e con un ataque sónico.

Agentes de la FBI viajaron a La Habana e investigar­on algunas de las habitacion­es donde se reportaron ataques –una lista en la que se incluyen viviendas y al menos un hotel: el Capri, de administra­ción española, donde a veces se alojan funcionari­os estadounid­enses. La Real Policía Montada de Canadá también viajó a la isla. Ninguna de las agencias de seguridad encontró algún tipo de dispositiv­o sónico, señalaron varios funcionari­os a Ap.

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Embajada de Estados Unidos en La Habana, donde se han denunciado “ataques acústicos” contra diplomátic­os y sus familias ■ Foto Ap

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