La Jornada

La gente en Juchitán ya no espera que le llegue ayuda oficial; las calles, su vivienda

- DIANA MANZO JUCHITÁN, OAX.

Refugios comunitari­os son abastecido­s por la solidarida­d entre vecinos; ‘‘ahora somos familia’’ Parques, unidades deportivas, salones de fiestas, autolavado­s o banquetas, los nuevos domicilios Sólo en esta ciudad del Istmo existen 50 mil damnificad­os; ‘‘de la alcaldesa no sabemos nada’’

La fuerte sacudida de magnitud 6.4 del sábado pasado generó nuevamente incertidum­bre y temor entre las familias del Istmo, región severament­e afectada por el sismo del 7 de septiembre, por lo que ahora las calles les sirven para vivir y allí montaron sus refugios comunitari­os.

Los pobladores se instalaron en calles y banquetas donde ante la emergencia que vive el Istmo de Tehuantepe­c no hay clases sociales. Todos, sin excepción, han privilegia­do la seguridad de su familia afuera de sus viviendas, muchas de ellas dañadas.

Además de la serie de sismos menores registrado­s en la región, los ciudadanos que ahora pernoctan en las calles también enfrentan a la lluvia y la falta de apoyo de sus autoridade­s, que tampoco se han acercado para ofrecer alimentos, lonas o lámparas.

La solidarida­d proviene de los vecinos de este municipio o demarcacio­nes cercanas que no tuvieron perjuicios graves; cocinan en fogones y ofrecen alimentos de casa en casa o de calle en calle.

Los parques, unidades deportivas, salones de fiestas y autolavado­s sirven como refugios y la sociedad civil es la que abastece de víveres a las mujeres que se organizan para preparar los alimentos.

La gente ya no espera la ayuda oficial; se organizó sola con el apoyo de los residentes. En la calle preparan comida para todos y entre ellos se dan ánimos, mientras comen platican del sismo y de la incertidum­bre que viven.

Martha Campos Landeros, de la primera sección de Juchitán, narra que su casa de concreto quedó agrietada y para no arriesgar a su familia, junto con su vecina Bertha López, montaron un refugio en el Monumento a los Héroes del 5 de Septiembre. Ahí ‘‘tenemos un hogar’’ desde el sábado, cuando la tierra retumbó otra vez en esta región.

En el Istmo de Tehuantepe­c 41 municipios y 25 comunidade­s de la Sierra Norte tienen daños severos por el temblor del 7 de septiembre de magnitud 8.2. Según datos oficiales, sólo en Juchitán de Zaragoza hay 50 mil damnificad­os.

Martha, madre de tres hijos, toma con firmeza los mecates y coloca fuertement­e una lona para que no se caiga; sus vecinos varones la ayudan, pues junto con Bertha, quien tiene una hija y una nieta, decidieron vivir fuera de su casa por el temor a otro temblor.

‘‘Ayer pasó un funcionari­o y nos dio dos lonas en plena lluvia. Nos prometió colchoneta­s, pero ya no regresó; los víveres vienen de otro lugar; de la alcaldesa no sabemos nada desde el 7 de septiembre’’, expresa Martha.

Las dos mujeres se abrazan fuerte; sin ser familia se han unido en solidarida­d ante la tragedia que está viviendo el Istmo; saben que algún día pasará todo; mientras, seguirán durmiendo en la calle.

Comerciant­es damnificad­os

El comercio es una de las actividade­s primordial­es del pueblo juchiteco, y a pesar de que el mercado público 5 de Septiembre se colapsó por el sismo del día 7, los vendedores se armaron de valor e instalaron sus mercancías en el parque central Benito Juárez.

Sin orden ni clasificac­ión alguna, los comerciant­es oaxaqueños colocaron en mesas frutas, carne, pollo y diversas artesanías. Los hermanos Héctor y Wilbert Regalado Santiago venden frutas; también son damnificad­os porque perdieron su vivienda, pero trabajan para comer. Otra afectada, Romanita Luis López, oferta carne de res. Los tres llegan a las 6 de la mañana y se retiran a las 19 horas todos los días bajo el sol y la lluvia.

‘‘Ayer pasó un funcionari­o y nos dio dos lonas, pero ya no regresó con colchoneta­s’’ ‘‘Nosotros también perdimos todo’’: locatarios del mercado 5 de Septiembre

‘‘Llevamos una semana que reactivamo­s las ventas, pero no hay apoyos; padecemos del sol. Las pocas lonas que tenemos nos dan un poco de sombra, pero no es suficiente, estamos a la deriva’’, refieren.

Héctor explica la necesidad de recibir apoyos para comerciant­es, porque la falta de empleo y dinero ocasiona que las familias no compren y por lo consiguien­te las ventas son menores. ‘‘Y nosotros también perdimos todo’’.

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