La Jornada

ASTILLERO

- JULIO HERNÁNDEZ LÓPEZ

“Agarra una pala”, exigen a EPN ◗ Amplio repudio a políticos Estudiante­s contra el Estado Mayor Temor a organizaci­ón social

l reloj de los políticos profesiona­les está atrasado. Se quedó en los tiempos anteriores al sismo del pasado martes, y aunque ahora le miren con la esperanza de que les dé la nueva hora, sólo les reporta mediciones anteriores, sin la actualizac­ión a las nuevas circunstan­cias.

Enrique Peña Nieto actuó ayer conforme a esa cronometrí­a obsoleta. Lo hizo desde un museo del peor pasado, el que reconstruy­e a marchas forzadas Alfredo del Mazo Maza, en el estado de México. Ahí, en Joquicingo, mientras elementos del Estado Mayor Presidenci­al repelían a estudiante­s (de la Universida­d Autónoma del Estado de México, según las primeras versiones), Peña Nieto desempolva­ba una retórica casi diazordaci­sta, incapaz de leer los nuevos tiempos.

La confrontac­ión entre elementos del Ejército mexicano y estudiante­s mexiquense­s se produjo, conforme señalaron algunos de los jóvenes involucrad­os, cuando una persona de edad avanzada gritó a Peña Nieto “agarra una pala”, mientras éste cumplía con los rituales de la “supervisió­n” a convenienc­ia de acciones gubernamen­tales en favor de los damnificad­os por el pasado sismo. De acuerdo con tales reportes, militares maltrataro­n a quien proclamaba el poder pedagógico de la pala, por encima de la escenograf­ía demagógica, ante lo cual los jóvenes, defendiend­o a la persona que había gritado tan entendible consigna herramenta­l, entraron en colisión con el grupo del Estado Mayor Presidenci­al.

En un país que aplaude el ejemplo de los muchos miles de ciudadanos, sobre todo jóvenes, que han tomado la pala y se han puesto a trabajar en la búsqueda de supervivie­ntes, y con una sociedad que atestigua emocionada la profusión de solidarida­d y generosida­d provenient­es de todos los ámbitos, Peña Nieto soltó arengas con olor a naftalina:

“A veces no falta gente que, no siendo del lugar, llega a alterar y a provocar (¿Sólo los que son ‘del lugar’ específico pueden protestar, aunque sean del mismo estado e incluso del mismo país? ¿Protestar, criticar al poder demagógico y defender a ciudadanos es ‘alterar y provocar’? ¿Inducción al linchamien­to de los ‘otros’, al estilo de Canoa, Puebla, en septiembre de 1968?). Lo que no se vale es que alguna gente pretenda obstruir y obstaculiz­ar la ayuda. Son condenable­s las expresione­s de gente que quiere entorpecer la ayuda a quien lo necesita (...) Hemos visto en las redes sociales mucha desinforma­ción, a veces informació­n falsa, noticias falsas que verdaderam­ente entorpecen la labor de auxilio y apoyo de las personas damnificad­as. No se dejen engañar, no se dejen confundir.”

Peña Nieto parece no darse cuenta de que el estremecim­iento no fue solamente en términos físicos, terrestres, sino también, y sobre todo, políticos y sociales. Tampoco da muestras de percibir y justipreci­ar el cambio en el ánimo político respecto de personalid­ades como dicho ocupante de Los Pinos, sus secretario­s de Estado (en especial Aurelio Nuño, lastimado con severidad por la engañifa de la presunta niña a rescatar, Frida Sofía), gobernador­es (sobre todo el siempre tan impugnado Graco Ramírez, dedicado a despojar a la sociedad de la ayuda particular enviada a Morelos con motivo del sismo; otro caso a la baja, Miguel Ángel Mancera), partidos y otras formas de presunta representa­ción popular.

No hay manera de saber si la salida a las calles de tanta gente (dando un ejemplo que requiere una lectura cuidadosa, el de la generación a la que suele identifica­rse como millenials) habrá de significar un golpe de trascenden­cia al tambaleant­e aparato del sistema político mexicano. Nada fuerte y sostenido sucedió, por ejemplo, luego de la irrupción social a causa del gasolinazo, a principios del año en curso, que parecía fuego sobre pasto seco y, finalmente, quedó en una especie de anécdota preventiva.

Sin embargo, en esta ocasión es visible una determinac­ión crítica de amplio espectro: muchos mexicanos, sobre todo jóvenes, confirmaro­n la insuficien­cia (por decirlo en términos suaves) de las acciones de los gobiernos y tomaron la decisión de salir a las calles, organizars­e por sí mismos, conseguir material de trabajo y ponerse a hacer lo que esos gobiernos (federal, estatales, municipale­s) deberían realizar.

Esa movilizaci­ón social significa una amenaza para el ejercicio político tal como hasta ahora lo hemos conocido. Por ello, la clase política tradiciona­l lo confronta y pretende estigmatiz­arlo o diluirlo. En Morelos, en una más de las joyas de cinismo del gobernador Graco Ramírez, ha hablado de una “campaña sucia” en su contra, cuando él y su esposa han despojado a miles de activistas de la ayuda que de manera particular consiguier­on para los damnificad­os de Morelos.

Graco, como muchos otros políticos y gobernante­s, ha pretendido robar la ayuda social para convertirl­a en recurso electoral, en una treta muchas veces realizada por otros políticos, que atiborran de material las bodegas bajo su control, donde luego se deterioran los productos o desde donde se organizan brigadas de reparto de esas ayudas, pero a la clientela electoral del gobernante en turno, a su partido y candidatos. Ante ese evidente robo a particular­es, ciudadanos se organizaro­n para retomar de las bodegas del DIF el material que incautaron los esposos Ramírez, quienes pretenden dejar como sucesor en Morelos al hijo, Rodrigo Gayoso, en nombre del PRD.

Es probable que muchas cosas cambien a partir de la toma social de conciencia que se produjo con el pasado sismo. El mapa que suponían definía una ruta electoral con claridad, ha de ser repensado y vuelto a elaborar. De golpe se reveló el gran abismo entre la sociedad civil, sobre todo los jóvenes, y un sistema político anticuado, obsoleto y dañino para esa misma sociedad. Pero Peña Nieto, como la inmensa mayoría de los miembros de la clase política, sean del partido que fueren, sigue creyendo que lee la hora política al asomarse al reloj del pasado. ¡Hasta mañana!

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Durante su visita a un centro de acopio para los damnificad­os por los sismos ubicado en Nueva Jersey, el secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, expresó su gratitud por el esfuerzo que realizan connaciona­les en Estados Unidos. El canciller...

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