Intensa fascinación en Occidente
En el siglo XX, la fascinación de Occidente –sobre todo de Estados Unidos y Gran Bretaña– por la leyenda del Yeti fue intensa.
En un libro que narra su expedición por el paso de Lhagba, titulado La cerca del Monte Everest, en 1921, el teniente coronel Charles Howard-Bury describe “huellas que parecen de un hombre descalzo”.
Aunque las atribuye a un gran lobo desplazándose a zancadas sobre la nieve, sus guías aseguran que se trata de un metoh-kangi, es decir, “un hombre-oso”.
El informe en 1925 de un miembro de la Real Socedad de Londres alimenta el misterio, al asegurar haber visto una silueta parecida a la de un hombre cruzando un glaciar a una gran altitud.
Al menos dos expediciones fueron organizadas en los años 50 con el objetivo de encontrar al Yeti. la ciencia puede constituir un instrumento valioso para explorar las raíces de los mitos que rodean a estas criaturas grandes y misteriosas. El trabajo de Lindqvist defiende que “claramente, una gran parte de la leyenda del Yeti tiene que ver con los osos”.
Además de seguir los rastros del origen de la leyenda del Yeti, los científicos descubrieron información sobre la historia evolutiva de los osos asiáticos.
“Los osos de esta región son o bien vulnerables o se encuentran en peligro crítico desde una perspectiva de la conservación, pero no se conoce mucho sobre sus historia pasada”, indicó.
“Los osos pardos del Himalaya, por ejemplo, están en gran peligro. El esclarecimiento de la estructura de la población y la diversidad genética pueden ayudar a estimar los tamaños de las poblaciones y elaborar estrategias.”