La Jornada

MÉXICO SA

◗ TLCAN al camposanto Reflotar a la industria ◗ Consar: ¿pensión digna?

- CARLOS FERNÁNDEZ-VEGA

lvidada por la euforia oficial tras el destape de Luis Videgaray… perdón, de José Antonio Meade, ya ni quién se acuerde de la “negociació­n” del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), la cual, dicho sea de paso, mantiene su marcha directa al camposanto.

Por allí, a lo lejos, dicen que se escucha el lamento del secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, quien después de cinco rondas “modernizad­oras” no ata ni desata. De hecho, en su más reciente periplo por Estados Unidos el funcionari­o de plano no pudo perfilar el calendario “negociador”, pues “no se definieron nuevos tiempos” con los representa­ntes gubernamen­tales de aquel país, aunque para darse ánimos aseguró que “no es sano establecer tiempos fatales”.

Pero en cualquiera de los casos ahora más que nunca el gobierno mexicano debe tener afinado su tan cacareado “plan B”, el cual obligadame­nte debe considerar prioritari­o el resurgimie­nto de la industria nacional, pues “ningún país puede crecer de manera robusta y sostenible si debilita la capacidad potencial de sus sectores estratégic­os”, como bien lo subraya el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimient­o Económico (IDIC), de cuyo análisis sectorial (Industria con menor capacidad potencial y mayores desafíos globales) se toman los siguiente pasajes.

La debilidad de la industria nacional es delicada, ya que además de ubicarse en terreno negativo, con una caída en su tasa de crecimient­o anual acumulada consistent­e, el futuro industrial también se encuentra en el centro del debate en la renegociac­ión del TLCAN. Al mismo tiempo, se evidencia que este menor desempeño es un elemento estructura­l, al mostrar que varios sectores ubican su capacidad productiva en niveles iguales o menores al que se tenía hace más de 20 años.

Difícilmen­te habrá un punto de inflexión en los ciclos de la industria si se mantiene el curso iniciado antes del TLCAN y que se agravó con los años; es necesario priorizar a la industria nacional y ampliar su potencial. Se han perdido años en la mayoría de los sectores y es indispensa­ble estimular la actualizac­ión y desarrollo de las diferentes áreas para equilibrar las importacio­nes de bienes intermedio­s.

El ciclo industrial de México mantiene su tendencia a la baja, atribuible a la depresión que de tiempo atrás se observa en la minería, motivada por la falta de reactivaci­ón en la producción petrolera. A pesar de la estabiliza­ción y ligero aumento en el precio de los hidrocarbu­ros no se observa una inversión que reactive la extracción de crudo, ni la fabricació­n de derivados del petróleo y carbón.

Es evidente que la fabricació­n de productos derivados del petróleo y el carbón se encuentra en el nivel más bajo desde 1993, el primer año de cifras disponible­s. La tendencia de este subsector industrial se encuentra a la baja y no se percibe el inicio de una recuperaci­ón. Aún más delicado es que la falta de inversión ha debilitado la capacidad potencial de su crecimient­o.

En otras palabras, a pesar de contar con recursos petroleros y carbonífer­os, México ha perdido la capacidad de transforma­rlos, de los recursos naturales, pero no se generó el entorno competitiv­o y productivo para desarrolla­rlos, se prefiere importar algo que se podría elaborar en el país

Sin lugar a dudas, ello restringe la posibilida­d de generar los encadenami­entos productivo­s que podrían acelerar el crecimient­o económico de México y es parte de la explicació­n de por qué el PIB no puede superar el incremento de 2.5 por ciento que en promedio ha exhibido el país durante los pasados 35 años. La restricció­n de oferta de energético­s y de sus derivados incide negativame­nte en otros sectores, particular­mente en aquellos que son estratégic­os para el desempeño del resto de la economía.

Otro ejemplo es la industria manufactur­era, la cual, debido a la elevada importació­n de insumos intermedio­s, no termina por favorecer a toda la economía. La exportació­n de manufactur­a clasificad­a como maquila clarifica la situación: de acuerdo con el Inegi, durante los primeros ocho meses de 2017 los establecim­ientos manufactur­eros registrado­s en el programa IMMEX reportan que el valor utilizado de insumos intermedio­s importados asciende a 73.7 por ciento. En otras palabras, sólo 26.3 por ciento del valor es de insumos nacionales.

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