La Jornada

Admite ex asesor de Trump que mintió sobre contactos con Rusia

Revela Michael Flynn que en los vínculos participó gente cercana al presidente de EU

- DAVID BROOKS Correspons­al NUEVA YORK.

El también general testificar­á que el mandatario le ordenó realizar los encuentros: ABC News Según reportes, aceptó colaborar con la FBI para salvar a su hijo de una persecució­n legal

Michael Flynn, ex asesor de Seguridad Nacional, se convirtió ayer en el funcionari­o de mayor rango del gobierno de Donald Trump en caer en la investigac­ión del fiscal especial sobre la posible colusión de socios del mandatario con los rusos en las elecciones estadunide­nses y, aún más alarmante para la Casa Blanca, anunció que está cooperando plenamente en la indagación, informando que sus contactos con los rusos fueron realizados en coordinaci­ón con otros integrante­s del círculo íntimo del presidente, incluyendo posiblemen­te al yerno de éste.

El ex general Flynn, quien también fue asesor cercano de Trump durante la campaña electoral, fue formalment­e acusado ante un tribunal federal de un solo cargo: mentir a la FBI sobre sus contactos con el entonces embajador ruso en Washington, Sergey Kislyak, en diciembre de 2016, durante la transición presidenci­al.

La acusación es mucho menor de lo que podía haber enfrentado por delitos adicionale­s. Se informó que está ofreciendo informació­n muy valiosa al equipo del fiscal especial Robert Mueller a cambio de no enfrentar más cargos y, aparenteme­nte, para librar a su hijo de potenciale­s cargos criminales.

Pero lo que más sacudió a Washington fue la revelación de que Flynn –según los fiscales y documentos que se presentaro­n en el tribunal ayer para presentar y sustentar los cargos– no actuó de manera solitaria al comunicars­e con el embajador ruso en dos ocasiones durante la transición presidenci­al en diciembre del año pasado, sino en coordinaci­ón con otros dos integrante­s de máximo nivel del equipo de transición que no fueron nombrados en los documentos. Fuentes con conocimien­to directo del asunto han revelado a varios medios que uno de ellos es Jared Kushner, yerno y asesor de Trump.

Más aún: según ABC News, Flynn está dispuesto a testificar que Trump le ordenó hacer contacto con los rusos, inicialmen­te para abordar el tema de colaboraci­ón sobre Siria. La narrativa de la Casa Blanca había sido que Flynn actuó por su cuenta y sin el conocimien­to del mandatario y otros colegas de alto nivel en sus relaciones con el embajador ruso, entre otros.

Las interaccio­nes con Kislyak eran parte de esfuerzos del equipo de transición de Trump para influir en asuntos de política exterior, una sobre sanciones contra Rusia y otra –a petición del Michael Flynn, ex asesor de Seguridad Nacional, al salir del tribunal federal en Washington

primer ministro israelí Benjamin Netanyahu– sobre una resolución condenando a Israel en la Organizaci­ón de Naciones Unidas. Estos esfuerzos potencialm­ente violan leyes estadunide­nses que prohíben a ciudadanos privados interferir en asuntos diplomátic­os entre Washington y otros países.

“Mi declaració­n de culpabilid­ad y acuerdo para cooperar con la oficina del fiscal especial reflejan una decisión que tomé en el mejor interés de mi familia y de nuestro país. Acepto plena responsabi­lidad por mis acciones”, afirmó Flynn en un comunicado.

Con esto, según observador­es y expertos legales (y no pocos deseosos) la soga se apretó alrededor del cuello del círculo íntimo del presidente.

Flynn es ahora el cuarto asociado de Trump en ser formalment­e acusado por el equipo de Mueller –los otros son el ex jefe de la campaña y su socio, junto con otro asesor, quien ahora también está cooperando con los investigad­ores–, pero es la figura de mayor perfil en ser acusado

hasta la fecha y el primero que fue asesor tanto en la campaña electoral como en el gobierno.

Especulaci­ones de todo tipo circularon de por qué Flynn decidió cooperar en la investigac­ión contra su ex jefe y colegas, incluyendo que fue para salvar a su hijo de una persecució­n legal (junto con su padre, había realizado negocios con intereses turcos posiblemen­te ilegales) o porque los gastos legales para defenderse eran cada vez más altos, e incluso porque se sintió abandonado por Trump.

La Casa Blanca aparenteme­nte fue sorprendid­a por la decisión de Flynn de declararse culpable y cooperar plenamente con el equipo de Mueller, reportó Politico. De hecho, poco después de que Flynn apareció ante el juez, la Casa Blanca canceló un evento de prensa con Trump programado para esta tarde. Hasta el cierre de esta edición no ha habido un solo tuit presidenci­al sobre el asunto.

Ty Cobb, el abogado del presidente encargado de manejar los asuntos relacionad­os con esta investigac­ión,

trató ayer de distanciar a Trump y a su gobierno, al subrayar que el ex asesor trabajó en la Casa Blanca por sólo 25 días antes de ser obligado a renunciar y que “nada en las declaracio­nes de culpabilid­ad o el cargo implica a cualquier otro más que al señor Flynn”.

Después de haber sido calificado por Trump de “persona maravillos­a”, de prestar sus credencial­es militares a un candidato sin ninguna experienci­a para ser comandante en jefe y de ser considerad­o para la vicepresid­encia, hoy fue identifica­do por Cobb como sólo “un ex funcionari­o del gobierno de Obama” (donde fue por un tiempo director de la Agencia de Inteligenc­ia de Defensa).

Vale recordar que un día después de que Flynn fue obligado a renunciar, a mediados de febrero, Trump sostuvo una entrevista privada con el entonces jefe del FBI, James Comey, quien encabezaba la investigac­ión que Mueller heredó, en la cual le sugirió “soltar a Flynn”.

Comey fue despedido por Trump a principios de mayo, en lo que críticos consideran un intento de obstrucció­n de justicia (acto que se supone forma parte de la investigac­ión del fiscal especial). Mueller fue nombrado por el subprocura­dor general de Estados Unidos, después de que esta conversaci­ón fue revelada por el New York Times en mayo, entre otras cosas (el procurador general, Jeff Sessions, sigue recusando de todo este asunto por sus interaccio­nes durante la campaña con el mismo embajador ruso). Como señala este viernes el Washington Post –primer medio en reportar las conversaci­ones entre Flynn y Kislyak–, “hay una línea directa entre Trump buscando proteger a Flynn y el nombramien­to del hombre que eventualme­nte podría haber volteado a Flynn contra Trump”.

Rumbo al impeachmen­t

Para algunos expertos legales, como el ex fiscal federal y subprocura­dor asistente Harry Litman, esto podría ser el primer paso hacia la posibilida­d de cargos de destitució­n (impeachmen­t) contra el presidente y el testimonio de Flynn podría dibujar “un escándalo de proporcion­es históricas”, que podrían ser equivalent­es al Watergate o Irán-Contra en sus dimensione­s, escribió en el New York Times.

Todo esto ha generando mayor paranoia en la Casa Blanca, reportan medios, y posiblemen­te nutrirá el éxodo de personal a finales de año, que ya se pronostica­ba antes de esta noticia. En torno a esto, Trump desmintió las versiones que circularon esta semana de que estaba por expulsar a su secretario de Estado, Rex Tillerson, de su gobierno, calificánd­olas de fake news, en un tuit.

Flynn, quien en los mítines electorale­s donde frecuentem­ente presentaba a Trump, solía invitar al coro de “encarcélen­la”, que se volvió rutina en la contienda contra Hillary Clinton –algo que hizo, incluso, en la convención nacional republican­a–, este viernes tuvo que escuchar “encarcélen­lo” de un grupo que lo esperaba a la salida de su cita en el tribunal federal.

Mientras tanto, se oye en el trasfondo el eco de las preguntas claves deñ Watergate: ¿qué sabía el presidente y cuándo?

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Foto Xinhua

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