La Jornada

Rivera Carrera, “recordado por proteger a pederastas y su cercanía con el poder”

Pido perdón a quien, sin querer, haya ofendido, dice el cardenal saliente

- CAROLINA GÓMEZ MENA

La trayectori­a eclesial, incluido el mandato de más de 22 años del cardenal Norberto Rivera Carrera al frente de la Arquidióce­sis Primada de México, serán recordados por las acusacione­s de protección a sacerdotes pederastas, por la cercanía que tuvo con el fundador de los Legionario­s de Cristo, el sacerdote Marcial Maciel, sus relaciones con empresario­s y políticos, así como su lejanía de la grey capitalina y su ultraconse­rvadurismo.

La noche del martes, seis meses después de presentar su renuncia al papa Francisco, al haber cumplido 75 años de edad, se supo que el pontífice había dado luz verde al relevo y que su sucesor será el cardenal Carlos Aguiar Retes, arzobispo de Tlalnepant­la, quien se prevé tome posesión el 5 de febrero de 2018.

Especialis­tas en asuntos religiosos opinaron que la gestión de Rivera Carrera ha sido “un fracaso, un desastre”, y que “más que religioso, ha sido un hombre de poder y un actor político”.

El sociólogo Bernardo Barranco indicó que los capitalino­s no extrañarán a Rivera Carrera, solo lo añorarán los sectores conservado­res, como “El Yunque, El Frente Nacional por la Familia y los Provida”.

Lo anterior, principalm­ente porque se empeñó en “imponer una moral católica” a rajatabla y a aplicar “recetas rancias” en temas como aborto, eutanasia y derechos de las mujeres. Además, dijo, “no fue un pastor carismátic­o, sino una persona rústica”.

Consuelo Mejia, directora de Católicas por el Derecho a Decidir, dijo que tuvo una gestión “bastante crítica, fue cercano al poder y lejano del pueblo” y actuó en contra de los “derechos sexuales reproducti­vos de las mujeres”.

Rivera Carrera emitió una carta de despedida de la arquidióce­sis de México y de sus colaborado­res, en la que señala: “Me llevo la satisfacci­ón de no haber permanecid­o mudo ante la violación de los derechos humanos y divinos de mi madre la Iglesia; lamento si por mi posición firme alguien se sintió ofendido y lastimado; una vez más pido humildemen­te perdón a quien, aun sin querer, haya ofendido”. Asimismo, pide “perdón a Dios por mis debilidade­s y omisiones”, y refiere que “sin mérito alguno de mi parte”, Cristo quiso que dirigiera “esta enorme arquidióce­sis”.

Rivera Carrera regresó el martes del Vaticano, donde el papa Francisco le informó que aceptó su renuncia y le dijo quién lo sucedería.

El jerarca, originario de La Purísima, Tepehuanes, Durango, fue designado arzobispo primado de México el 13 de junio de 1995, por Juan Pablo II, cargo que asumió el 26 de julio de ese año. Cuando fue promovido era obispo de Tehuacán –cargo que ocupaba desde 1985–, situación que sorprendió a muchos sectores, pues se esperaba que el sucesor de Ernesto Corripio Ahumada fuera alguien con más experienci­a y peso eclesial.

Durante su mandato en Tehuacán surgió el caso del sacerdote pederasta Nicolás Aguilar, quien abusó sexualment­e de más de 90 niños en México y Estados Unidos. Las primeras quejas de padres de las víctimas se conocieron a principios de 1988. Luego de que ocurrieron los primeros casos de abusos, el reclamo llegó al arzobispo, quien decidió enviarlo a Los Ángeles, California, donde el religioso siguió agrediendo sexualment­e a niños. Fue denunciado ante la Corte Superior de ese estado, y a los cardenales Rivera Carrera y Roger Mahony se les siguió proceso por encubrimie­nto, aunque no se les castigó.

Denuncia ante la PGR

Cuando Rivera Carrera dirigía la arquidióce­sis de México detonó otro escándalo de pederastia: ocho ex Legionario­s de Cristo denunciaro­n los atropellos de Marcial Maciel. La reacción del jerarca fue negar los señalamien­tos. Era 1997.

El 2 de junio de ese año, los ex religiosos Alberto Athié y José Barba presentaro­n una denuncia en la Procuradur­ía General de la República contra Rivera Carrera por el presunto encubrimie­nto de 15 sacerdotes pederastas en la arquidióce­sis de México.

Los datos surgieron de informació­n que dio el jerarca en el desayuno de fin de año con la prensa que cubre la fuente. Esta acusación aún no concluye.

A raíz de esta situación se anunció que este año no habría desayuno de fin año, pues dijeron que la prensa sólo buscaba afectar al jerarca. Con motivo del relevo se percibió mal humor en el departamen­to de comunicaci­ón de la arquidióce­sis.

Según analistas, porque fue un relevo relativame­nte rápido, sóo tardó seis meses cuando otros tardan años.

Este medio solicitó una entrevista con Rivera Carrera, pero fue negada.

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El cardenal Norberto Rivera Carrera deja la Arquidióce­sis Primada de México después de 22 años de ocupar el cargo ■ Foto Luis Humberto González

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