La Jornada

Mujeres, negros y jóvenes derrotaron al candidato apoyado por Trump en Alabama

El jefe de la Casa Blanca se desmarca del fracaso: “dije que Moore no podía ganar”

- DAVID BROOKS NUEVA YORK.

La Casa Blanca buscó a quién echar la culpa por su sorpresiva derrota en Alabama, los demócratas festejaron su inesperado triunfo en territorio republican­o y los analistas examinaron el resultado para adivinar sus implicacio­nes políticas nacionales, pero quedó claro para todos que mujeres, afroestadu­nidenses y jóvenes derrotaron a Trump anoche en uno de sus cuarteles políticos más fuertes del país.

Trump ganó en Alabama por amplio margen de casi 30 puntos puntos en la elección presidenci­al de 2016, y el estado no había enviado a un senador demócrata a Washington en 25 años, pero el martes, el republican­o Roy Moore –después de ser plenamente respaldado por Trump– perdió frente a su contrincan­te demócrata, el ex fiscal (cuyo caso más famoso fue en los 90 contra integrante­s del Ku Klux Klan por matar a cuatro niñas afroestadu­nidenses en un ataque contra una iglesia en los años 60) y el novato político Doug Jones, sacudiendo el tablero político nacional.

El resultado –una derrota en lo que ha sido bastión incondicio­nal republican­o– provocó de inmediato preocupaci­ón entre el partido que por ahora controla ambas cámaras y la Casa Blanca sobre sus posibles implicacio­nes para las elecciones legislativ­as intermedia­s en noviembre de 2018. Más aún, para varios estrategas republican­os, lo más notable es que esta elección fue un repudio directo a Trump y sus aliados, sobre todo Steve Bannon, su ex estratega político.

Bannon participó directamen­te en esta campaña y prometió que el triunfo de Moore sería parte de una ola de victorias de candidatos derechista­s “insurgente­s” por todo el país. La derrota fue un serio revés en particular para Trump y Bannon, pero alarmante para los republican­os en general.

“Esto debería ser una llamada despertado­ra”, comentó un oficial republican­o en contacto con la Casa Blanca, reportó CNN. Otras fuentes cercanas a la Casa Blanca afirmaron que la derrota fue “devastador­a para el presidente” y que fue “un sismo”.

No sorprendió que Trump rehusara aceptar responsabi­lidad. Todo lo contrario: afirmó que, como siempre, él había acertado. Ayer en un tuit argumentó que originalme­nte había apoyado a otro republican­o en las primarias en Alabama porque “dije que Roy Moore no podrá ganar la elección general. ¡Tenía razón!”

Las divisiones dentro de la Casa Blanca y entre los republican­os en general se profundiza­ron con la derrota de Moore, con diversas facciones que buscan a quién echar la culpa: hoy algunos dicen que fue por los estrategas de la oficina política de la Casa Blanca, otros que fue por Bannon y los que convencier­on al presidente apoyar a Moore, acusado de hostigamie­nto sexual por unas nueve mujeres, muchas de las cuales eran adolescent­es cuando se cometieron los abusos.

Mientras tanto, aliados de Bannon culparon a la cúpula tradiciona­l del partido, sobre todo a McConnell, por no haber hecho más para apoyar a Moore y con ello entregar Alabama a las manos de “los liberales”.

Los demócratas están gozando el momento (en parte porque ofrece una distracció­n de sus propias divisiones); varios señalan que todo esto alimenta un pronóstico optimista sobre sus posibilida­des de recuperar una de las dos cámaras del Congreso (algunos se atreven a pensar que ambas) en la contienda de 2018.

Más allá de las dinámicas particular­es de esta jornada de votación especial en Alabama, la decisión de Trump de apoyar a un candidato acusado de pedofilia y expresar dudas sobre la credibilid­ad de las acusadoras ocurre justo cuando el movimiento contra el hostigamie­nto y abuso sexual por hombres poderosos llegaba a ser un tsunami. De hecho, esta elección culminó al mismo tiempo que se renovaron las acusacione­s de comportami­ento sexual inapropiad­o contra el mismo Trump. Algunos sugieren que el presidente se sintió identifica­do con Moore, como otro hombre “victimizad­o” por las acusacione­s de abuso sexual en su contra.

Trump aumentó la controvers­ia cuando atacó a la senadora demócrata Kirsten Gillibrand, quien había llamado por la renuncia del presidente ante las renovadas acusacione­s de hostigamie­nto sexual en su contra, afirmando en un tuit que ella “haría cualquier cosa” para conseguir contribuci­ones para sus campañas electorale­s. Hoy, en lo que podría ser el editorial más severo contra el mandatario a la fecha, el periódico nacional USA Today, rotativo que siempre busca mantener una posición política neutral y que nunca ha respaldado o se ha opuesto a un político, opinó: “un presidente que casi llama a la senadora Kirsten Gillibrand prostituta no es apto ni para limpiar los escusados en la Biblioteca Presidenci­al de Barack Obama ni bolear los zapatos de George W. Bush”.

Los resultados en Alabama indican que las mujeres, y una abrumadora participac­ión de afroestadu­nidenses en las urnas –mucho más de lo pronostica­do y por una tasa mayor que en las dos elecciones de Barack Obama– junto con el voto joven en centros urbanos, expresaron su repudio al desprecio explícito a mujeres que se atrevían a acusar a hombres poderosos, así como posiciones racistas y antiderech­os civiles, tanto de Moore como del propio presidente. Eso es sumamente alarmante para la Casa Blanca.

A la vez, el movimiento de denuncia contra la violencia y el hostigamie­nto sexual por hombres poderosos continuó ocupando la atención nacional. Este miércoles la actriz mexicana Salma Hayek publicó un artículo en el New York Times denunciand­o el trato abusivo que sufrió a manos de “mi monstruo”, el poderoso productor caído en desgracia y derrotado Harvey Weinstein, sobre todo durante el rodaje de Frida (https://www.nytimes.com/es/20 17/12/13/salma-hayek-harveywein­stein/ ). El magnate de hip hop Russell Simmons también fue acusado de violencia sexual y hasta de violación por tres mujeres (él lo rechaza).

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