Los asesinatos de mujeres entre los 10 a los 19 años aumentan de 11 hasta 14%
La Violencia Feminicida en México, Aproximaciones y Tendencias 1985-2016
ada es casualidad. Hoy, 20 años después de la masacre de Acteal, los más de cinco mil desplazados en Los Altos de Chiapas y los cuatro niños y dos adultos que han muertos por las condiciones de vida inhumanas a las que fueron arrojados, son prueba fiel de que la violencia armada nunca se fue de esta región en la que desde 1996 el Estado sembró el terror.
La violencia sexual es un factor de riesgo muy fuerte para el feminicidio: Inmujeres
La memoria de la matanza ocurrida el 22 de diciembre de 1997 está más viva que nunca. La aparente solución que dio el Tribunal Unitario Agrario (TUA) a la disputa de más de 350 hectáreas de tierras limítrofes entre los municipios de Chenalhó y Chalchihuitán (que falló en favor de los bienes comunales de Chenalhó) no resuelve las causas estructurales del conflicto, que son la pobreza extrema, el olvido, la impunidad y la participación del Estado en el armamento de la población.
Los gobiernos estatal y federal ofrecieron 300 casas y 15 millones de pesos a los más de cinco mil desplazados por la violencia de Chalchihuitán, quienes, además de ser no ser favorecidos por el TUA, fueron expulsados de sus casas hacia las montañas, donde se creó una crisis humanitaria de proporciones alarmantes.
“Un día vinieron los disparos como lluvia, y salieron huyendo. El 6 de diciembre le llegaron a saquear todas sus cosas, le robaron su tele, sus zapatos, su ropa, su machete, su frijol, sus cobijas, su maíz, todo lo que le quedaba le robaron de la casa, le levantaron las tablas y le robaron todo. Son de Chenalhó, del paraje Las Limas y ni el gobierno del estado ni el gobierno federal han hecho nada. El 9 de noviembre hubo los disparos que hicieron los de Chenalhó y entraron y mataron caballos, toros, se llevaron puercos, estaban los pobres perros muertos por disparos de bala, quemaron casas”. Este testimonio bien podría pertenecer a uno de los seis mil desplazados de 1997 en la misma región, pero es de esta semana, y pertenece a uno de las más de cinco mil refugiados actuales. El puente entre las dos historias es que son mismas armas las que se disparan.
El conflicto por la posesión de las mojoneras tenía 45 años sin solución, pero se agravó en el último mes debido a que los grupos armados de Chenalhó, municipio en el que los pobladores fueron entrenados por el Estado para labores contrainsurgentes, empezaron a reclamar a tiros las tierras que ahora el TUA dice que les pertenecen.
Lo alarmante es que con el fallo no se termina la impunidad. Las Abejas de Acteal, aunque no forman parte del conflicto, lo saben. Y este 22 de diciembre se hablará de los pendientes a dos décadas del horror que se vivió. Hasta que la dignidad sea haga costumbre. Los asesinatos de mujeres entre los 10 a los 19 años han aumentado. Mientras que en el periodo de 2005 a 2007 eran alrededor de 11 por ciento de las defunciones femeninas con presunción de homicidio, de 2014 a 2016, las edades entre los 10 y 14 años estuvieron cerca de 12 por ciento y entre los 15 y 19 años, de 14 por ciento.
No obstante, el mayor incremento en porcentaje se registró entre los 25 y 29 años de edad de 2014 a 2016. El periodo anterior, de 2011 a 2013, el porcentaje más elevado fue entre los 15 y 19 años de edad, con 14 por ciento de los homicidios, de acuerdo con el estudio La Violencia Feminicida en México, Aproximaciones y Tendencias 1985-2016.
Ante este panorama, María de la Paz López Barajas, directora general de Institucionalización de la Perspectiva de Género del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), dijo que “la información muestra que se ha rejuvenecido el asesinato de mujeres”.
Agregó que se puede inferir que muchas de estas jovencitas “primero fueron víctimas de ataque sexual y luego las asesinaron”, pues “la violencia sexual es un factor de riesgo muy fuerte para el feminicidio”. Expresó su preocupación y la necesidad de trabajar en los lugares de exposición al riesgo.
En entrevista con medios de comunicación, ejemplificó que actualmente el acoso sexual “está saliendo” de las universidades “y no es que ocurran adentro del campus, a veces el acoso sexual o el ataque sexual viene de compañeros o de autoridades, maestros en los centros educativos, pero ocurre en los alrededores”.
López Barajas subrayó que son muchos los factores que influyen para que el patrón de los homicidios de mujeres estén cambiando. “Muchas veces decimos por un lado la violencia social” o la vinculada a la delincuencia organizada “pero también este cambio de exposición al riesgo. Las mujeres estamos más en los espacios públicos, estamos más expuestas a la misoginia en éstos”.
Añadió que es difícil determinar con exactitud cuántos feminicidios ocurren en el país porque no se cuenta con una armonización en el país sobre el delito. Abundó que hay diferencias conceptuales del propio tratamiento de un hecho.
La funcionaria dijo que las alertas de género han servido “muchísimo para visibilizar el problema y para que los estados adopten medidas incluso antes” de que se decrete el mecanismo. que les asisten respecto del trato humano y digno, la legalidad y la seguridad jurídica, la protección de la salud y la integridad personal”.
En los centros faltan camas, ventilación, iluminación y servicio médico